miércoles, 30 de noviembre de 2016

La verdad que duele: no somos competitivos





Los vicios de nuestra cultura económica y la falta de políticas adecuadas han relegado a la Argentina y a Salta a los últimos puestos para la oportunidad de negocios.




En muchas oportunidades escuchamos decir – especialmente a nuestros empresarios – que necesitamos tener un dólar más caro para que nuestros productos sean competitivos en el exterior e incluso en el mercado interno.
No es un tema menor ya que en nuestro país la cotización del dólar se maneja con lo que se denomina "una flotación controlada" para regular el ingreso, salida y reservas de esta divisa, y también como ancla para frenar la inflación, muy distante de la oferta y demanda.
Hoy nuestra economía no solo ha dejado de crecer sino que también disminuyeron las exportaciones y estos síntomas preocupan no solo a los empresarios sino también al propio Gobierno; unos y otros deben generar las condiciones para revertir esta situación.
MEJORAR COMPETITIVIDAD
El concepto de competitividad no tiene parámetros precisos. Su definición depende del tipo de análisis que desarrollemos para referirnos a un determinado nivel: nación, sector, producto, cadenas de valor, etapas de producción, mediano o largo plazo, reconversión o penetración en los mercados, entre otros.
Si analizamos la competitividad de las empresas de un país, podemos decir que es la capacidad para perfeccionar, producir y vender sus bienes y/o servicios en el mercado internacional compitiendo con empresas de otros países.
La Harvard Business School define a la competitividad como la habilidad de un país para crear, producir y distribuir productos o servicios en el mercado internacional, manteniendo ganancias crecientes de sus recursos. Podemos definir dos tipos de competitividad:
a) la artificial, que se sustenta en varios factores como la disminución de la demanda interna, el aumento de la capacidad ociosa, la explotación de recursos naturales extensos y abundantes, el aprovechamiento de mano de obra barata, otorgamiento de subsidios a los factores de producción, manipulación de la tasa de cambio y otorgamiento de préstamos con tasas diferenciales, entre otros. Está claro que todas estas condiciones no son sustentables ni perduran en el tiempo; son solo circunstanciales.
b) la competitividad estructural apoyada en la capacidad de una economía que tiene como parámetros; tornar eficientes la organización empresarial, las cadenas productivas, la incorporación de innovaciones tecnológicas en un marco de patrones de productividad; esta competitividad es perdurable en el tiempo y está apoyada con políticas de Estado.
LOS RETOS DEL MUNDO
Recientemente un CEO del Grupo Adecco presentó un informe en la ciudad suiza de Davos y explicó: "El mundo del trabajo está cambiando más rápido que nunca y aporta tanto grandes oportunidades como retos. A medida que avanzan las tendencias de digitalización y envejecimiento, se confirma la gran importancia que tiene la movilidad del talento a la hora de impulsar la competitividad y de equilibrar los excedentes y las carencias de facultades en el mundo. Los países líderes demuestran que, para atraer al talento, los gobiernos deben invertir en educación y en conocimiento, así como reducir la burocracia y simplificar los mercados laborales. Los empleadores deberían acoger la movilidad de talentos, invertir en hiper conectividad para capitalizar la tecnología, sacar provecho de las oportunidades que ofrece la economía mundial y crear empleos". Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) actualmente existe en el mundo más de 200 millones de personas se encuentran en situación de desempleo con el agravante que el 47% de los puestos de trabajo corren peligro a medida que avanza la automatización.
Aclara que la población cada vez está más envejecida y los desafíos aún son mayores, este organismo prevé que para el año 2030 las generaciones más jóvenes se reducirán a la mitad y la de mayores de 65 años será el grupo que más crecerá, provocando escasez de mano de obra en países como Alemania (10 millones), Brasil (40,9 millones) y China (24,5 millones)
ARGENTINA Y LA COMPETITIVIDAD
La escuela de negocios IMD elaboró un ranking para 2016 y diagnosticó que Argentina sigue siendo uno de los países menos competitivos del mundo; la ubica en el puesto número 55 sobre 61 naciones con un avance de 4 posiciones respecto del año anterior.
Este informe reconoce que respecto a infraestructura se encuentra mejor posicionada y la ubica al puesto 51. Par esto analizó la base tecnológica, científica y de recursos humanos que posee el país para el desarrollo de los negocios.
Otorgó la nota más baja a la capacidad del Gobierno para generar políticas que conduzcan a la competitividad, aumentando la nota cuando analiza la forma en que las empresas están innovando, buscando que su trabajo sea rentable y responsable. La evolución de la macroeconomía le da un mayor puntaje y el informe determina los factores que registran los progresos más significativos respecto al año anterior y también los retrocesos más salientes.
Entre los progresos respecto del año anterior figuran; la transparencia, la situación de las finanzas públicas, la política monetaria del Banco Central, el combate contra los sobornos y la corrupción y la calidad de las decisiones gubernamentales. Y los aspectos que desmejoran a la Argentina son; el déficit de la cuenta corriente, el desequilibrio de las cuentas del Tesoro, la cantidad de maestros en la educación secundaria, la baja en el producto bruto interno por habitante, entre otros.
El trabajo, que contó con la colaboración de la Universidad Católica Argentina, señala cinco desafíos. Ellos son:
Sostener la estabilidad económica a través de una creciente cohesión social y política.
Fortalecer la administración pública y el imperio de la ley.
Contener las presiones inflacionarias mediante políticas monetarias y fiscales, pero sin poner en peligro el crecimiento.
Fomentar la competencia en sectores clave en la formación de precios.
Desarrollar incentivos para estimular la actividad empresarial y la internacionalización en actividades con mayor valor agregado.
En este trabajo la novedad es que Estados Unidos dejó de estar en primer lugar, de donde lo desplazó Hong Kong, caracterizado por mantener un ambiente favorable para realizar negocios; luego Suiza, país del que se destaca su compromiso con la calidad de la oferta, y en tercer lugar la superpotencia del norte, a la que siguen Singapur, Dinamarca, Holanda Noruega y Canadá, caracterizadas con regulaciones favorables para la realización de negocios contando con infraestructura física como intangible e instituciones inclusivas.
Respecto a Latinoamérica, Chile ocupa el puesto 36 y Argentina fue el único que avanzó, superando a Brasil que se ubica en el puesto 57.
En nuestro país existen bienes y servicios que lograron competir en el mundo pero para muchos otros la distancia a lograrlo depende de muchos factores, el desafío está latente, es cuestión de intentarlo.
Y POR SALTA, ¿CÓMO ANDAMOS?
En Salta, y el Norte Grande en general, estamos sometidos a variables que maneja el Gobierno nacional (de turno), pero esa dependencia de una organización centralista ha generado una costumbre demasiado extendida de esperar que llueva "maná del cielo".
Las tres fortalezas básicas de nuestra provincia, agro, turismo y minería, están subaprovechadas debido, especialmente, a errores de concepto y a falta de políticas de desarrollo, que llevan a gobernantes y a empresarios a ceder la iniciativa.
Existen problemas concretos y graves, como el costo del transporte, el déficit de infraestructura de caminos y de riego, y los costos productivos. Pero también es cierto que no hay una decisión por el desarrollo de la industria alimentaria, dato que se confirma apenas se recuerda la paralización de millones de hectáreas por un capricho político, fundado en pretextos ambientales sin sustento pero explicable, exclusivamente, por intereses ajenos a la provincia y que movilizan a las organizaciones del fundamentalismo verde.
En menor medida, la indolencia para sostener políticas técnicamente fundamentadas ha llevado al empantanamiento del desarrollo turístico, librado a la suerte de la inercia y sin iniciativas estatales ni privadas locales.
A esto se suma la minería, una actividad con capacidad para generar hasta 80 mil empleos en nuestra provincia y que comienza a ver luz en el horizonte luego de una década de oscurantismo.
En nuestro caso está fallando la vocación productiva.
Como en todos los problemas de fondo, la solución va a empezar a vislumbrarse cuando se instrumenten medidas firmes para la generación de empleo, la modernización tecnológica y la formación técnica del recurso humano.


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