lunes, 29 de agosto de 2011

La energía en Argentina y Brasil: ayer, hoy y después

RICARDO N. ALONSO, Doctor en Ciencias Geológicas, El Tribuno, 29 Ago 2011

“Brasil, a mediados del siglo XX, no tenía literalmente ni una gota de petróleo”.

“En el país los hallazgos de petróleo fueron en aumento desde aquel de Fuchs, en 1907, en Comodoro Rivada via”.

“Brasil tiene hoy enormes reservas de petróleo, cuando hace 60 años no tenía ni una gota; y Argentina, viceversa”.

Antes, y también durante el tiempo del tratado del Mercosur, Argentina y Brasil han tenido evoluciones divergentes que han acrecentado las asimetrías entre un país y el otro. No vamos a comenzar aquí con el remanido discurso de que fuimos una potencia mundial a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, porque eso es ya historia antigua. Tal vez valga la pena remontarse a solo 50 ó 60 años atrás para empezar a ver dónde estaba Brasil y dónde estábamos nosotros. La idea de este ensayo es tomar solamente algunos parámetros, sin entrar a discutir cuestiones históricas, sociales o de territorio. Vamos a comenzar con el petróleo.

Brasil, a mediados del siglo XX, no tenía literalmente ni una gota de petróleo. Obviamente el continente se había explorado y se habían encontrado rocas prometedoras, e incluso algunas rocas madres. Pero el hecho de ser cuencas en un ambiente geodinámico epirogénico y situadas sobre un basamento cristalino no prometía nada de interés. Aclaremos. Las cuencas epirogénicas son aquellas que se forman cuando la región se hunde y se depositan sedimentos de ríos, lagos o pantanos, los que a su vez contienen capas de materia orgánica que puede madurar para dar hidrocarburos.

Luego, las regiones se elevan y millones de años después vuelven a hundirse. En este “sube y baja” vertical se van acumulando rocas sedimentarias de numerosas edades geológicas, algunas de ellas con potencial para la generación de hidrocarburos. Pero para que estos maduren se necesita calor y presión que no siempre se alcanza y entonces las potenciales rocas madres quedan convertidas en esquistos bituminosos de petróleos inmaduros.

Esto pasaba en el Brasil continental, donde numerosas “bacias” (cuencas) yacen sobre rocas precámbricas y arcaicas cristalinas con más de 1.000 millones de años de antigedad. Mientras tanto, en nuestro país, los hallazgos de petróleo venían en aumento desde aquel de Fuchs de 1907 en Comodoro Rivadavia y luego con la creación de YPF se ampliaron las cuencas productoras desde Tierra del Fuego hasta Jujuy. Neuquén, Santa Cruz, Chubut, Mendoza y Salta pasaron a ser importantes reservorios de hidrocarburos, unos más ricos en petróleo y otros más ricos en gas. Campo Duran y Loma de la Lata fueron algunos de los gigantes descubiertos en el último medio siglo. Luego se sumaron los campos de Tierra del Fuego, Formosa (con su campo de Palmar Largo) y Jujuy (con su campo de Caimancito).

Brasil seguía en la misma condición, pero mientras tanto hacía fuerte a su empresa nacional Petrobras. El tema era que si bien el continente tenía sólo trazas de petróleo, el fondo del mar podía llegar a almacenar grandes reservorios como pasaba con la costa opuesta de Africa, separadas ambas por la deriva continental y con posibles yacimientos gemelos a uno y otro lado del Atlántico. Pero en Brasil, al parecer, estaban más profundos y había que contar con una tecnología de perforaciones y plataformas que recién estuvo disponible en las dos o tres últimas décadas. Los hallazgos costa afuera (off shore) de Brasil son hoy espectaculares y aseguran el crudo para el futuro del país. Mientras tanto, los campos argentinos se fueron secando paulatinamente por sobreexplotación y por falta de inversiones en nueva exploración.

La situación se ha invertido: Brasil tiene hoy enormes reservas de petróleo, cuando hace 60 años no tenía ni una gota; y Argentina, viceversa. En minería pasó algo parecido, pero no igual. La Argentina, de la mano de Manuel Savio, desarrolló una industria siderúrgica a pulmón, con yacimientos de hierro de baja ley, como los de Zapla en Jujuy o Sierra Grande en Río Negro. Un solo yacimiento de carbón en la Patagonia Austral, Río Turbio, no era ni es suficiente para atender una demanda de acería fina. Mientras tanto, Brasil puso en marcha sus famosos yacimientos proterozoicos del cuadrilátero ferrífero de Carajás y creó (nacionalizó) la megaempresa minera Vale Do Río Doce (VCRD).

Este emporio minero ha diversificado sus objetivos hacia otros minerales ferríferos, no ferríferos, preciosos e industriales, alcanzando ingresos de 50 billones de dólares y una planta de 130 mil empleados. Solamente en el negocio del potasio, están invirtiendo en Mendoza (Argentina) unos 4 billones de dólares para la explotación por disolución de las sales de silvita y carnalita marina que se encuentran a 1.200 m de profundidad. El interés del potasio, elemento esencial de los fertilizantes junto al nitrógeno y el fósforo, viene de la mano de los biocombustibles de los cuales Brasil busca transformarse en potencia luego de los acuerdos firmados entre George W. Bush y Lula Da Silva.

Pero para expandir la frontera de los biocombustibles hay que buscar tierras aptas y libres, lo que llevó a que el gigante de América del Sur destine grandes extensiones para estos cultivos. La energía es esencial para el desarrollo de cualquier país y en especial de Brasil que forma parte del ascendente BRIC. Por ello, y aprovechando la gran cantidad de ríos, han construido también un gran número de presas hidroeléctricas. A la misma latitud de Salta, existen en Brasil decenas de presas importantes. Hay que tener en cuenta que el 90% de la matriz energética brasileña proviene de represas con turbinas hidroeléctricas. Otro punto de interés es la energía atómica.

La Argentina fue pionera en el tema desde la creación de la CNEA por parte de J. D. Perón en 1950, al punto de formar hoy parte del selecto club de naciones atómicas del planeta. Para ese entonces, Brasil ni soñaba con este desarrollo científico y tecnológico. Durante el gobierno de Menem todo el esfuerzo atómico del país se dejó de lado y fue entonces que se perdió una década crucial. Brasil comenzó a interesarse a fines de la década de 1960 con la planta Angra-1, en los setenta construyó Angra-2 y ahora está construyendo Angra-3, en un plan que abarca no menos de ocho centrales nucleares.

Para ello, cuenta con capacidad profesional, fondos económicos, buenos yacimientos de uranio en su territorio y lo que es más importante, una política de Estado en el tema nuclear. La Argentina, en cambio, tiene su plan atómico casi estancado y todos sus yacimientos de uranio inactivos. Esta evolución comparada de petróleo, minería, biocombustibles, presas eléctricas y energía nuclear sirve para tener una idea de cómo nuestro país desaceleró y fue perdiendo el tren de la historia.

viernes, 19 de agosto de 2011

Río Los Patos, la disputa por la tierra sin sombra

Ricardo Alonso, doctor en ciencias geológicas, El Tribuno, 08 Ago 2011


El único habitante de la zona asegura que es territorio catamarqueño. Para Ricardo Alonso, forma parte de Salta. Está ubicado en el departamento de Molinos, en los límites de las fincas vallistas de Tacuil, Hualfin y Jasimaná.

Piedras, luego arena, viento y nada. Ahí viven Melitón Ramos y Leucadia Zuárez, los únicos seres humanos que pueblan un verdadero oasis que desde hace años se disputan Salta y Catamarca. Se trata de la zona del Río Los Patos, en el departamento Molinos, en los límites de las fincas vallistas de Tacuil, Hualfin y Jasimaná. De a cuerdo a la versión de Ramos, “todo el río es Catamarca”. Pero, según el antropólogo y diputado provincial Ricardo Alonso, “Salta tiene en el lugar ocupación efectiva histórica, desde hace más de 100 años”. La polémica por tierras de excepcional valor mineral, en El Salar del Hombre Muerto, también resolverá el destino de este paraíso natural, refugio de la vida en el desierto.

Barro Negro es el único paraje habitado a lo largo del Río los Patos. El agua dulce es un manantial en ese desierto a más de 4000 metros de altura. Las vicuñas, flamencos y manadas de suris matan la sed en esta vertiente, que es un verdadero edén en el corazón de la Puna. “Esto no es de Salta ni de Catamarca: es mío”, dijo Melitón Ramos, aunque después aclaró que “todo el río es de Catamarca”.

En la tierra sin sombra no existen los árboles. Ya no crece la tola, la brea o la añagua, que es buena para hacer las cancanas del asado. En la arena se encuentran, apenas, mechones de pasto puna y hay que andar horas para conseguir el “cuerno”, lo único que da leña, junto a la yareta. Es tan agreste el clima que no se da la pupusa o la chachacoma, que son buenos yuyos para el mal de altura. El censo 2010 nunca llegó a la casa de Bustos.

Detrás de unos prolijos corrales llenos de llamas están las casas chatas de Melitón y Leucadia. Ahí nace el ojo de agua que da vida al ciénego, que luego se hace río. “Mi padre vino a este lugar cuando yo tenía ocho años. Llegó desde Antofagasta de la Sierra, en Catamarca y con pico y pala trabajó el ciénego para que hoy tenga agua. El le dio vida a este lugar, porque lo único que había era una vertiente”, contó Bustos. Su mujer, Leucadia Zuarez, es de la vecina finca de Jasimaná, en Salta y sus hijos trabajan en la otra estancia vecina de Tacuil, en Molinos.

Ante la falta de referencias en el desierto, Melitón enciende unos pastos puna que van formando columnas de humo para ubicar al viajero. Ramos está tramitando los títulos de la tierra en Catamarca. “Hace más de 50 años que estamos en esta tierra”, dijo. “El límite está en las abras de Las Barrancas y de Atacamara, que marcan el fin de las fincas Tacuil y Hualfin”, explicó.

“Es territorio salteño”

Para el especialista Ricardo Alonso, “Salta tiene en el lugar ocupación efectiva histórica, desde hace más de 100 años”. Según el diputado provincial, la familia Dávalos, antiguos propietarios de las fincas Colomé y Tacuil, explotaban asiduamente “las minas de borato que están al sur del Salar del Hombre Muerto”. Además, el antropólogo recordó que la mina de Antofaya, cerca de la zona, fue descubierta y trabajada por quien fuera el padre del prócer salteño, Indalecio Gómez, canciller y autor de la denominada Ley Saénz Peña, oriundo de Molinos.

Según Alonso, “hay que tener en cuenta que históricamente la gente de la zona votaba y se atendía médicamente en Salta”. Es que los parajes más cercanos al ojo del Río Los Patos, son de fincas salteñas, como ser: Barrancas, de Tacuil; Comphuel, de Hualfín y Pampa Llana, en Jasimaná.

La oposición tiene un nuevo desafío

JULIO MORENO, Cdor. Público Nacional, El Tribuno de Salta; 16 ago 2011

Fue contundente el triunfo de la doctora Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones internas abiertas y obligatorias del domingo, con más del 50% de los votos y una diferencia que supera el 35% con el candidato que ocupa el segundo lugar. No quedan dudas de que la posiciona como firme ganadora en primera vuelta en las elecciones del próximo 23 de octubre y representa un apoyo a la nueva y probable tercera gestión de gobierno kirchnerista.

Ganó en todas las provincias, excepto San Luis. La sorpresa fue en Córdoba y Santa Fe, donde a pesar de haberle sido adverso el resultado en las pasadas elecciones a gobernador, recuperó y aumentó su propio electorado.

Las causas son muchas que, entiendo, los analistas políticos las explicarán mejor que en esta nota, pero a los efectos de una mayor exposición y convocando a la reflexión de cada uno de nosotros las podemos resumir en las siguientes:

A) El 50% de la gente está conforme con lo que el Gobierno hace y no desea cambiar; b) la oposición está dividida y no pudo convencer al electorado sobre una nueva alternativa de poder; c) se tiene que tener en cuenta la situación económica favorable, ya que siempre la gente votó apoyando al gobierno de turno, pensando que se mantendrá esa bonanza.

La gran participación ciudadana y la forma en que votaron demostraron que la teoría kirchnerista de que existen medios no oficialistas que influyen negativamente en el electorado, no se dio, ya que la gente no se ve influenciada con ese accionar.

También este cincuenta por ciento del electorado en alguna medida acepta la inflación, los subsidios en muchos casos inequitativos y la calidad de las instituciones, temas entre los más importantes y fuertemente criticados por la oposición.

Un dato para tener en cuenta es que la suma de votos de los tres candidatos peronistas (Cristina Fernández, Duhalde y Rodríguez Saá) constituyó el 70% del total, lo que nos da la pauta de que el peronismo, a pesar de estar dividido, sigue vigente.

Si sumamos los votos de los tres candidatos más votados de la oposición (Alfonsín, Duhalde y Binner), vemos que no les alcanza para lograr una segunda vuelta, por lo que el desafío será lograr convencer al electorado de que sus propuestas son las que necesita el país.

Las alianzas entre ellos serían una solución para aumentar el caudal electoral, pero muy difícil de lograr, y si llega a existir demostrará la madurez política de los candidatos y sus dirigentes.

¿Estarán dispuestos los candidatos de la oposición a renunciar a sus postulaciones e imponer a sus seguidores los argumentos necesarios para apoyar a otro candidato? No deja de ser un tema de discusión en el seno de sus partidos y/o alianzas. Esto demostrará la madurez cívica de estas estructuras si es que realmente se quiere competir con el oficialismo.

No quiero dejar de mencionar, en este tiempo preelectoral la fragilidad de nuestra economía y las consecuencias que la economía globalizada.

Argentina, con una inflación alta, gasta más de los que se recauda, con una balanza comercial deteriorada por el aumento de las importaciones.

Barbarie, un antiguo debate

Gregorio A. Caro Figueroa, para "Todo es Historia", agosto de 2011.

En noviembre de 2010, el ensayista Zvetan Todorov estuvo por primera vez en Buenos Aires. Llegó invitado a exponer sobre “Barbarie, civilización, cultura”. En 2008 había publicado en Barcelona “El miedo a los bárbaros”, libro que entonces reseñó y actualizó ante un auditorio argentino.

Antes de comenzar su conferencia, uno de sus anfitriones le obsequió un ejemplar de “Civilización y Barbarie”, que Domingo Faustino Sarmiento editó en 1845 en Santiago de Chile, durante su exilio. Todorov, ensayista búlgaro nacionalizado francés, admitió que no conocía esta obra.

La distancia física de los sitios donde fueron pensados y escritos, los ciento sesenta y tres años que separan aquel texto de un Sarmiento, joven de 34 años, y el de un Todorov en la madurez de sus 71 años, y los enormes cambios mundiales, parecen obstáculos insalvables para cualquier intento de establecer relaciones entre ambos libros.

Tan enormes diferencias de espacio, de tiempo y de circunstancias, además de la distinta información y formación de sus autores, no alcanzan a borrar lo común en Sarmiento y en Todorov en cuanto al tema de sus reflexiones, pero sí influyen en sus diferencias de percepción y abordaje de esta cuestión.

Sarmiento escribió “Facundo” en una época teñida de violencia y de sangre, al dictado de su potente inteligencia e intuición, de su caudalosa pasión y de su condición de perseguido y desterrado. Alberdi advirtió en Sarmiento algunos de los rasgos que éste criticara en Quiroga y en los caudillos semejantes al riojano, o sea, en esos “otros” diferentes de “nosotros”.

Los críticos de Sarmiento le adjudicaron la elaboración de un esquema simplista al que habría intentado reducir los complejos conflictos de la Argentina del siglo XIX. Más que en Sarmiento, tal simplismo parece estar en sus críticos y en las sesgadas interpretaciones que éstos hacen de la rica y contradictoria personalidad y obra del sanjuanino.

Con el tiempo, la crítica a Sarmiento no puso empeño en superar ese esquema. Por el contrario, se orientó a poner al revés aquella dualidad adjudicando todos los males a la “civilización” y concediendo bondades y virtudes a la “barbarie”. De un plumazo, se negó el progreso moral afirmando que el progreso es la verdadera “barbarie”. Poner patas arriba un concepto es un ejercicio físico, más que intelectual.

Según cierto anti occidentalismo, la verdadera “barbarie” estaría en la “civilización”, lo que sirvió para elevar la “barbarie” a la categoría de modelo ideal. Según Marx la barbarie es un engendro de la civilización, es su lepra. Este maniqueísmo sirvió para presentar esta lepra como el centro y la constante de la historia de los siglos XIX y XX, y a la “raza blanca” como “el cáncer de la historia de la humanidad”, como afirmó Susan Sontag.

Es posible que Todorov tampoco haya leído las críticas de Alberdi a Sarmiento; si lo hubiera hecho, habría advertido algunas resonancias de Alberdi en las páginas de “El miedo a los bárbaros”. Paradójicamente, señala Todorov, ese miedo “es lo que amenaza con convertirnos en bárbaros”.

La historia enseña, añade el filósofo, que el remedio puede ser peor que la enfermedad. Exagerado, ese miedo puede empujarnos a reacciones violentas, al margen de la ley y usando aquellas herramientas del terror que no suelen ser patrimonio exclusivo de los “bárbaros”.

Cuando se hace tabla rasa de la ley y se instaura el “vale todo”, el contraterrorista empieza a confundirse con el terrorista, dice Todorov. Es tan ciego odio al enemigo que no advertimos que, llevados por esa pasión, terminamos pareciéndonos a él, renunciando a todo principio, ocupando su lugar, cumpliendo su papel, cometiendo sus mismas atrocidades.

Todorov alerta sobre los riesgos de dos errores frecuentes y simétricos: los juicios absolutos de los que consideran sus valores como únicos y universales, y el de aquellos otros para los que todos los juicios son relativos, con lo cual violencia y crimen se pueden justificar en ciertas culturas o en determinadas circunstancias históricas. Los primeros son dogmáticos; éstos últimos, relativistas.

Este autor no se propone estudiar el origen del concepto en la Grecia antigua; tampoco rastrear su evolución más allá de Europa, a lo largo de siglos. Si se remonta a los usos antiguos del término “bárbaro”, lo hace “para construir un significado que pueda servirnos en la actualidad”.

Para ello encuentra ciertas características comunes: son bárbaros aquellos que no respetan las leyes fundamentales de la vida en común; los que acentúan la ruptura entre ellos y los demás hombres; los que no tienen pudor y los que viven en familias aisladas desconociendo el orden social.

Todos esos rasgos se resumen en uno: son bárbaros “los que no reconocen que los demás son seres humanos como ellos”; son los que niegan a los otros su pertenencia a la humanidad. Los consideran enemigos, los matan, se ensañan con sus cadáveres y humillan sus memorias. La barbarie reside en un modo de tratar al otro, al diferente, al extraño. “La barbarie es una manera de considerar que una persona es menos humana que yo”, explica Todorov.

Para algunos la civilización sería “la negación de la pluralidad de culturas bárbaras”. Todorov dice que es imprescindible admitir la diversidad de culturas. En un mundo “en el que coexisten comunidades con costumbres distintas, debe haber leyes por encima de esas costumbres que permitan y regulen la convivencia”. Por ejemplo, hoy sería inaceptable asumir una costumbre como los crímenes de honor.

Asimismo, si bien fácilmente se puede constatar la existencia de múltiples civilizaciones, la civilización es esa capacidad de comprender al diferente, ponerse en su lugar, tratarlo como otro hombre, cualquiera sea su forma de vivir. Barbarie y civilización tendrían pues un fundamento ético antes que racial, religioso o cultural.

“La barbarie es resultado de un rasgo del ser humano”, explica Todorov. Por eso es ingenuo pensar que pueda ser erradicada. “Ningún pueblo ni individuo está inmunizado contra la posibilidad de llevar a cabo acciones bárbaras”, añade. De este modo toma distancia de la utilización de esta palabra como proyectil disparado hacia el corazón del enemigo.

El problema se presenta cuando se quiere indicar cómo acrecentar el conocimiento de otras culturas, cómo cultivar esa comprensión. Todorov dice que una de las tareas de los estudiosos y de los artistas consiste en procurar que la barbarie retroceda.

Este trabajo intelectual sostiene la actitud moral de admitir al otro esforzándose en conocerlo. Esto es válido tanto cuando se trata de grupos humanos distantes o muy diferentes al propio, como cuando se trata de comprender a grupos particulares dentro de la misma sociedad o nacionalidad.

El historiador tiene entonces una tarea por delante: intentar mostrar los hechos y sus circunstancias, las dificultades, las motivaciones y las consecuencias de las acciones de aquellos individuos y grupos que son sujetos de prejuicios o que no se conocen bien.

Conocer cómo son los otros, qué hicieron y por qué, simplemente para comprenderlos y no para juzgarlos ni condenarlos, es uno de los objetivos del trabajo del historiador; con él se puede ampliar el elástico círculo de la humanidad y predisponernos para ir construyendo ese bagaje de normas comunes, mejorando en todo sentido la convivencia de la humanidad.-

En plena Pandemia, ¡A reformar la Constitución se ha dicho!

Lic. Félix González Bonorino Sociólogo Nos llega la noticia de que el Gobierno Provincial ha pesentado su propuesta de modificac...