martes, 30 de octubre de 2012

Las siete maravillas de la Puna Argentina


Dr. Ricardo Alonso, 22/oct/2012 para El Tribuno

La Puna Argentina de Jujuy, Salta y Catamarca tiene tantos paisajes y atractivos turísticos que hacer una selección de siete de ellos es casi una insolencia. Si elegimos un salar en particular estamos dejando de lado otros 15 salares, salinas o lagunas, cada una con una belleza singular. Si elegimos un volcán, estamos dejando de lado un centenar de volcanes de todas las formas, tipos y colores. Y así sucesivamente si nos inclinamos por una u otra geoforma, por valles secos pintorescos, por ojos de agua (“ojos de mar”), por géiseres y manantiales termales, tanto actuales como fósiles, o por un sinnúmero de otras formas del relieve de la particular fisiografía de la región. Además el paisaje es también un estado psicológico y lo que gusta a unos no tiene por qué gustar a otros. Tampoco es lo mismo la mirada del artista que la del fotógrafo, la del científico, o la del ciudadano de a pie convertido en viajero o turista privilegiado de aquellas inhóspitas regiones. Por ello y a fuer sabiendas que todo canon literario o paisajístico goza de absoluta parcialidad, se proponen siete maravillas como fue presentado para otros contextos desde la antigüedad clásica. Estas son el Cono de Arita, el Salar de Arizaro, el Volcán Llullaillaco, el “Valle de Marte” en Siete Curvas, el “Valle de la Luna” en Antofalla, las Salinas Grandes de Salta y Jujuy, y los Géiseres boratíferos de Coranzulí. 1) El Cono de Arita es una geoforma cónica en el extremo sur del salar de Arizaro. El hecho de estar como un relieve isla en medio del salar y su forma cónica casi perfecta lo convierten en un objeto del paisaje llamativo y singular que hace las delicias de viajeros y fotógrafos que llegan al lugar. Para los más imaginativos es una pirámide construida por los extraterrestres para triangular (¿?) el mundo junto con las de Yucatán y las de Egipto. Además mencionan que en el planeta Marte, en Cydonia, hay otras similares. Para los irreverentes de los geólogos, iconoclastas por naturaleza, se trata de un relicto rocoso en el salar, formado por rocas rojas del Terciario y un capuchón volcánico en el vértice que ha sido sometido a intensa erosión eólica. 2) El Salar de Arizaro es el más grande de la Puna Argentina. Enmarcado por imponentes volcanes a occidente y por capas rojas de sal y yeso al oriente, consiste en una extensa superficie salina con un eje máximo de 100 km y un perímetro de 370 kilómetros. Se presenta como una planicie de sal en medio de la Puna árida, en una región casi totalmente desprovista de vegetación. La sal reseca de su interior, erosionada en filosas crestas, emite un singular crujido que recuerda un raro y extraño lamento. La geografía del salar de Arizaro y sus alrededores es una de las riquezas paisajísticas y turísticas más atractivas y menos conocidas de la provincia de Salta. 3) El Volcán Llullaillaco es el relieve más prominente de Salta, con una altura de 6.734 metros. Corresponde a un estratovolcán joven, formado en el último millón de años, que se destaca por sobre los demás en ese tramo de la cadena volcánica andina. Su fama se acrecentó internacionalmente con el hallazgo de los cuerpos de niños incaicos perfectamente conservados en su cumbre. 4) El “Valle de Marte” en Siete Curvas, se encuentra en la ruta entre el salar de Pocitos y Tolar Grande, en los alrededores del salar del Diablo. Allí una secuencia continua de capas rojas del Terciario, formadas por arenas, arcillas y sales, han sido cortadas por incipientes arroyos temporarios o han sufrido disolución dejando un ambiente de aspecto kárstico. La ausencia de vegetación, la sequedad  y el fuerte color rojo sangre del óxido de hierro recuerdan paisajes marcianos. Si bien hay otros ambientes similares en la Puna, el de Siete Curvas cumple mejor con el cometido y hoy hay fotos turísticas oficiales que lo están convirtiendo en un ícono de la Puna. 5) El “Valle de la Luna” de Antofalla se encuentra en la Puna de Catamarca, en una región poco accesible. Son capas de sal y yeso que yacen al oriente del salar de Antofalla y que rematan al fondo en un espectacular volcán oscuro conocido como el “Negro Peinado”. El recorrido por el laberíntico interior de esas capas salinas, en partes cubiertas por coladas volcánicas, la ausencia casi completa de vegetación, la inexistencia de agua, el silencio absoluto, los colores claros y el brillo del yeso al sol generan un ambiente que recuerda los extraños paisajes lunares. Existen otros “valles de la Luna” al sur de Tolar Grande, en el interior del salar de Pastos Grandes y en la gran isla de Catal en el salar del Hombre Muerto, que pueden competir con el de Antofalla. 6) Las Salinas Grandes de Salta y Jujuy no tienen la muerta y momificada superficie de los salares de costra vieja y reseca del sur de la Puna como Arizaro, Rincón y Antofalla, sino que su sal central se renueva año tras año. Durante el verano la sal se disuelve y con la llegada del invierno se seca, dando lugar a una tersa superficie blanca como espejo que, con el correr de los meses, comienza a formar bellos polígonos de contracción. Desde épocas preincaicas y hasta la actualidad se sigue cortando la superficie del salar para extraer panes de sal para el ganado. Al internarse, desaparecen los relieves del marco externo y uno queda inmerso en un mar blanco de sal interior en medio del silencio absoluto, lo que produce una experiencia espiritual única de contacto con la naturaleza (advertencia ¡llevar lentes oscuros para no quedar ciego por el surumpio!). 7) Los Géiseres boratíferos de Coranzulí se encuentran en la Puna de Jujuy, aguas arriba de un río que baja por el oeste del pueblo homónimo, desde los volcanes de Coyambuyo y Niño. Se trata de antiguos géiseres que en el pasado arrojaron chorros de agua caliente a gran altura, que formaron unos conos de calizas travertínicas cubiertos por una capa blanca de borato puro. El borato es el mineral ulexita. Hay una decena de ellos, pero los más espectaculares son los de Arethusa y San Marcos. Están considerados en la bibliografía científica como los ejemplos más espectaculares del mundo. Otros géiseres extintos y de gran espectacularidad por su tamaño son los de Botijuelas, en la margen centro occidental del salar de Antofalla. La mayoría de estos lugares conforman geositios o sea sitios de interés geológico paisajístico de gran valor para el turismo y de extraordinario valor para el estudio de las Ciencias de la Tierra. 

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