Dr. Julio Moreno
Economista
La deuda sigue siendo el gran
tema argentino, en las pancartas. El análisis económico revela que detrás de
ese fenómeno de superficie hay otros subterráneos (o tapados por la hojarasca)
como el desacople entre los ingresos y los egresos; es decir, el déficit. Este
problema estructural, que ya se extiende por décadas, nos indica la existencia
de un país en bancarrota frente al que nadie pudo aportar un acierto.
Y esto no es una cuestión de
economistas. La destrucción real del empleo ya acumula varios almanaques, y su
secuela es la exclusión de un amplio sector de la población.
Nada de todo esto, apareció en el
discurso del presidente Alberto Fernández en el Congreso. Porque la deuda, la
reactivación y la pobreza requieren algo que se desconoce aún: cuál es el plan
económico.
Es cierto que, durante los doce
años de kirchnerismo, nunca hubo un plan económico. Cuando se acabó la fiesta
de la soja, en 2011, se acabó toda la fiesta. Y también es cierto, que
Fernández ha resuelto gobernar -por ahora- sin presupuesto.
El panorama es sombrío.
Por ahora...
Siguen las negociaciones con los
tenedores de títulos de nuestra deuda soberana, el gobierno apuesta a llegar a
un arreglo con el Fondo Monetario Internacional y en base al mismo ofrecer a
los acreedores privados una propuesta que estiman será una quita estimada en un
30% del valor de los títulos y prorroga hasta el 2023 para iniciar los pagos
del capital.
Es interesante analizar cómo van
hasta el momento las negociaciones, especialmente con el FMI que podríamos
llamarle una entidad auditora, para posteriormente arreglar con bonistas con
legislación extranjera, en particular los fondos de inversión y bancos
tenedores de títulos que operan en New York y Londres.
¿Recuerda usted a los holdauts? ¿Quién
podría olvidarlos?!
Ya sabemos que no son nada
amigables, pudiéndolos calificar como peligrosos y con capacidad de daño
económico e institucional y fuera de control de la política doméstica.
Creemos que es intención del
Gobierno pagar las deudas pero existe la amenaza latente del default y sus
consecuencias para nuestros acreedores, para el país, para las empresas locales
y los acreedores privados.
El gran auditor
Recientemente estuvo en Argentina
una misión del FMI (19-02-2020); el equipo técnico de este organismo emitió una
declaración cuando concluyó su visita, la cual es relevante:
. Reconoce la difícil situación
económica y social y los esfuerzos del Gobierno de Alberto Fernández que está
haciendo para renegociar la deuda.
. Reconoce el "incremento de
la pobreza", traducida al español diría "el problema de la
pobreza" y admite que la economía requiere esfuerzos para ser
estabilizada.
Reconocer la crítica situación
económica y social que tiene nuestro país de por sí es importante ya que los
problemas económicos y sociales que menciona el FMI son consecuencia de
políticas económicas pésimamente empleadas por gobiernos anteriores, haciendo
mención al préstamo acordado durante 2018 para financiarlas, referido al monto
del mismo que fue sin precedentes a nivel mundial.
. También es importante destacar
que el FMI reconoce que "la deuda de Argentina no es sostenible", y
aclara que "el superávit primario que se necesita para reducir la deuda
pública y las necesidades de financiamiento bruto a niveles consistentes con un
riesgo de refinanciamiento manejable y un crecimiento del producto potencial
satisfactorio no es económicamente ni políticamente factible"
El equipo técnico del FMI
reconoció que la sostenibilidad de la deuda argentina tenía una baja
probabilidad de pago desde julio del 2018 (cuando concedió el primer acuerdo
"stand-
by" al Gobierno de Mauricio
Macri), informes que se pueden leer en cada uno de las publicaciones
trimestrales que realizo y fueron publicadas. Varios analistas opinan que era
obvio que no se podía pagar los importes de intereses y capital en los
vencimientos establecidos, esa realidad fue lo que llevo al expresidente Macri
al FMI, y fue el FMI el que lo salvo de la reestructuración o reperfilamiento
y/o del default.
La sombra del default
Quizá la palabra
"default" no sea tan agradable por lo que significa para el país y
como afecta al ciudadano este estado a pesar de haberlo padecido desde 1827,
cuando la patria estaba en pañales, ya comenzamos con cesaciones de pagos y no
logramos revertir esta situación, nuestra historia económica sienta precedente.
Un default afecta
significativamente al país y también al ciudadano, refiriéndome al inversor
como al habitante que ajeno a los vericuetos del sistema financiero. Un default
sin posibilidades de acceso al crédito afecta al país que tendrá que elegir
entre otras opciones como financiar sus gastos, podemos mencionar las
siguientes:
. Aumentar los impuestos:
actualmente con la altísima presión tributaria será muy difícil iniciar
cualquier proyecto productivo, vemos sin ir más lejos los proyectos presentados
en el Congreso para aumentar las retenciones a las exportaciones que perjudica
una actividad que produce mayores dólares tan necesarios para poder importar y
cumplir con los compromisos en esta moneda.
. Recortar el gasto público:
puede afectar a la salud, educación, obras
públicas y todo lo relacionado
con el gasto del Gobierno, con incidencia en la creación de fuentes de trabajo,
o perdida en la calidad de las prestaciones de servicios y disminuyendo la
actividad económica.
. Inflación: financiarse con
emisión monetaria, práctica conocida y padecida por los argentinos ya que
genera inflación y todas las consecuencias que trae, que es el mal de nuestra
economía. Es decir, el default no solo afecta a los gobiernos nacionales,
provinciales y municipales sino también a empresas y familias que directa o
indirectamente necesitan acceder a un crédito internacional, con el criterio
que si un gobierno no cumple con los compromisos tampoco le van a prestar a los
agentes que viven en él.
La ilusión y la realidad
La base de la economía es la
confianza que se tiene en sus agentes y la incertidumbre que genera un default
hace que los inversores, empresarios y consumidores no se vean incentivados a
invertir, emprender o consumir justamente por el estado que mantendría un país
en default.
A los acreedores también los
afectaría un default de nuestra deuda soberana ya que no podrán cobrar en
tiempo y forma, razón más que valida que tendrán los tenedores de títulos de
escuchar la propuesta que le hará nuestro país.
A pesar de este panorama, el
presidente y su equipo estiman que nuestra economía crecerá en los próximos
años y se generarán excedentes exportables para poder cumplir con los
compromisos. No se alcanza a vislumbrar cómo. En un mundo cuya economía está en
recesión, en el que se están reacomodando las relaciones de fuerzas y la
tecnología plantea serios interrogantes sobre el trabajo a futuro, hacen falta
definiciones; definiciones imprescindibles y de las que el sistema político no
habla.
La situación social y la de
nuestra macroeconomía no alimentan expectativas. El gobierno anunció que
continuará el déficit fiscal, es decir se gastará más de lo que se recauda
confiando en una pronta recuperación de la economía que genere superávit.
La esperanza es lo último que se
pierde, pero la verdad es que las condiciones para el despegue aún no están
dadas
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