viernes, 6 de marzo de 2020

En las manos del FMI




Dr. Julio Moreno

Economista

La deuda sigue siendo el gran tema argentino, en las pancartas. El análisis económico revela que detrás de ese fenómeno de superficie hay otros subterráneos (o tapados por la hojarasca) como el desacople entre los ingresos y los egresos; es decir, el déficit. Este problema estructural, que ya se extiende por décadas, nos indica la existencia de un país en bancarrota frente al que nadie pudo aportar un acierto.
Y esto no es una cuestión de economistas. La destrucción real del empleo ya acumula varios almanaques, y su secuela es la exclusión de un amplio sector de la población.
Nada de todo esto, apareció en el discurso del presidente Alberto Fernández en el Congreso. Porque la deuda, la reactivación y la pobreza requieren algo que se desconoce aún: cuál es el plan económico.
Es cierto que, durante los doce años de kirchnerismo, nunca hubo un plan económico. Cuando se acabó la fiesta de la soja, en 2011, se acabó toda la fiesta. Y también es cierto, que Fernández ha resuelto gobernar -por ahora- sin presupuesto.
El panorama es sombrío.
Por ahora...
Siguen las negociaciones con los tenedores de títulos de nuestra deuda soberana, el gobierno apuesta a llegar a un arreglo con el Fondo Monetario Internacional y en base al mismo ofrecer a los acreedores privados una propuesta que estiman será una quita estimada en un 30% del valor de los títulos y prorroga hasta el 2023 para iniciar los pagos del capital.
Es interesante analizar cómo van hasta el momento las negociaciones, especialmente con el FMI que podríamos llamarle una entidad auditora, para posteriormente arreglar con bonistas con legislación extranjera, en particular los fondos de inversión y bancos tenedores de títulos que operan en New York y Londres.
¿Recuerda usted a los holdauts? ­¿Quién podría olvidarlos?!
Ya sabemos que no son nada amigables, pudiéndolos calificar como peligrosos y con capacidad de daño económico e institucional y fuera de control de la política doméstica.
Creemos que es intención del Gobierno pagar las deudas pero existe la amenaza latente del default y sus consecuencias para nuestros acreedores, para el país, para las empresas locales y los acreedores privados.
El gran auditor
Recientemente estuvo en Argentina una misión del FMI (19-02-2020); el equipo técnico de este organismo emitió una declaración cuando concluyó su visita, la cual es relevante:
. Reconoce la difícil situación económica y social y los esfuerzos del Gobierno de Alberto Fernández que está haciendo para renegociar la deuda.
. Reconoce el "incremento de la pobreza", traducida al español diría "el problema de la pobreza" y admite que la economía requiere esfuerzos para ser estabilizada.
Reconocer la crítica situación económica y social que tiene nuestro país de por sí es importante ya que los problemas económicos y sociales que menciona el FMI son consecuencia de políticas económicas pésimamente empleadas por gobiernos anteriores, haciendo mención al préstamo acordado durante 2018 para financiarlas, referido al monto del mismo que fue sin precedentes a nivel mundial.
. También es importante destacar que el FMI reconoce que "la deuda de Argentina no es sostenible", y aclara que "el superávit primario que se necesita para reducir la deuda pública y las necesidades de financiamiento bruto a niveles consistentes con un riesgo de refinanciamiento manejable y un crecimiento del producto potencial satisfactorio no es económicamente ni políticamente factible"
El equipo técnico del FMI reconoció que la sostenibilidad de la deuda argentina tenía una baja probabilidad de pago desde julio del 2018 (cuando concedió el primer acuerdo "stand-
by" al Gobierno de Mauricio Macri), informes que se pueden leer en cada uno de las publicaciones trimestrales que realizo y fueron publicadas. Varios analistas opinan que era obvio que no se podía pagar los importes de intereses y capital en los vencimientos establecidos, esa realidad fue lo que llevo al expresidente Macri al FMI, y fue el FMI el que lo salvo de la reestructuración o reperfilamiento y/o del default.
La sombra del default
Quizá la palabra "default" no sea tan agradable por lo que significa para el país y como afecta al ciudadano este estado a pesar de haberlo padecido desde 1827, cuando la patria estaba en pañales, ya comenzamos con cesaciones de pagos y no logramos revertir esta situación, nuestra historia económica sienta precedente.
Un default afecta significativamente al país y también al ciudadano, refiriéndome al inversor como al habitante que ajeno a los vericuetos del sistema financiero. Un default sin posibilidades de acceso al crédito afecta al país que tendrá que elegir entre otras opciones como financiar sus gastos, podemos mencionar las siguientes:
. Aumentar los impuestos: actualmente con la altísima presión tributaria será muy difícil iniciar cualquier proyecto productivo, vemos sin ir más lejos los proyectos presentados en el Congreso para aumentar las retenciones a las exportaciones que perjudica una actividad que produce mayores dólares tan necesarios para poder importar y cumplir con los compromisos en esta moneda.
. Recortar el gasto público: puede afectar a la salud, educación, obras
públicas y todo lo relacionado con el gasto del Gobierno, con incidencia en la creación de fuentes de trabajo, o perdida en la calidad de las prestaciones de servicios y disminuyendo la actividad económica.
. Inflación: financiarse con emisión monetaria, práctica conocida y padecida por los argentinos ya que genera inflación y todas las consecuencias que trae, que es el mal de nuestra economía. Es decir, el default no solo afecta a los gobiernos nacionales, provinciales y municipales sino también a empresas y familias que directa o indirectamente necesitan acceder a un crédito internacional, con el criterio que si un gobierno no cumple con los compromisos tampoco le van a prestar a los agentes que viven en él.
La ilusión y la realidad
La base de la economía es la confianza que se tiene en sus agentes y la incertidumbre que genera un default hace que los inversores, empresarios y consumidores no se vean incentivados a invertir, emprender o consumir justamente por el estado que mantendría un país en default.
A los acreedores también los afectaría un default de nuestra deuda soberana ya que no podrán cobrar en tiempo y forma, razón más que valida que tendrán los tenedores de títulos de escuchar la propuesta que le hará nuestro país. 
A pesar de este panorama, el presidente y su equipo estiman que nuestra economía crecerá en los próximos años y se generarán excedentes exportables para poder cumplir con los compromisos. No se alcanza a vislumbrar cómo. En un mundo cuya economía está en recesión, en el que se están reacomodando las relaciones de fuerzas y la tecnología plantea serios interrogantes sobre el trabajo a futuro, hacen falta definiciones; definiciones imprescindibles y de las que el sistema político no habla. 
La situación social y la de nuestra macroeconomía no alimentan expectativas. El gobierno anunció que continuará el déficit fiscal, es decir se gastará más de lo que se recauda confiando en una pronta recuperación de la economía que genere superávit.
La esperanza es lo último que se pierde, pero la verdad es que las condiciones para el despegue aún no están dadas




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