viernes, 16 de noviembre de 2012

¿Nos quedaremos con la Ghana?

Lic. Félix González Bonorino, 16/nov/2012 para El Cronista de Salta


La primera vez que vi la Fragata Libertad fue en un billete de mil pesos. Si tan viejo soy. No es que manejara ese tipo de billetes, era muy chico en esa época, pero aun me acuerdo del color violeta, su tamaño grande y el grabado altivo de una nave surcando las aguas que parecía salirse del papel.
Por entonces mis padres me llevaron a conocer la Sarmiento, otra fragata escuela, previa a la Libertad, que estaba amarrada en el puerto de Buenos Aires, cerca de donde parte Buque Bus ahora. Blanca, maderas lustradas, salvavidas enormes para mis 5 o 6 añitos. Pasillos finitos llenos de bronces relucientes, estaba amarrada, quieta. Un museo flotante.
No se nada de la Fragata Libertad, así que voy a dejar su historia para que algún oficial de la Armada se tome la delicadeza de contarla con el sincero sentimiento de quien hizo la navegación en ella. Solo dos cosas. No se trata de una nave cualquiera. Mas allá de las consideraciones que se harán a continuación. Es considerada una fragata importante por su arboladura y velamen y además supo detentar el récord de tiempo en el cruce del Atlántico. Récord alcanzado en jornadas de coraje, dado el viento al que se enfrentó esa tripulación entonces.
Su situación hoy nos llena de bronca e indigna. Pero obedece al sentir de una época donde los patrones deciden lo que está bien y lo que está mal, mudando los criterios de acuerdo a sus conveniencias. Así, un bien que está protegido por normas internacionales muy severas y construidas por medio de consensos de larga data, puede ser sometido a reglas comerciales banales, como una deuda financiera. Las gaviotas se mutaron en buitres y posaron sus garras sobre el timón de nuestro buque escuela. Los interesas de particulares son más importantes que los derechos de las naciones.
 Nadie lo dice, pero todos esperan un acto heroico, un rescate de película con paracaidistas u hombres rana que se llevan subrepticiamente, durante la noche, sin que nadie se dé cuenta, los 40 o 50 m de eslora blanca por el canal de acceso al puerto. No va a pasar. Hoy el último acto de arrojo lo realizó el capitán del barco, resistiendo el abordaje como corresponde, con agua primero y con armas después. Con actitud.
Lo que sorprende nuevamente es la Cancillería, aunque a esta altura de las circunstancias no puedo sorprenderme. Timermann, nuestro Ministro de Relaciones Exteriores, debe haber sido él, sino ¿quién?, aconsejó responder a la demanda, dándole entidad a algo que era ilegal. Despidieron a los almirantes, aun no entiendo porqué, contradiciendo la frase anterior, porque si la culpa era de los marinos, la cuestión era política y no económica. Entonces porque responder a la demanda……. Estos son manotazos, más que de ahogados, de amarrados al muelle de sus incoherencias.
Lamentablemente solo ponen en negro sobre blanco el disminuido papel internacional que tiene hoy nuestra Nación, reducida a pedir a los Gobiernos de la región, Venezuela, Ecuador o Brasil, que intercedan por nosotros Ghana. Por favor Ghana.
Pero mientras tanto ya pasó un mes desde que vergonzosamente tuvimos que volvernos en un avión de otra bandera, porque teníamos miedo de ver retenido también a un avión militar. Ahora, el títere gobierno de Ghana, hace lo que a los acreedores les viene en gana. En cualquier momento al negociador le embargan su notebook, su traje y hasta su corbata.
Argentina denuncia a los africanos por el accionar ilegal y tal vez se abra una puerta de negociación, pero yo lo veo más parecido a las medidas de acercamiento, seducción, denuncia, enfrentamiento, enamoramiento y otros que nuestros gobiernos, no solo este, han venido realizando por la soberanía de nuestras Malvinas.
Es cierto, no es lo mismo la Fragata Libertad que las Islas Malvinas, al Capitán si se le puede pedir un último acto de valor y que hunda el buque ahí mismo, en ese muelle que quieren liberar, que lo hunda pero que no lo entregue. Que ya sabremos reconstruir una nueva fragata para instrucción a la que tal vez llamemos Libertad, tal vez Dignidad o tal vez Soberanía.
No nos merecemos esto que nos pasa.

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