En 1990 Michael E. Porter publica un libro fundacional para el mundo de
las empresas, pero cuyas reflexiones exceden la problemática de los negocios y
ayuda a definir políticas nacionales: “La ventaja competitiva de las naciones” (The
Free Press). En ese libro MP expresa un concepto trascendente para nuestra
época, “ En un mundo en que la competencia es cada vez mas internacional, las
naciones resultan más importantes y no menos” y continúa, “Como la base de la
competencia se ha desplazado cada vez más hacia la creación y asimilación de
conocimientos, ha aumentado la importancia del papel de la nación. La ventaja
competitiva se crea y mantiene a través de un proceso muy localizado. Las diferencias
de una nación en valores, culturas, estructuras económicas, instituciones e
historia contribuyen todas ellas al éxito competitivo.” Que desde el centro
mismo de la Macdonalización salga uno de sus popes a decirnos: conservemos
nuestras características, porque estas son importantes para crecer, fue todo un
mensaje.
Esta constatación de Porter, que le llevó años de investigación
comparando las razones por las que una nación se destacaba en un sector
económico determinado derivó en la idea de Cluster.
Cluster es una palabra inglesa que define un conjunto heterogéneo de
elementos que se encuentran reunidos por algún factor común. En castellano la
palabra más parecida es aglomerado o conglomerado.
MP analizó diferentes clusters y constató que estos eran más
competitivos en la medida en que sus partes estaban mejor integradas
verticalmente y contenían un conjunto de empresas de servicios que no siendo
específicas del sector ayudaban a un mejor desempeño del conjunto. Integración vertical
quiere decir que el aglomerado productivo inicia su actividad en la obtención
de materia prima (o lo más cercano a su origen) y la va procesando hasta
obtener un producto terminado, apto para el consumo final. También se la llama
“cadena de valor”. Y servicios no específicos podemos hablar de seguros,
fletes, sistema bancario, etc.
El Cluster o Aglomerado Productivo es entonces un sistema de empresas
productoras de bienes y servicios dentro de un sector económico y asociadas a
un espacio geográfico.
Este modelo caló hondo en los planificadores de los países
desarrollados, al punto que constituyen el punto de apoyo para compensar
desequilibrios entre regiones, por ejemplo en Francia, donde el sistema de
planificación definió cerca de 80 clusters, algunos existentes, pero otros a
ser creados, para ayudar a crecer a regiones deprimidas.
Argentina también ingresó en esta moda y desde hace varios años se
trabaja en el desarrollo de aglomerados productivos. Por supuesto que no
tenemos la misma consistencia que los franceses, tan habituados a su sistema
unitario de gestión, pero el modelo avanza. Uno de los programas que promueve
estas organizaciones es el Programa de Competitividad Norte Grande, del
Ministerio de Economía de la Nación.
Recientemente se ha logrado presentar una propuesta de desarrollar un
Aglomerado Foresto-Industrial en las Provincias de Salta y Jujuy. Se trata de
un desafío tremendo por el que se viene trabajando desde hace muchos años desde
organizaciones sin fines de lucro y que hoy es conducido desde ambos gobiernos
provinciales.
El sector forestal, en general, está constituido por un enorme número
de pequeños y medianos empresarios, algunos de los cuales se encuentran en la
informalidad más absoluta, que tienen necesidades comunes, muy mal articuladas
con el sector público.
El desarrollo de este sector requiere de estrategias consensuadas en un
programa de inversiones claro y directo, que nos permita dar el salto
cualitativo en productividad que la foresto industria requiere para sostenerse
en el tiempo y recuperar y ganar mercados.
Estamos hablando hoy, cuando el Sector se encuentra fuertemente
deprimido, en un total cercano a las 15.000 familias, entre operarios a campo,
en aserraderos, carpinterías, transportistas, etc.
Uno de los aspectos más relevantes de este tipo de organizaciones es la
vinculación territorial. Fortalecer la foresto industria implica retener a la
población en su territorio, sin forzarlo a emigrar a ciudades distantes por
razones económicas. La cadena de valor es también un ascensor social, en el que
el operario de aserraderos puede imaginar a su hijo trabajando en el sector en
mejores posiciones laborales gracias a la formación desde la escuela, las
especializaciones, las tecnicaturas o las futuras ingenierías. Esto hoy no
sucede.
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