viernes, 6 de julio de 2012

De estrategias económicas a las realidades políticas

Dr. Julio Moreno, 06/jul/2012, para El Tribuno


Durante estos últimos años el gobierno kirchnerista ha demostrado con mucho éxito que las políticas implementadas para aumentar el consumo de la población le dieron muy buenos resultados, desde la creación de un clima social favorable hasta las manifestaciones en las urnas.
Fue evidente que han prevalecido los resultados electorales sobre las predicciones de varios economistas que se mostraban preocupados por el excesivo gasto que realizaba el Gobierno y no se realizaban las inversiones necesarias para poder abastecer los bienes y servicios requeridos por ese aumento del consumo.
Es decir, el aumento del gasto del Gobierno se traducía en incrementos del consumo, pero la ecuación no cerraba cuando no crecían de la misma manera las inversiones.
Esto trajo aparejado un mayor crecimiento de la inflación, porque eran superiores las cantidades de bienes y servicios demandados a los ofrecidos.
Ahora el Gobierno necesita disminuir el gasto porque: a) la inflación está creciendo a tasas muy altas, quitando competitividad a nuestra producción; b) la emisión monetaria (impresión de billetes) es cada vez mayor, ya que es difícil conseguir otras fuentes de financiamiento; y c) las posibilidad de incrementar las inversiones son nulas; enfrenta un problema político y social serio porque debe disminuir la capacidad de consumo de la población.
El temor a un enfriamiento
Este año por primera vez los aumentos de sueldos se estima que serán iguales -y en algunos casos inferiores- a la inflación pronosticada, razón por la cual el consumo se verá disminuido, ya que los aumentos de precios serán superiores a los aumentos salariales.
Al disminuir el consumo también disminuyen las ventas, razón por la cual los productores de bienes y servicios mermarán su producción. Al mermar tienen menos trabajo y al bajar el trabajo tendrán que hacer los ajustes necesarios para ajustar sus costos a esta nueva realidad. La variable de ajuste más sensible es la reducción en la cantidad de horas trabajadas y en algunos casos la pérdida de la fuente de trabajo. Esto implica que los trabajadores tendrán menor cantidad de dinero para gastar.
También la suba de impuestos en varias provincias y de tarifas a los servicios como luz y transportes públicos, anunciados hasta ahora, les quitarán capacidad de compra a vastos sectores.
La postergación a la suba generalizada de tarifas, que se inició a fines del año pasado, demuestra el temor del Gobierno a un enfriamiento del consumo.
La poca predisposición por el mejoramiento de la economía en los próximos meses, observada por sus habitantes, llevó a la población a ser más cautelosos al decidir realizar operaciones.
Como es muy difícil adquirir dólares y las tasas de interés solo cubren la mitad de la inflación, obligan a las personas a realizar compras de determinados bienes para preservar el valor de sus ahorros.
A pesar de existir muchas facilidades para obtener préstamos para consumo, es muy bajo el porcentaje utilizado, salvo los planes para construcción de vivienda propia anunciados recientemente por el Ejecutivo.
Proyecciones y ajustes
Por la desaceleración del consumo producido en estos últimos meses, determinado por organismos públicos y sectores privados, el Gobierno, en su afán de mantenerlo alto, está convencido de que este hecho fue momentáneo y estima que se comenzará a revertir la tendencia a partir de que los trabajadores cobren los aumentos acordados en las convenciones colectivas.
Pero existen muchas señales de que nuestra economía marcha hacia un reacomodamiento utilizando al consumo como variable de ajuste, ya que se considera en este contexto como disparador de la inflación. Entre ellas se puede citar a:
a) Aumentos de impuestos en varias provincias por las necesidades de financiamiento, ya que no les alcanzan los montos girados desde Nación, con el peligro de la emisión de cuasimonedas (emisión monetaria provincial disfrazada en títulos de deuda pública de libre circulación en su territorio).
b) El mantenimiento del mínimo no imponible para los contribuyentes del impuesto a las ganancias.
c) La ratificación de los topes de sueldos para cobrar asignaciones familiares.
d) No querer otorgar incrementos a los jubilados atados al 82% móvil.
e) Las restricciones no programadas a las importaciones y
f) La postergación de muchas obras públicas.
Las medidas implementadas nos dan la pauta de que se quiere reducir la inflación, disminuyendo el gasto público y contrayendo la demanda de bienes y servicios a través de la disminución de los ingresos de los trabajadores y jubilados.
La pregunta que nos hacemos es si esto alcanza; es decir, si al sostener estas medidas con un costo político negativo será suficiente para lograr un dólar competitivo sin tener que devaluar, por ejemplo.
Vuelvo a pedir que todos los sectores nos comprometamos en consensuar y apoyar un plan antiinflacionario, ya que las medidas anunciadas e implementadas pueden producir solamente efectos negativos y no contribuir al objetivo, que es lograr el crecimiento de nuestra economía, evitando caer en la trampa de la recesión con inflación (estanflación). ¿Será posible?

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