martes, 27 de septiembre de 2011

Corregir distorsiones

Por Julio Moreno, Contador Público, 14 sept 2011, El Tribuno

Me he sorprendido gratamente al escuchar de nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en sus recientes discursos ante distintos sectores vinculados con la producción, el pedido de que “la ayuden a corregir distorsiones”, ratificando además el famoso y controvertido “modelo económico”.

A pesar del apoyo que recibió en las pasadas elecciones primarias y con la posibilidad cierta de obtener aún más votos en octubre, podemos interpretar que esos dichos son solo mensajes de campaña. Es que ella solamente menciona los logros alcanzados en nuestra economía, pero no aclara cómo solucionará los problemas como la inflación, los subsidios o la pérdida de competitividad.

Con respecto al modelo, quiero hacer algunas reflexiones que quizá contribuyan para aclarar las discusiones entre los economistas. La mayoría de ellos sostiene que “está agotado”, y aconsejan realizar ajustes, pero están los que entienden que puede seguir profundizándose.

Si entendemos que profundizar el modelo significa consolidar el proceso de industrialización a través de la sustitución de importaciones, avanzar en la diversificación y el crecimiento de las exportaciones y que esto genere altos niveles de empleo y mejores condiciones de vida de los trabajadores, creo que nadie estará en desacuerdo con la frase “profundizar el modelo”. Ahora, si no se cumplen con estos objetivos, entendería que el modelo sí está agotado.

Además, escuchamos de nuestra Presidenta proyectos como los llamados “Planes 2020”, que incluyen propuestas para mejorar las cadenas de valor en los sectores industriales y agroalimentario, y el probable ingreso del plan energético, completando estos anuncios con mensajes optimistas y factibles. Entre ellos están:

a) que, a fines de esta década, la Argentina duplicará su producto bruto industrial;
b) que aumentarán las exportaciones de manufacturas;
c) que la producción total de granos se incrementará en más de un 60%;
d) que las exportaciones de alimentos pasarán los 100.000 millones de dólares;
e) y que la inversión privada ascenderá al 28% del producto bruto interno (PBI).

Es evidente que son todos deseos y proyecciones. Pero necesitamos saber cosas concretas que hoy nos preocupan. Por ejemplo, si seguirán las trabas a las exportaciones como las vigentes en trigo, maíz y carne, o si se mantendrán las trabas para importar insumos industriales, si la política cambiaria -que influye en la determinación de los precios en dólares-será la misma, si la presión tributaria seguirá siendo tan alta o si aumentará o bajará el excesivo gasto público, entre otras.

También nos hacemos preguntas como si al crecimiento económico lo acompañará la producción energética o si los costos para importar combustibles y gas se trasladarán a las tarifas o seguirán subsidiadas. Es que aún no encontramos las medidas que nos expliquen cómo haremos para materializar los anuncios.
Hay temas que no se tocarán, como por ejemplo cómo se combatirá la inflación o si el Indec seguirá aplicando el mismo criterio de medición. Debe ser porque estamos en campaña.

Mejorar el tipo de cambio

En el marco de la política cambiaria, uno de los temas que más desvela a los empresarios es mejorar el tipo de cambio para que sea competitivo ante la elevada inflación en dólares que padecemos. Tendría que haber alguna explicación.

Recordemos que se debe cumplir con el compromiso de consolidar el proceso de industrialización y desarrollo en el país. Es necesario articular todos los instrumentos de política económica para que los procesos de industrialización, de sustitución de importaciones y de crecimiento de nuestras exportaciones sea una realidad. Y aún no sabemos cuáles serán los instrumentos de política económica que se aplicarán para cumplir con estos objetivos.

Para mejorar el tipo de cambio me he permitido analizar tres formas de hacerlo que no quiere decir serán las utilizadas, pero servirán para explicar caminos alternativos para cumplir con este objetivo.
La primera es devaluar, es decir, con un dólar se podrán comprar más pesos. Con esta medida se logrará en forma rápida mejorar la competitividad, porque recibiremos más dinero por nuestros productos. La experiencia nos dice que esta medida es inflacionaria, ya que todos los precios en Argentina están cotizados también en dólares, y si el valor del dólar aumenta aumentarán también los precios en pesos, necesitando nuevamente volver a devaluar.

Esta medida debería ir acompañada de recetas para disminuir la inflación, como por ejemplo bajar los gastos del Estado, aplicar un estricto control de precios y controlar las importaciones para que los precios de las mismas no perjudiquen a la industria local.

La segunda medida sería aplicar un sistema de cambios múltiples, que consistiría en mantener un tipo de cambio para las exportaciones y otro para las importaciones, dejando la cotización del dólar billete en una flotación controlada como hasta ahora. Con esta medida se podrá incentivar las exportaciones de determinados bienes o servicios producidos en Argentina, promover las importaciones de bienes de capital para adquirir tecnología de punta y castigar con una cotización alta la importación de bienes que perjudiquen a nuestra industria local.

La tercera sería implementar un esquema de subsidios o disminución de retenciones a las exportaciones e instrumentar un sistema de gravámenes o derechos a las importaciones de productos que compitan con nuestra industria. Con esto se podría lograr competitividad sin tocar el tipo de cambio.

Estas son solo sugerencias que ayudarán a explicar el “cómo hacerlo”, que es solo uno de los temas que requieren urgente definición del Gobierno para lograr un tipo de cambio competitivo. De más está decir que no es el único tema que preocupa.

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