Dr. Ricardo Alonso
Geólogo
Hoy 7 de mayo es el Día de la Minería.
La ciencia y la tecnología son las que
permiten aprovechar el subsuelo para producir calidad de vida, pero una visión
mágica, casi mística, impregna a la actividad minera.
El mundo de los socavones está lleno
de historias, anécdotas, leyendas y personajes, tanto ficticios como reales.
Existe una mitología propia del
ámbito de las minas y de los mineros.
La más conocida, al menos en Bolivia
y en el norte argentino, es la leyenda del Tío o diablo de las minas.
Se lo representa de diversas maneras,
en un claro sincretismo entre el diablo de los españoles y el zupay de los
indígenas.
El diablo es el dueño de las riquezas
subterráneas y para acceder a ellas hay que realizarle ofrendas. Para ello se
monta un altar, llamado Ukako, en donde se coloca la imagen del Tío, y ante el
cual se hacen invocaciones y se le dejan regalos. Se ponen cigarrillos en su
boca, se dejan abundantes hojas de coca, alcohol, serpentinas de colores y algunas
de las mejores muestras de minerales. Todo lo que sea de agrado al señor del
averno.
Se dice que se le llama Tío
simplemente para evitar referirse al diablo y por tanto los mineros son así sus
sobrinos.
En la mayoría de las minas
subterráneas de minerales metalíferos se encontraban estos adoratorios.
Durante la celebración de la
Pachamama se les hacían también sacrificios de animales, especialmente llamas o
corderos. Los sacerdotes y las mujeres tenían la entrada prohibida.
Los sacerdotes porque portaban crucifijos
ante los que el diablo no es afecto. Por el contrario se ponía furioso y
derrumbaba partes de la mina para que se mueran allí los mineros. O simplemente
les hacía desaparecer el mineral dejando las vetas vacías.
Con las mujeres, una de las versiones
es porque pone celosa a la mujer del diablo y ésta se desquita de igual manera.
De allí que resulte interesante el vuelco de Lola Mora desde el arte sublime
del mármol a la búsqueda de riquezas en los socavones. Lola era una mujer fuera
de su tiempo y es probable que lo haya hecho como un desafío ante esas
creencias. Lo cierto es que, más allá de cualquier superstición, ella perdió su
fortuna y murió en la pobreza.
En las minas de Bolivia hay altares
al Tío casi sin excepción. Y también adoratorios católicos a la Virgen del
Socavón y a San Miguel. En otra muestra de claro sincretismo, el minero le reza
a la virgen y a San Miguel en la superficie y al demonio en las profundidades. Queda
bien con Dios y con el Diablo! Sabe que si quiere comer arriba, tiene que
extraer el mineral de abajo. De allí la súplica de San Miguel cuida a mis
hijitos arriba y vos Tío no me escondas el mineral abajo!
Se cuenta de numerosos pactos en que
los mineros a cambio de riqueza vendieron su alma al diablo. En este sentido la
historia de Simón Patiño, el rey del Estaño, es emblemática. Patiño se
convirtió en multibillonario y en uno de los hombres más ricos del planeta con
su control del estaño a nivel global. Se han escrito libros tratando de
demostrar que eso era imposible si no existía un verdadero pacto con el
maligno. Lo cierto es que fue un hombre visionario y estuvo en el mejor lugar
en el mejor momento. Controló el estaño de Bolivia y luego el de otros países,
así como metalúrgicas, transporte y logística en el período en que el metal
estaba en la cumbre de su precio y su necesidad de uso.
Según el imaginario de los mineros,
los duendes son pequeños esquivos, cual el Coquena
Cuando se
hizo la luz
Patrona de los mineros es Santa
Bárbara, que los protege de los accidentes con explosivos.
La vida de la santa está relacionada
con rayos, truenos y explosiones y ella es la protectora.
En el norte argentino era famoso el
adoratorio al diablo en la mina Pirquitas y en la mina Pan de Azúcar en la
provincia de Jujuy, así como en Concordia en la provincia de Salta.
Con la llegada de la minería a cielo
abierto se hizo la luz y el diablo y su culto desaparecieron. Al no haber
socavones y oscuridad, el diablo se quedó sin trabajo. Es más, los curas y las
mujeres pudieron llegar a donde antes les estaba vedado. Y ahora las mujeres
trabajan manejando los grandes camiones que extraen el mineral de los
"open-pit", o rajos a cielo abierto de minerales diseminados,
especialmente de los pórfidos de cobre-oro (molibdeno) como en el caso de Bajo
de la Alumbrera (Catamarca). O Chuquicamata y La Escondida en Chile.
Pero hete aquí que las cosas empiezan
a cambiar de nuevo a favor del diablo, metafóricamente hablando. Y es que
muchos pórfidos de cobre, luego que se explota su parte superior oxidada y su
parte central enriquecida (supergénica), queda aún la raíz formada por el
mineral primario que todavía puede ser muy rico. Aunque ya no dé para extraerlo
por medio del método a cielo abierto por los enormes costos que significa abrir
a lo ancho el yacimiento. Entonces se plantean las últimas etapas que consisten
en la construcción de grandes túneles subterráneos y profundos.
Chuquicamata ya lo está haciendo y lo
mismo se hará en Bajo de la Alumbrera para extender la vida útil del yacimiento
y evitar que miles de personas pierdan sus empleos, tanto directos como
indirectos.
Los duendes
En la literatura germánica y
escandinava existen unos duendes de las minas que se llaman Nickel y Kobold. En
su homenaje se les dio el nombre a los elementos químicos níquel y cobalto.
Pero hete aquí que en la mitología andina hay también unos duendecillos de las
minas a los que llaman Muqui o Chinchilico.
Especialmente se los registra en
Perú.
Según el imaginario de los mineros son pequeños, esquivos, vestidos a la usanza antigua, cual el Coquena que cuida de vicuñas y ganados. Dicen que andan por el interior de las minas y ayudan o perjudican a los mineros, premiándolos con las vetas ricas o castigándolos con vetas pobres y accidentes feos. Otros los imaginan vestidos de mineros, con botas, lámpara y casco, deambulando por los socavones.
Según el imaginario de los mineros son pequeños, esquivos, vestidos a la usanza antigua, cual el Coquena que cuida de vicuñas y ganados. Dicen que andan por el interior de las minas y ayudan o perjudican a los mineros, premiándolos con las vetas ricas o castigándolos con vetas pobres y accidentes feos. Otros los imaginan vestidos de mineros, con botas, lámpara y casco, deambulando por los socavones.
Aseguran de buena fe que la manera de
atraparlos es con un lazo de pelo de vicuña o de cerdas de caballo. Y que una
vez atrapados imploran que los suelten a cambio de develar el secreto mejor
guardado: las vetas ricas en metales preciosos. Representan al Muqui como un
enano macizo, de orejas puntudas, mirada hipnótica, sin cuello, casi deforme,
con una voz gruesa y metálica. Se dice que tienen pies deformes, desiguales y caminan
toscamente. Algunos mineros arrojan cenizas en el piso de los socavones con la
idea de descubrir sus huellas. Le gusta jugar a esconder las herramientas de
los obreros. Es temeroso del cinto y un buen cintarazo los hace huir. Además se
ponen furiosos contra los escépticos que dudan de su existencia. Cualquier
ruido subterráneo raro o silbidos son atribuidos al Muqui, Chinchilico o el
Achancho, en los Andes Centrales o a distintos duendes de las minas de otros
continentes.
También se les echa injustamente la culpa del agotamiento o desaparición de las vetas, la aparición de grandes bloques estériles dentro de la mineralización que son conocidos como “caballos”, el cambio del rumbo de los filones y otras situaciones parecidas las que tienen como única explicación la naturaleza geológica de los depósitos minerales.
Los fluidos mineralizantes
formaron toda clase de rellenos de fracturas, fisuras y zonas de debilidad al
tiempo de la generación del depósito metalífero y luego su deformación en
pliegues, fallas y flexuras le dieron la forma que presenta. De allí que la aparición
o desaparición de las vetas tiene que ver con causas naturales en el relleno o
en su posterior deformación. También se asocian a las minas figuras mitológicas
variopintas que lindan entre lo zoomorfo y lo antropomorfo.También se les echa injustamente la culpa del agotamiento o desaparición de las vetas, la aparición de grandes bloques estériles dentro de la mineralización que son conocidos como “caballos”, el cambio del rumbo de los filones y otras situaciones parecidas las que tienen como única explicación la naturaleza geológica de los depósitos minerales.
Bocetos de Alain Cèdric
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