Ricardo N. Alonso
Doctor en Ciencias Geológicas
(UNSa-CONICET)
Es un hecho demostrado que la verdadera historia del
petróleo de nuestro país nació en el norte argentino en las décadas de 1860 y
1870 y no con el hallazgo fortuito de Comodoro Rivadavia en 1907.
En 1865 hubo
dos intentos para iniciar la explotación comercial de chapapote o kerosene de
manaderos naturales, especialmente de Laguna de la Brea en Jujuy. Estos fueron
encarados de manera independiente por Leonardo Villa, que nunca consiguió los
respectivos permisos, pero dejó una profunda huella legislativa; y también por
la Compañía Jujeña de Kerosene S.A., formada por accionistas jujeños, que
tampoco llegó a feliz puerto.
Un nuevo intento vendría de la mano de Teodosio
López, un salteño nacido hacia 1846 e íntimamente vinculado a Jujuy. Teodosio
López era un autodidacta que estaba muy relacionado con el polifacético estudioso
salteño Juan Martín Leguizamón. Al parecer era hábil en la fabricación de
alambiques y otros instrumentos rudimentarios que le permitieron ensayar
petróleo de manaderos naturales y convertirlos en kerosene de buena calidad.
Habría
comenzado con estos experimentos en 1868 y en 1871 le habría pedido al entonces
rector del Colegio Nacional de Salta, presbítero doctor Juan Francisco Castro y Castellanos (1884-1881) que
remitiera una muestra a la Exposición Nacional de Córdoba que organizó
Sarmiento. Según aseveraba el propio López, dicha muestra fue premiada con 10
pesos fuertes.
A este entusiasta empresario le debemos varias cosas. La primera
es haber fundado en Salta, con capitales salteños y vecinos notables de la
provincia, la “Sociedad Anónima de Kerosene”, una de las más antiguas empresas
petroleras del país. Entre los que suscribieron acciones, además del propio
Teodosio López, se encontraban renombrados salteños (y jujeños) como Juan
Martín Leguizamón, Francisco Ortiz, Eliseo F. Outes, Adeodato Torena, Teófilo
Sánchez de Bustamante, Pedro de Tezanos Pinto, Ciriaco del Prado, Klix y Salas,
Napoleón Segundo Güemes, Belisario López, Higinio Raña, Juan F. Castro, David
Zambrano, Eugenio Caballero, Jacoba S. de Matorras, Francisco Mendióroz, Angel
Quiroz, Sídney Tamayo, Martín Gómez, Segundo Linares, Miguel Fleming, Llovet
hermanos, Pablo Zubieta, Celestina L. de Brachieri, Manuel López, José A.
Chavarría, José M. Ovejero, Miguel S. Ortiz, D.N. Flores, Pedro J. López,
Olegaria E. de López, Luis J. López y Pedro Ávila. En esta lista pueden
reconocerse figuras destacadas de la Salta del siglo XIX entre ellos
gobernadores, políticos, empresarios, profesionales y buenos vecinos. Todos
ellos han dejado grabados sus nombres como pioneros en la industria del
petróleo salteño.
La sociedad fue fundada en Salta, en 1874, con un capital
inicial de 10.000 pesos moneda boliviana de 400 gramos. Teodosio López fue
designado director de fábrica. Su misión era explotar el petróleo de Laguna de
la Brea en Jujuy, procesarlo y una vez obtenido el kerosene derivarlo para su
consumo a Jujuy, Salta y Buenos Aires. El propio gobernador de Salta, Juan
Pablo Saravia, se dirigió al presidente Domingo F. Sarmiento para hacerle
llegar los estatutos de la compañía y solicitar ayuda. Dicha ayuda fue negada
por el entonces ministro del Interior, Uladislao Frías. Ayuda solicitada además
teniendo en cuenta que cuando se realizaba un embarque de kerosene a Buenos
Aires, la empresa de ferrocarriles subía el precio del flete. Esto fue señalado
por el geólogo Rodolfo Zuber, quién sostenía que los ferrocarriles parecían
empeñarse en representar “más bien un obstáculo, que una ayuda al comercio y la
industria”.
Luchando contra viento, marea y molinos de viento, el pobre López
siguió tesoneramente con su esfuerzo sin poder importar lo que necesitaba y
dándose maña con rústicos aparatos que él mismo improvisaba. Lo cierto es que
comenzó su producción industrial de kerosene y en 1876 se instalaron faroles a
este fin que reemplazaban a los que utilizaban aceite de yegua. La actual plaza
9 de Julio fue acondicionada con esos faroles y se logró una iluminación de más
y mejor calidad. También se utilizó para iluminar las instalaciones del Club 20
de Febrero. En este aspecto es interesante el comentario realizado por Marcos
Figueroa, secretario de la Comisión de Agricultura de Salta, quien en 1878
señalaba: “El kerosene alambicado lo he visto arder en los salones del Club sin
notificar diferencia ninguna del extranjero, razón por la que creo que esa
laguna (La Brea) es una mina muy importante, faltando solo una empresa con
dinero que la explote, adquiriendo con facilidad una fortuna”.
En orden a
certificar la calidad del producto, López le hizo llegar muestras al más
afamado químico de la época, el sabio escocés Juan José Jolly Kyle (1838-1922),
quién las analizó. Kyle dejó constancia de ello en un artículo que publicó en
1879 en la Sociedad Científica Argentina. El geólogo alemán Ludwig Brackebusch llegó
de reconocimiento a Laguna de la Brea el 1 de octubre de 1881 y encontró todo
abandonado. Comenta que fue allí “donde hace años se estableció una empresa
para beneficiar el petróleo, pero los trabajos efectuados, muestran al primer
golpe de vista que se habían practicado sin el menor conocimiento del asunto,
pues se habían limitado a practicar simplemente pequeñas represas para recoger
la materia ya alterada que llega por sus canales naturales a la superficie”. Y
remata diciendo “De perforaciones, etcétera, único medio para llegar al
depósito mismo, nada se había practicado y no es extraño que los trabajos tan
primitivos no hayan dado un resultado satisfactorio”.
Téngase presente que
López era un idóneo y que tuvo que enfrentar la adversidad en todas sus
facetas. Esto se ve reflejado en un texto que dejó escrito al enviar una
muestra a la Exposición Internacional de París de 1878 y donde reconoce la
paralización de los trabajos por la falta de recursos. Deja algunas observaciones
valiosas como la que señala que las vertientes que brotan en la zona de La Brea
“presentan en sus bocas asfalto seco. Cavando a la profundidad de dos metros
comienza a brotar el petróleo en abundancia y más fluido que la muestra que se
remite, aumentando la fluidez en proporción a la profundidad, de manera, que el
rendimiento del kerosene preparado de este petróleo varía según la profundidad
de donde se extrae”. Luego señala que de los numerosos ensayos realizados con
el crudo obtuvo un promedio de 40% de kerosene; que él mismo los destiló en una
pequeña fábrica y que con ello proveyó al alumbrado de las ciudades de Salta y
Jujuy. Y concluye diciendo “…coloqué en dichas plazas el kerosene fabricado por
mí casi al mismo precio del de Norteamérica y tuve el gusto de verlo rivalizar
con el importado”.
A Teodosio López le debemos la primera empresa petrolera
salteña que realizó el trabajo de explotación y beneficio del crudo, así como
la primera iluminación a faroles de kerosene del centro de la ciudad. Luego
vendrían otros intentos fallidos, como los de la compañía Altgelt y Méndez,
hasta alcanzarse los primeros éxitos de la mano de Francisco Tobar, en la zona
de Vespucio, ya en la primera década del siglo XX.
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