Felipe Hipólito Medina
Lic. en Ciencias Religiosas
"Aborta tranquila chinita, total el Papa te perdona", rezaba
un mensaje de los miles que circulaban por las redes sociales, como reacción a
la decisión del Papa Francisco de dar licencias a los sacerdotes durante el Año
de la Misericordia para perdonar el pecado del aborto.
En este Año Jubilar, convocado
por la Bula Papal Misericordiae Vultus el 11 de abril de éste año, Francisco
expresa la intención de enviar, durante la Cuaresma, a los Misioneros de la
Misericordia.(MV,18). Un ejército de sacerdotes con la autoridad papal de perdonar el aborto y
todos los pecados, incluso los reservados a la Sede Apostólica. "Serán
misioneros de la misericordia porque serán los artífices ante todos de un encuentro
cargado de humanidad, fuente de liberación, rico de responsabilidad, para superar
los obstáculos y retomar la vida nueva del Bautismo.
En esta clave, el Papa dirige una sencilla y contundente Carta a
Monseñor Fisichella Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la
Nueva Evangelización, el pasado 1 de setiembre, comentando su decisión que
durante el año de la Misericordia todos los sacerdotes del mundo podrán
absolver el pecado de aborto a quien presenta sincero arrepentimiento. Este
tipo de pecado afecta con la excomunión latae sentenciae (de hecho y
automática), según el canon 1398 del Código de Derecho Canónico, a quien instiga, participa o realiza un
aborto, quedando reservado su perdón a los
obispos diocesanos y a los sacerdotes a quienes éstos deleguen.
No es una práctica nueva en la Iglesia. La Iglesia ha reservado un
especial tratamiento al tema debido a la ligereza de conciencia con la que se
cae en un comportamiento tan grave, por la pérdida del sentido y el valor de la
vida humana en general, y especialmente la que se está gestando. Debemos
recordar que la doctrina sobre el
aborto, basada en el valor de la vida humana,
no ha cambiado.
Entonces, ¿cuál es la novedad que introduce el Papa en esta carta que
provocó tantas reacciones encontradas dentro y fuera de la Iglesia?
Este tipo de decisiones deben leerse dentro de un contexto del Año
Jubilar de la Misericordia, y el estilo tan humano y pastoral del Papa
Francisco. El Papa piensa, casi conmovido, en las mujeres que recurrieron al
aborto, y que tienen cicatrices en el corazón, arrepentidas de haber utilizado
ese recurso. Sólo buscan la paz y el perdón para superar el duelo. La Iglesia
les ofrece la reconciliación, el sacramento del perdón, no como un reproche, y quiere que vivan y sientan la experiencia
de la tierna mano de un Dios que acaricia. El perdón de Dios no se puede negar
a todo el que se haya arrepentido, sobre todo cuando con corazón sincero se
acerca al Sacramento de la Confesión. Si pudiésemos tomar en nuestras manos el
texto bíblico de Oseas en el Capitulo 11, entenderíamos mejor al Papa Francisco,
porque en ese texto, el escritor sagrado nos revela el Rostro de la
Misericordia, el auténtico Rostro de Dios, Paciente y misericordioso, de Dios
que habla a su pueblo, como un padre lo haría con su hijo. Allí podemos ver a
Dios como un padre que enseña a caminar a su hijo chico, lo toma por los brazos
para que haga los primeros pasos; lo levanta y lo acaricia contra sus mejillas.
Podemos ver a Dios dolido y enfurecido por la terquedad de su pueblo en su
adhesión a la idolatría: "te destruiré.., pero mi corazón tiembla y mis
entrañas se conmueven, ¿cómo voy a destruirte? Yo soy Dios y no un hombre. Con
lazos de amor te atraje hacia mí.” Este es Dios. Este es el Dios en el que creo.
El Dios de la misericordia, ternura y perdón, no el Dios castigador. El Dios de
la paz, que desea la felicidad y la plenitud para todos los hombres. Siempre,
es más fácil, cascotear al pecador o poner una letra escarlata a quienes
consideramos culpables.
Tenemos muchos años de aprendizaje para ser buenos en juzgar al posible
culpable o tomar posición frente a un drama existencial con el "no te metas" o "por algo
será". El Papa Francisco en un primer improvisado mensaje a los jóvenes
que hacían vigilia en la Catedral de Buenos Aires el 19 de marzo de 2013, les
decía que se cuiden unos a otros, y "por favor, no se saquen el
cuero". Las personas atribuladas con culpas, las enojadas con la Iglesia,
las que sufren a escondidas y se enferman constituyen la preocupación diaria del
Papa, quien se ha puesto a sus espaldas una de las tareas más difíciles, hacer entender
a la humanidad, sacudida por el
consumismo, el individualismo, el odio, las envidias, guerras domésticas e
institucionales, ideológicas, políticas o religiosas, que Dios no se cansa de
perdonar.
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