Dr.Ricardo Alonso, 13/Ago/2012 para El Tribuno
Yo
no me separo de mi Baldor, me dijo un día en Perú mi colega el Ing. Juan José
Gonzalez Cárdenas. Para él ese libro fungía como una biblia. Tratábamos
entonces de resolver unos problemas algebraicos en el marco de un estudio que
estábamos realizando en la geología de los Andes peruanos. Allí conocí a su
famoso Baldor, uno de los tratados de álgebra más famosos del continente, que
en nuestro país es sin embargo poco conocido. Solo alguna vez me crucé con un ejemplar
en los puestos de libros viejos del Parque San Martín. Este manual es célebre
por su colorida tapa que muestra a un riguroso árabe de turbante rodeado de
textos antiguos y con un fondo de ciudad oriental de las mil y una noches. El
autor del libro es A. Baldor a quién se lo relaciona con el árabe de la tapa
que figura bajo su nombre pero que en realidad se refiere al matemático persa
del siglo IX, Al Juarismi. Es que Baldor
parece un nombre árabe pero no lo es. Supe luego que se trataba del matemático
y abogado cubano Aurelio Ángel Baldor (1906-1978) quién publicó su libro en
México en 1941. Con la revolución cubana, Baldor partió al exilio y se perdió
todo lo que había desarrollado en la Isla para los estudios de la matemática.
El libro tuvo luego decenas de ediciones, cientos de miles de ejemplares
vendidos y es el texto más popular en la mayoría de los colegios y escuelas de
América Latina. Mi colega peruano lo tenía como libro de cabecera y lo
atesoraba desde sus años preuniversitarios porque había sido y le era una
herramienta fundamental para sus consultas. Y me comentó que ese era un
sentimiento extendido de generaciones de estudiantes peruanos que habían tenido
siempre al Baldor como libro de texto. Pero ¿A qué viene todo este comentario?
Recordé la anécdota a raíz de un artículo que escribió el periodista Andrés
Oppenheimer titulado “Las olimpiadas de las que nadie habla” y que ha tenido
bastante repercusión en internet. Allí Oppenheimer comenta que pasó casi
desapercibida la Olimpíada Internacional de Matemáticas (OIM) que se llevó a
cabo entre el 4 y el 16 de julio en Mar del Plata. Muy al contrario de lo que
está pasando con los juegos olímpicos de Londres. A Mar de Plata, cuna del
trascendente evento internacional, no asistió ni el propio ministro de
educación, mientras que estaban presentes numerosos medios de los países
asiáticos para ver el desempeño de sus estudiantes. Finalmente el oro se lo
llevaron los equipos coreanos y chinos, seguidos de americanos, rusos,
canadienses, tailandeses y singapurenses. Muy parecido a lo que está pasando
también en los juegos olímpicos de Londres con una distribución similar del
medallero. Un joven de Singapur, Lim Jeck, de 17 años, fue el ganador de la
medalla de oro individual con puntaje perfecto. Entre los países de América
Latina, el mejor equipo fue el de Perú, que ocupó el puesto número 16, seguido
por Brasil (19), México (31), Colombia (46), Costa Rica (46), Argentina (54),
Chile (59), Venezuela (91) y Cuba (95). Mirando este ranking me vino a la memoria
la historia de Baldor al ver como Cuba, la que expulsó a su eximio matemático
de la Isla, ocupa un lejano puesto 95, mientras que Perú que lo adoptó como
texto universal lo hace en el puesto 16, habiéndose consagrado el equipo
peruano como el mejor de Latinoamérica. Vistos esos guarismos parece que el
fantasma de Baldor se pasea buscando su desquite. Para algunos esto no pasa de
una competencia cuasi lúdica. Sin embargo ella está demostrando el nivel y los
estándares generales de la educación en los distintos países del globo. Y tal
como reflexiona Oppenheimer existe una relación directa entre la enseñanza de
las matemáticas y las ciencias y el progreso de los países. En este sentido el
país ganador de la olimpíada matemática
de este año, Corea del Sur, que tenía hace cincuenta años un ingreso per
cápita mucho menor que casi todos los países latinoamericanos, registró 13.500
patentes internacionales en el Registro de Patentes y Marcas de Estados Unidos
en 2011, contra apenas 500 patentes de todos los países latinoamericanos
juntos. Y estos sí que son fríos números. Detrás de esas cifras están todas las
innovaciones tecnológicas e informáticas, las nuevas medicinas, más y mejores
alimentos, transportes seguros, modernos, ecológicos y eficientes, en fin un
sinnúmero de adelantos para lograr una mejor calidad de vida. Hace poco los
diarios comentaban de una batalla legal entre los gigantes Apple y Samsung por
un negocio de 350 mil millones de dólares en torno a la tecnología de
celulares. Precisamente una de estas empresas es de Corea del Sur, la ganadora
de la mayor cantidad de medallas de oro en Mar del Plata, y también con una muy
buena performance olímpica en Londres 2012. Lo cierto es que hay una batalla
educativa y por el conocimiento entre oriente y occidente, donde los ganadores
serán los futuros jefes y los perdedores los futuros empleados. Y eso sí que
resulta grave. Nuestro país que solía figurar entre los países con mejor
educación de América Latina gracias a sus raíces sarmientinas está situado hoy
cerca de los últimos puestos en las pruebas estandarizadas internacionales PISA
de matemáticas y ciencias para estudiantes de 15 años, muy por detrás de Chile,
Uruguay, México, y Colombia. No hay nada de malo en la masiva cobertura de las
Olimpíadas de Londres. Pero cuando centramos toda nuestra atención en las
competencias deportivas, e ignoramos casi por completo los torneos de
matemáticas y ciencias, estamos creando solo una clase de héroes, los
deportivos, y estamos dejando de glorificar a quienes probablemente harán los
descubrimientos científicos que permitirán mejorar nuestra calidad de vida, o
encontrar una cura para el cáncer. En caso contrario se habrá cumplido la
temida profecía de Dante Panzeri quién sostenía que “cuando el héroe del
estadio pasa a ser el héroe de la nación es porque la nación se ha quedado sin
hombres”. O la sentencia maldita de Borges sobre aquello de que “el fútbol es
popular, porque la estupidez es popular”. Tal vez sea hora de que glorifiquemos
a los campeones olímpicos de matemáticas y ciencias de la misma manera en que
glorificamos a los campeones olímpicos de lanzamiento de jabalina o natación.
Pensando el futuro regional desde el disenso. Las ideas expresadas son exclusiva responsabilidad de los autores. De ninguna manera reflejan una opinión grupal, colectiva ni tampoco del administrador del Grupo.
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