Los que analizamos las variables de la actividad económica en nuestro país observamos que a partir del mes de julio de este año comenzó a revertirse la tendencia recesiva que caracterizó el primer semestre, con menor demanda externa de Brasil y Europa, trabas a las importaciones y cerrojo al dólar, entre otras.
Varios analistas y empresarios opinan que la economía argentina, después de un pequeño ciclo de estancamiento, comenzó nuevamente a reactivarse. Algunos sectores lo confirman: la industria que cerró los meses de mayo y junio en rojo, ya en julio comenzó a crecer levemente; la construcción como alternativa segura y tangible de inversión sigue con signo positivo; el consumo -especialmente en alimentos y bebidas- comenzó a dar buenas señales. Todo indica que la desaceleración producida en los primeros seis meses de este año serán levemente revertidos en el segundo semestre.
El optimismo nos dice que ya pasó lo peor, pero también nos indica que lo que vendrá no será similar al crecimiento al que estábamos acostumbrados (casi a tasas chinas). Muy por el contrario, existen muchas variables que deberán corregirse para iniciar un proceso más acorde con la normalidad.
Son muchas las razones que se analizan para determinar que la economía está saliendo de la caída, la desaceleración o el estancamiento. Lo explican razones externas, como el precio de la soja o la reactivación de las exportaciones (especialmente de automotores a nuestro socio estratégico, Brasil); y también acciones internas como el esfuerzo que hace el Gobierno por mantener alto el consumo con emisión monetaria y los subsidios que paga.
Este segundo semestre se va a caracterizar por la falta de confianza, problemas en la actividad económica, disminución del empleo y alta inflación.
Otros indicadores
) A partir de julio de 2011 se observa una disminución constante del Índice de Confianza del Consumidor, llegando a julio de 2012 con niveles de confianza similares a los índices de 1999. La principal causa son los niveles de inflación reflejados por un lado en las negociaciones colectivas de trabajo -que están entre un 20% y un 25%- y la inflación estimada para este mismo período, que sería superior a los porcentajes de aumento de sueldos. Esto significa que la percepción de que la inflación no disminuye genera un clima preocupante entre los consumidores.
b) Según la encuesta de hogares, el crecimiento del empleo en el primer trimestre de 2012 fue del 0,6% respecto del mismo período del 2011, que es la menor tasa en los últimos seis años y la tendencia no es de las mejores.
c) El Indice de Demanda Laboral se ubicó entre abril y julio de este año en el mismo nivel del primer cuatrimestre del 2002, año en que Argentina padeció una de las crisis más importantes de nuestra historia económica.
El empleo y el costo social
La falta de trabajo solamente se resuelve con crecimiento. Para que haya crecimiento tiene que haber inversiones y para que haya inversiones se deben dar condiciones de confianza y estabilidad.
Es necesario que tengamos una política de empleo que no se limite al sector público como el mayor generador de trabajo o a las políticas sociales, sino a generar trabajos genuinos.
Se deben elaborar políticas de crecimiento que realmente sirvan para crear fuentes de trabajo. Recordemos que en la década del 90 hubo crecimiento con desempleo y que durante el gobierno de Ricardo Alfonsín no hubo desempleo, por ejemplo.
El estancamiento o la desaceleración del empleo es quizá un problema más serio desde el punto de vista social que la inflación, ya que cada uno de nosotros está acostumbrado a convivir con ella.
Lo que viene
Los economistas que no coinciden con las políticas del Gobierno, al opinar sobre el futuro de la economía, lo definen como un proceso de “deterioro pero sin crisis”. Es decir, descartan la hipótesis de crisis pero pronostican recesión con inflación, que podría terminar en el 2013 si la cosecha agrícola local es buena y la economía de Brasil mejora.
También advierten sobre las posibles reacciones que pueda tener el Gobierno ante un empeoramiento de las condiciones externas o un mal resultado en las elecciones legislativas del año próximo.
El sector público no muestra signos de moderación en el gasto. Es más, se estima que el mismo se profundizara, ya que la emisión monetaria de $ 60.000 millones es causal de mayor inflación.
Resumiendo, hay dos temas que son estructurales en nuestro país y que, a pesar de la probable mejora del nivel de actividad en este segundo semestre, no mejorarán y se deben buscar soluciones. Estos son: la desaceleración o el estancamiento del empleo y la inflación.
Son problemas muy serios para la ciudadanía, ya que si siguen creciendo producirán y agudizarán desequilibrios no aptos ni recomendables para la instalación o continuidad de cualquier “modelo” que se precie de equitativo. Negarlos o no tratarlos como corresponde nos da la pauta de que la política no los percibe porque no le interesa o no tiene la suficiente sensibilidad social para hacerse cargo, o no sabe combatirlos. Recordemos que el crecimiento de la economía en este segundo semestre no significa revertir la actual tendencia en la disminución del empleo y reducir la inflación. Para ello es necesario implementar una estrategia de inversiones por ahora ausente, que no solo es trabajo del Gobierno sino también de la oposición haciendo propuestas.
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