jueves, 14 de julio de 2011

Defendamos el modelo económico, pero ¿cuál es?

JULIO MORENO, Cdor. Público Nacional, El Tribuno de Salta; 14 jul 2011

Después de la crisis de 2001, la economía de nuestro país creció en mayor proporción de lo que lo hacía el resto de Latinoamérica. El modelo llamado de inclusión social se caracterizó por superávit fiscal y comercial y un dólar competitivo, lo que dio como resultado el incremento en casi cinco millones de los puestos de trabajo, que se lograra jubilar a dos millones y medio de personas, y que tres millones y medio de niños y jóvenes menores de edad comenzaran a cobrar un subsidio que les permitió mejorar su calidad de vida y los obligó a continuar con su educación, entre los logros más significativos.

Hoy este modelo apoyado en los tres pilares básicos está agotado, por no decir que no existe, ya que ya no se dispone de superávit fiscal (mayores ingresos que egresos), el superávit comercial (mayores exportaciones que importaciones) cada día es menor y el tipo de cambio cada vez protege menos la producción nacional.

Hasta 2008 existió un superávit fiscal alto que llegaba al 3% del producto bruto interno (PBI). El Gobierno disponía de recursos para pagar las deudas y comprar dólares sin que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) emitiera dinero. De esta forma se mantenía el tipo de cambio en niveles altos con el objeto de defender el empleo y mantener el saldo comercial elevado.

Con el excesivo incremento del gasto público durante 2010 y 2011, el superávit fiscal se transformó en déficit (mayores gastos que ingresos), al llegar al 0,4% del PBI.

Hoy el Gobierno, como no dispone de recursos genuinos para hacer frente al excesivo gasto público y defender el tipo de cambio, el BCRA emite dinero para cubrir estas necesidades y como la emisión es superior a lo técnicamente correcto, genera inflación, es decir, lo que antes se pagaba con los impuestos que se recaudaban hoy se emite dinero para hacer frente a estos compromisos. ¿Será este el modelo?

Los componentes

Son dos los componentes monetarios que se analizan al estudiar la oferta de dinero, por un lado la creación de dinero y la cantidad de créditos y subsidios que se conceden, recordando que la emisión monetaria y los créditos acordados no deben ser superiores al incremento del PBI (es decir, al crecimiento de la economía) para que no se genere inflación. Como dato ilustrativo observamos que los agregados monetarios en un año hasta el mes de junio pasado crecieron el 38% y el PBI lo hizo al 7%.

Muchos analistas entienden que aunque el modelo de crecimiento no se mantenga, se debe priorizar el actual papel del Estado en la economía, rescatando los logros obtenidos y defendiendo el modelo de inclusión social, sin detenerse mucho en los subsidios mal otorgados o no controlados, el aumento de la pobreza por la inflación, la falta de combustibles por no haber planificado el desarrollo o porque se les cobra impuestos a los productos alimenticios de primera necesidad, etcétera.

No le sirve la inflación

Lo que sí está claro es que el Gobierno con lo que antes pagaba sus deudas con superávit fiscal (impuestos cobrados), hoy lo hace con inflación. Recordando lo perjudicial que es para nuestros bolsillos y la pérdida de competitividad de nuestros productos, entre otras tantas desventajas que produce este aumento permanente de los precios, nos preguntamos: ¿es bueno o malo hacerlo como se está haciendo?

Actualmente esta ecuación cierra en la medida que se controle la inflación, estimando que tampoco bajará hasta tanto el Gobierno logre disminuir el exceso del gasto público, aumente la recaudación de sus impuestos o exista mayor inversión para cubrir el exceso de demanda, tarea que no es menor y requiere de un costo político alto que entiendo en los próximos meses no está dispuesto a asumir.

Otra forma de cubrir el exceso de gastos del Gobierno es a través de la obtención de créditos en el exterior, pero como aún no salimos del default es muy difícil conseguir o tener acceso a los mercados financieros.

¿Qué necesitamos?

Es evidente que actualmente las conjeturas que desde la economía pronostican ajustes pos-

eleccionarios son muchas; algunos pronostican devaluaciones, diminución de los gastos del Gobierno, entiéndase subsidios, obras públicas, etcétera.

Sea quien sea el que gane las elecciones en octubre o en segunda vuelta tendrá que evaluar los actuales gastos del Gobierno, entre ellos: a) los subsidios otorgados por sectores, es decir, a quién beneficiar o a quiénes no. Por ejemplo, los elevados montos entregados al consumo del gas y combustibles, que al no permitirse un aumento en sus precios se ha ocasionado que no se exploren ni exploten nuevos yacimientos por no haber planificado; b) los subsidios otorgados personalizados, para que realmente los reciban quienes los necesiten; c) las obras públicas para que se realicen en función de prioridades y con objetivos estipulados anteriormente; y d) mejorar los controles de los subsidios otorgados.

Con respecto a los que se animan a pronosticar grandes devaluaciones, entiendo que no debemos arriesgarnos a afirmarlo, ya que los desequilibrios en materia de precios internacionales para que nuestros productos sean competitivos se pueden solucionar con subsidios para promover determinadas exportaciones y con retenciones que ya conocemos para solucionar cualquier desequilibrio respecto a los precios en el mercado interno.

Lo importante será generar mayores inversiones, pero para ello es necesario crear condiciones de estabilidad y seguridad jurídica, esto servirá para disminuir el desempleo, para que la pobreza no sea un castigo y para que la redistribución de la riqueza sea real y no un anhelo. ¿Podremos lograrlo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

En plena Pandemia, ¡A reformar la Constitución se ha dicho!

Lic. Félix González Bonorino Sociólogo Nos llega la noticia de que el Gobierno Provincial ha pesentado su propuesta de modificac...