Ricardo Alonso, doctor en ciencias geológicas, El Tribuno, 25 Jul 2011
La naturaleza geográfica y geológica de Salta da lugar a una enorme abundancia de rodados y partículas arrastradas por los ríos que son de gran valor como materiales de construcción. En las distintas unidades geomorfológicas de los Andes del norte argentino como son la Puna, la Cordillera Oriental, las Sierras Subandinas y la Llanura Chaqueña se despliegan toda clase de ríos que drenan desde las altas montañas occidentales en dirección a las llanuras orientales. Profundos cañones y quebradas, valles, torrentes, ríos y arroyos, arrastran en sus cauces los materiales erosionados de las montañas y los transportan aguas abajo, buscando su destino final en el océano Atlántico.
Las fuerzas endógenas o interiores del planeta están empujando hacia arriba el edificio andino, mientras que las fuerzas exógenas o exteriores tratan de destruir los relieves construidos. Esta titánica lucha, que cruza los tiempos geológicos, está hoy activa. Los sismos nos recuerdan que el empuje montañoso continúa; en nuestro caso, producto de la interacción entre la placa oceánica de Nazca y la placa continental Sudamericana. La lluvia, el viento, los hielos y ciertos elementos de la biota trabajan meteorizando los relieves, erosionando y transportando gravitatoriamente las partículas. Las rocas estallan cuando se calientan durante el día y se enfrían durante la noche y este fenómeno es más intenso cuanto mayor sea la amplitud térmica. El agua se congela en los poros de las rocas y estas se rompen por la presión del hielo. La sal y otras sustancias químicas corroen las superficies rocosas; mientras que las raíces de las plantas y las cuevas de animales hacen también su trabajo de destrucción química o biológica. El agua tiene el enorme poder de oxidar los minerales metálicos y alterar a otros, convirtiéndolos en sustancias pulverulentas fáciles de transportar. Un mineral muy común y altamente difundido como la pirita, que es simplemente sulfuro de hierro, se transforma en óxidos e hidróxidos de hierro y libera además ácido sulfúrico, un corrosivo químico altamente efectivo en la descomposición de las rocas. Los feldespatos, minerales comunes en las rocas graníticas y volcánicas, se transforman en arcillas.
Desde las altas montañas, las rocas desnudas sometidas a los agentes meteóricos comienzan su trabajo de liberación de bloques que, al quedar sin sustento, ruedan pendiente abajo. Si pudiéramos seguir virtualmente su recorrido veríamos que la “razón de ser” de cada grano es alcanzar su objetivo último en el océano. Todos nuestros ríos convergen en el Paraná y el Paraná en el océano Atlántico, donde este descarga los sedimentos formando un enorme delta. Delta que se construyó en gran parte a partir de la destrucción de las montañas andinas del noroeste argentino.
Las montañas de Salta y Jujuy están formadas por rocas de la mayoría de los tiempos geológicos, desde el Precámbrico unos 600 millones de años atrás y que son las más viejas, pasando por rocas de las eras Paleozoica, Mesozoica y Cenozoica. Dentro de ese lapso de tiempo geológico se han formado rocas ígneas, tanto plutónicas (granitos), como volcánicas (andesitas, basaltos, riolitas); rocas metamórficas (pizarras, esquistos, gneises); y rocas sedimentarias (conglomerados, areniscas, arcillitas, calizas, yeso, sal), por citar unos pocos ejemplos. Las rocas volcánicas abundan a lo largo y ancho de la Puna. Las rocas graníticas conforman algunos de los grandes cerros como el Nevado de Cachi, el Acay, el Chañi, el Aguilar y la sierra de Cañani, en Santa Victoria. Las rocas metamórficas colindan la mayoría de las serranías al oeste del Valle Calchaquí. Las rocas sedimentarias están profusamente distribuidas en las sierras y serranías de la Cordillera Oriental y Sierras Subandinas y representadas por las cuarcitas rosadas de la Sierra de Mojotoro, las areniscas rojas de los Valles Calchaquíes, las calizas amarillas de la Formación Yacoraite, profusamente presentes en cada rincón de la geografía del NOA (ej., sierras de Rosario de la Frontera, Metán, Lumbreras, Cabra Corral, Maimará, etc.).
Sería imposible enumerar la variedad de formaciones rocosas de origen sedimentario presentes en la región y que cubren ampliamente los periodos Precámbrico, Cámbrico, Ordovícico, Silúrico, Devónico, Carbonífero, Pérmico, Cretácico y Terciario. La máquina de moler rocas que es la naturaleza, esa gigantesca trituradora que desgasta las montañas, va liberando paulatinamente materiales que bajan a los cauces de los ríos desde las laderas en erosión y desde allí son transportados corriente abajo. Los materiales más gruesos van quedando en las cabeceras de las montañas y los más finos son arrastrados mecánicamente o bien disueltos químicamente en las aguas. Basta recorrer las nacientes de los ríos que drenan al Valle de Lerma para descubrir desde grandes bloques, pasando aguas abajo por gravas gruesas, medianas y finas, y aún más abajo arenas gruesas, medianas y finas, hasta el depósito de materiales muy finos como enlame, limos y arcillas. Si las aguas son ligeramente salobres se puede ver una fina costra blanquecina pulverulenta de salitre, tal como ocurre en el río Calchaquí y en forma exagerada en la Puna, donde las aguas son directamente salobres a saladas. La forma y distribución de los rodados y partículas rocosas va a depender del régimen hidráulico de la corriente, del tramo del río en su sector de montaña o de llanura, de la pendiente, de los materiales de aporte y de otros aspectos. Los materiales que se extraen de los ríos o de viejas terrazas o de antiguos cauces para su uso en la construcción reciben el nombre de áridos. Los principales ríos que se explotan para áridos en Salta y que se encuentran bajo fiscalización técnica y ambiental, según la Secretaría de Minería provincial, son: en el departamento La Caldera, los ríos Caldera, Mojotoro y Vaqueros; en el departamento Rosario de Lerma, los ríos Toro y Rosario; en el departamento Anta, los ríos Juramento, Del Valle y Cantera Seca (cantera fuera de cauce); en el departamento Orán, los ríos Blanco, Pescado y Colorado; en el departamento Rosario de la Frontera, los ríos Horcones, Rosario, Las Cañas y Las Conchas; en el departamento Metán, los ríos Metán, Metán Viejo y Cantera Seca (fuera de cauce); el río Arenales (Capital); y el río Tartagal en el departamento homónimo. Una explotación correcta involucra el cumplimiento respecto a la extracción de material en el tercio medio del cauce, la acumulación de descartes en forma continua en ambos márgenes del río y el mantenimiento y limpieza del cauce, según establecen las normativas sobre extracción de áridos actualmente vigentes. Las calidades de los áridos varían grandemente de un río a otro. Las gravas del río Toro son completamente distintas a las gravas del río Vaqueros, aun cuando ambos drenan la misma cadena montañosa al occidente del Valle de Lerma. Más allá de los tecnicismos, lo importante es que los ríos de Salta se encuentran “aluvionando”, es decir, sus cauces están subiendo el nivel por la incapacidad de transportar el grueso de los materiales que reciben. Cuantos más materiales se extraigan, mejor. Las inundaciones y la vida útil de puentes y defensas dependen en gran parte de ello.
Pensando el futuro regional desde el disenso. Las ideas expresadas son exclusiva responsabilidad de los autores. De ninguna manera reflejan una opinión grupal, colectiva ni tampoco del administrador del Grupo.
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