Felipe H. Medina
Lic. en Ciencias Religiosas
Director San Pablo Salta
- Desde Belén somos llamados a la reconciliación
- "El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido...El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta" (1a. Corintios 13, 4-5;7)
La preparación de la Navidad y el Año Nuevo pone a todos en un clima de fiesta, y esa tensión y emoción
suele alterar nuestro ánimo. A veces para bien, y otras no tanto. Mueve la
nostalgia de los seres queridos que se fueron, y somos invadidos por una fuerte corriente consumista donde necesitamos
comprar de todo hasta las cosas inservibles.
Si sumamos el costo de las fiestas y las exigencias impuestas
por las costumbres y la sociedad de consumo entramos en un clima de nerviosismo
que nos lleva a olvidar lo importante. ¿Qué es la Navidad?, ¿qué implica
celebrar un año nuevo? nos deseamos felicidades y estamos pendiente de los
amigos que hemos perdido convencidos de que ellos fueron culpables y la
irritación nos lleva a generar conflictos con los cercanos, con quienes debemos
compartir la mesa y los festejos.
La Navidad es la
celebración del nacimiento de Jesús, príncipe de la Paz, es el rostro
misericordioso de Dios Padre, y nos llama a la reconciliación y el perdón. Y el
Apóstol Pablo, nos describe en la Carta a los Corintios como es el amor. Y si
pensamos celebrar estas fiestas sería muy bueno que cada uno de nosotros se
detuviera un momento a pensar. Hacer un alto en el camino, salir de la rutina y
mirar lo recorrido durante el año. Rectificar caminos, corregir desaciertos,
pedir perdón, perdonar y perdonarse. Sería muy bueno serenarse frente a tantas
exigencias de consumo, y compartir las ideas de la fiestas con la familia o los
amigos, con quienes vayamos a reunirnos. Evitar la irritación, los arrebatos de
carácter, de voz, de gestos y vivir el amor plenamente. Eso es Navidad. Vivimos
en una sociedad fraccionada, enfrentada por partidismos, ideologías, rencores
y envidias. Navidad es superar desde el
amor generoso que soporta todo. Y construir espacios de paz, espacios pequeños
que sumados van a generar la gran ciudad del amor. Quizás un lista de aquellas
personas con las que tengo que disculparme, o aquellas quienes debo perdonar,
me darían un lindo tono para comenzar a preparar el corazón para el nacimiento
de Jesús. Jesús Niño es esperanza y reconciliación.
Y Año Nuevo es la fiesta de la esperanza, entre las 23.59 y
las 0.00 horas apenas hay un segundo de tiempo, y la vida continua igual a
pesar del segundo que anuncia el fin del año vigente y el nacimiento de uno
nuevo. Pero las expectativas que se mueven en nuestra mente y nuestro corazón
son el motor de la esperanza. Soltamos lágrimas, manifestamos con gestos y
palabras profundos deseos de felicidad. Sería propicio comenzar un año en paz,
con un sentido más profundo de responsabilidad y cargado de sueños y proyectos.
Quien no sueña a lo grande no construye a lo grande, quien no se esfuerza por
conseguir sus sueños se despierta en la frustración. Comenzar un Año Nuevo es
un gran desafío y la Vida es don y es tarea. La fe no es magia, la magia es
ilusión. La fe implica compromiso, tarea, espíritu solidario. Soñar, Creer,
Construir. El motor es la fe y el combustible es el amor.
Navidad y Año Nuevo
deben ser fiestas de paz y de amor, de sueños y esperanzas, de reconciliación y
perdón. Fiestas de la misericordia. Dios no se cansa de perdonar y amar. Nosotros
tampoco.
Ya llega el Niño Dios.
Para recibirlo no tenemos que permitir que…
El mucho hacer nos agote…
Las apariencias nos oculten el verdadero rostro de las personas...
Lo que tenemos nos impida demostrar los sentimientos…
Lo que hacen los demás se convierta en nuestra regla de vida…
Las rabias, el odio y el cinismo ahoguen los sentimientos de nuestro
corazón...
La lucha diaria mate nuestros sueños y anhelos...
El egoísmo nos domine y nos gobierne…
El dolor nos quite la serenidad…
Los chismes nos corrompan el corazón y dominen nuestra lengua…
La desesperación nos ahogue el alma…
No hay comentarios:
Publicar un comentario