Ricardo Alonso, doctor en ciencias geológicas, El Tribuno, 11 abr 2011
Los salares son cuencas cerradas que se formaron por la evaporación de las aguas que confluyen en su interior.
La última vez que el mar cubrió la Puna fue en la época de los dinosaurios, hace 70 y 65 millones de años.
El Club Amigos de la Montaña de Salta dicta desde hace 25 años un curso anual de montañismo. El miércoles 6 de abril de 2011 fui invitado por ellos a disertar en el Museo de Arqueología de Alta Montaña (Maam) sobre el origen y la evolución de nuestras montañas y de los Andes del norte argentino. La oportunidad me resultó propicia para realizar un sentido homenaje al Dr. Carlos H. Moreno Espelta, fallecido en 2010, quien fuera uno de los grandes profesores de Geología de la Universidad Nacional de Salta, junto a otros como Marcelo Figueroa Caprini, Antonio Igarzabal y Domingo Jakúlica, a todos ellos, también fallecidos, les dediqué en 2007 mi libro sobre la historia geológica de Salta y de los Andes. Además recordé mi paso por la institución donde ingresé en 1972, y a quienes formaban parte entonces del equipo directivo como Roberto Vitry y Juanito Fadel, además de numerosos andinistas que luego harían historia.
Restos de antiguos mares
En el marco de la conferencia y de las consultas del público, surgió el tema de si los salares de la Puna son restos de antiguos mares. La respuesta es no. Obviamente que quien visita por primera vez un salar y ve esas grandes extensiones blancas como espejos reverberantes, formadas de sal pura, sólo atina a pensar que alguna vez hubo allí un mar que se desecó. Esto es lo que claramente le indica el sentido común.
Lo mismo ocurre cuando se encuentra con esos pozos en los salares, llenos de agua color turquesa (producto del reflejo de la luz solar sobre el fondo blanco), y a los cuales llaman “ojos de mar”, por lo que vuelve a creer que efectivamente está contemplando restos marinos. Pero no, ésas son vertientes o salidas de agua subterránea, generalmente de aguas salobres o saladas, que forman parte del ciclo hidrológico natural de las depresiones cerradas andinas. La confusión se vuelve mayor cuando en películas como “La deuda interna”, con la actuación de Juan José Camero, se ve a un pastor de la Puna que levanta del piso de las Salinas Grandes una caracola marina y escucha los sonidos que le trae el viento. Obviamente una caracola del mar Caribe como la que se muestra en la película, semienterrada en la sal, da esa idea de un viejo mar allí desecado. Y ya se sabe que una imagen vale por mil palabras.
Cuencas cerradas
Ahora bien ¿qué son entonces los salares? Los salares de la Puna son cuencas cerradas, esto es, con drenaje interno, que se formaron por la evaporación de todas las aguas continentales que confluyen en su interior, tanto superficiales como subterráneas, y que dejaron allí su carga de sales. Entre esas sales, formadas por evaporación y que reciben el nombre de evaporitas, se encuentran la sal común o cloruro de sodio (halita), el sulfato de calcio (yeso), el sulfato de sodio (mirabilita, thenardita), el carbonato de sodio y los boratos, principalmente el borato común de calcio y sodio llamado ulexita y el borato de sodio (bórax o tincal). Si bien la sal y el yeso aparecen abundantemente en ambientes marinos, las demás son esencialmente de regiones desérticas continentales. Los restos de plantas podridas debajo de la sal, las microscópicas diatomeas, las capas que se extienden en profundidad compuestas por arcillas, limos, arenas y cenizas volcánicas, en fin todo lo que contiene un salar en la superficie y en el subsuelo es de neto origen continental. La última vez que el mar cubrió lo que hoy es la Puna fue hacia fines de la época de los dinosaurios, entre 70 y 65 millones de años atrás, en el Cretácico superior. Como registro de esa época quedaron las capas de calizas amarillas de la Formación Yacoraite, las que contienen estromatolitos, gasterópodos, bivalvos, restos de peces y otros fósiles, además de mineralizaciones de uranio, cobre y vanadio.
Un mar cálido y tropical
Ese mar cálido y tropical, en cuyas playas se paseaban los dinosaurios que dejaron grabadas sus huellas para la posteridad, cubría gran parte del norte chileno y argentino, y alcanzaba Paraguay, así como el altiplano boliviano y peruano. Al romperse la corteza para dar lugar al levantamiento de los Andes, esas capas de calizas fueron elevadas en unos lugares y hundidas en otros, razón por la cual se encuentran a más de 4 km de altura en la Puna y a más de 6 km de profundidad en el borde oriental andino, donde son portadoras de petróleo. Esto ejemplifica que los Andes del norte argentino están rotos al menos 10 km en sentido vertical. Ahora bien, cuando nos remontamos al profundo pasado geológico vamos a encontrar que el territorio que hoy ocupa Salta estuvo bajo el mar en muchas oportunidades.
Los primeros antecedentes
Las rocas marinas más antiguas que tenemos son las de la Formación Puncoviscana, depositadas en un viejo océano, entre 550 y 600 millones de años atrás y que son esas lajas grises que podemos apreciar cuando recorremos el camino por la Quebrada del Toro. La quebrada corta profundamente en esas rocas y el río corre encajonado entre ellas desde el Gólgota o Ingeniero Maury hasta cerca de Campo Quijano. Dichas rocas forman también el núcleo de las sierras de Lesser y de Castilla, entre otros cordones geográficos del NOA. En aquella época no había todavía invertebrados con conchillas duras o exoesqueletos y, por lo tanto, los únicos fósiles allí presentes corresponden a marcas de gusanos que se arrastraron en los barros del fondo oceánico. Luego lo que hoy es Salta fue cubierto por otros mares a lo largo de toda la época paleozoica. En el Cámbrico se depositaron las arenas cuarzosas de una plataforma marina somera que hoy forman el llamado Grupo Mesón, unas rocas cuarcíticas rosadas muy comunes en la Quebrada de Humahuaca; en el Ordovícico el Grupo Santa Victoria, caracterizado por grandes cantidades de conchillas fósiles y trilobites, entre ellas las rocas que forman el cerro San Bernardo; luego los mares del Silúrico, con formaciones de mineral de hierro como las de Zapla-Unchimé; el Devónico, rico en depósitos de gas; y el Carbonífero y Pérmico, bien expuesto en el subsuelo de la selva salteña de Orán.
La última entrada
La última vez que el mar se acercó al noroeste argentino fue durante la ingresión marina Paranense, unos 12 a 14 millones de años atrás, en una época en la que el nivel de los océanos mundiales estaba alto, los Andes en formación empujaban fuertemente y el continente sudamericano se hundía para compensar el levantamiento de la cadena andina. Como se aprecia, a lo largo del tiempo geológico el actual territorio de Salta estuvo muchas veces cubierto por el mar, a veces con playas someras, plataformas continentales, o bien sumergido en el océano profundo.
Pensando el futuro regional desde el disenso. Las ideas expresadas son exclusiva responsabilidad de los autores. De ninguna manera reflejan una opinión grupal, colectiva ni tampoco del administrador del Grupo.
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