Ricardo Alonso, doctor en ciencias geológicas, El Tribuno, 11 abr 2011
Los salares son cuencas cerradas que se formaron por la evaporación de las aguas que confluyen en su interior.
La última vez que el mar cubrió la Puna fue en la época de los dinosaurios, hace 70 y 65 millones de años.
El Club Amigos de la Montaña de Salta dicta desde hace 25 años un curso anual de montañismo. El miércoles 6 de abril de 2011 fui invitado por ellos a disertar en el Museo de Arqueología de Alta Montaña (Maam) sobre el origen y la evolución de nuestras montañas y de los Andes del norte argentino. La oportunidad me resultó propicia para realizar un sentido homenaje al Dr. Carlos H. Moreno Espelta, fallecido en 2010, quien fuera uno de los grandes profesores de Geología de la Universidad Nacional de Salta, junto a otros como Marcelo Figueroa Caprini, Antonio Igarzabal y Domingo Jakúlica, a todos ellos, también fallecidos, les dediqué en 2007 mi libro sobre la historia geológica de Salta y de los Andes. Además recordé mi paso por la institución donde ingresé en 1972, y a quienes formaban parte entonces del equipo directivo como Roberto Vitry y Juanito Fadel, además de numerosos andinistas que luego harían historia.
Restos de antiguos mares
En el marco de la conferencia y de las consultas del público, surgió el tema de si los salares de la Puna son restos de antiguos mares. La respuesta es no. Obviamente que quien visita por primera vez un salar y ve esas grandes extensiones blancas como espejos reverberantes, formadas de sal pura, sólo atina a pensar que alguna vez hubo allí un mar que se desecó. Esto es lo que claramente le indica el sentido común.
Lo mismo ocurre cuando se encuentra con esos pozos en los salares, llenos de agua color turquesa (producto del reflejo de la luz solar sobre el fondo blanco), y a los cuales llaman “ojos de mar”, por lo que vuelve a creer que efectivamente está contemplando restos marinos. Pero no, ésas son vertientes o salidas de agua subterránea, generalmente de aguas salobres o saladas, que forman parte del ciclo hidrológico natural de las depresiones cerradas andinas. La confusión se vuelve mayor cuando en películas como “La deuda interna”, con la actuación de Juan José Camero, se ve a un pastor de la Puna que levanta del piso de las Salinas Grandes una caracola marina y escucha los sonidos que le trae el viento. Obviamente una caracola del mar Caribe como la que se muestra en la película, semienterrada en la sal, da esa idea de un viejo mar allí desecado. Y ya se sabe que una imagen vale por mil palabras.
Cuencas cerradas
Ahora bien ¿qué son entonces los salares? Los salares de la Puna son cuencas cerradas, esto es, con drenaje interno, que se formaron por la evaporación de todas las aguas continentales que confluyen en su interior, tanto superficiales como subterráneas, y que dejaron allí su carga de sales. Entre esas sales, formadas por evaporación y que reciben el nombre de evaporitas, se encuentran la sal común o cloruro de sodio (halita), el sulfato de calcio (yeso), el sulfato de sodio (mirabilita, thenardita), el carbonato de sodio y los boratos, principalmente el borato común de calcio y sodio llamado ulexita y el borato de sodio (bórax o tincal). Si bien la sal y el yeso aparecen abundantemente en ambientes marinos, las demás son esencialmente de regiones desérticas continentales. Los restos de plantas podridas debajo de la sal, las microscópicas diatomeas, las capas que se extienden en profundidad compuestas por arcillas, limos, arenas y cenizas volcánicas, en fin todo lo que contiene un salar en la superficie y en el subsuelo es de neto origen continental. La última vez que el mar cubrió lo que hoy es la Puna fue hacia fines de la época de los dinosaurios, entre 70 y 65 millones de años atrás, en el Cretácico superior. Como registro de esa época quedaron las capas de calizas amarillas de la Formación Yacoraite, las que contienen estromatolitos, gasterópodos, bivalvos, restos de peces y otros fósiles, además de mineralizaciones de uranio, cobre y vanadio.
Un mar cálido y tropical
Ese mar cálido y tropical, en cuyas playas se paseaban los dinosaurios que dejaron grabadas sus huellas para la posteridad, cubría gran parte del norte chileno y argentino, y alcanzaba Paraguay, así como el altiplano boliviano y peruano. Al romperse la corteza para dar lugar al levantamiento de los Andes, esas capas de calizas fueron elevadas en unos lugares y hundidas en otros, razón por la cual se encuentran a más de 4 km de altura en la Puna y a más de 6 km de profundidad en el borde oriental andino, donde son portadoras de petróleo. Esto ejemplifica que los Andes del norte argentino están rotos al menos 10 km en sentido vertical. Ahora bien, cuando nos remontamos al profundo pasado geológico vamos a encontrar que el territorio que hoy ocupa Salta estuvo bajo el mar en muchas oportunidades.
Los primeros antecedentes
Las rocas marinas más antiguas que tenemos son las de la Formación Puncoviscana, depositadas en un viejo océano, entre 550 y 600 millones de años atrás y que son esas lajas grises que podemos apreciar cuando recorremos el camino por la Quebrada del Toro. La quebrada corta profundamente en esas rocas y el río corre encajonado entre ellas desde el Gólgota o Ingeniero Maury hasta cerca de Campo Quijano. Dichas rocas forman también el núcleo de las sierras de Lesser y de Castilla, entre otros cordones geográficos del NOA. En aquella época no había todavía invertebrados con conchillas duras o exoesqueletos y, por lo tanto, los únicos fósiles allí presentes corresponden a marcas de gusanos que se arrastraron en los barros del fondo oceánico. Luego lo que hoy es Salta fue cubierto por otros mares a lo largo de toda la época paleozoica. En el Cámbrico se depositaron las arenas cuarzosas de una plataforma marina somera que hoy forman el llamado Grupo Mesón, unas rocas cuarcíticas rosadas muy comunes en la Quebrada de Humahuaca; en el Ordovícico el Grupo Santa Victoria, caracterizado por grandes cantidades de conchillas fósiles y trilobites, entre ellas las rocas que forman el cerro San Bernardo; luego los mares del Silúrico, con formaciones de mineral de hierro como las de Zapla-Unchimé; el Devónico, rico en depósitos de gas; y el Carbonífero y Pérmico, bien expuesto en el subsuelo de la selva salteña de Orán.
La última entrada
La última vez que el mar se acercó al noroeste argentino fue durante la ingresión marina Paranense, unos 12 a 14 millones de años atrás, en una época en la que el nivel de los océanos mundiales estaba alto, los Andes en formación empujaban fuertemente y el continente sudamericano se hundía para compensar el levantamiento de la cadena andina. Como se aprecia, a lo largo del tiempo geológico el actual territorio de Salta estuvo muchas veces cubierto por el mar, a veces con playas someras, plataformas continentales, o bien sumergido en el océano profundo.
Pensando el futuro regional desde el disenso. Las ideas expresadas son exclusiva responsabilidad de los autores. De ninguna manera reflejan una opinión grupal, colectiva ni tampoco del administrador del Grupo.
lunes, 11 de abril de 2011
sábado, 9 de abril de 2011
Las máquinas de votar y sus fantasmas
ARMANDO J. FREZZE, Abogado, ex juez de la Corte de Justicia de Salta, El Tribuno, 6 abr 2011
Las dudas sobre la transparencia que puede ofrecer el voto electrónico continúan. Desde las planteadas a mediados del año pasado por la senadora Sonia Escudero, fundamentadas en que el sistema no permite el control ciudadano, hasta la formulada hace pocos días por el Ing. Diego Saravia, especialista en informática, quien señaló que el sistema tiene potenciales problemas que restan garantías a los participantes, como por ejemplo la falta de publicación del código fuente del software, que permitiría saber con certeza cómo funciona el sistema. Frente a ese desconocimiento, dice el profesional, resulta obligado realizar una auditoría después de la votación que verifique por lo menos la mitad de las mesas para asegurarse de que resultan verdaderas las cifras que hayan emitido la máquinas. “Eso es lo que le pidió la Fundación Carter al presidente Hugo Chávez cuando le tocó auditar al sistema de los venezolanos, que es bastante parecido al nuestro” explicó. Se refería al referendo del 15 de agosto de 2004, cuya votación fue monitoreada por la Fundación Carter y por comisionados de la OEA. Esos comicios fueron cuestionados por la oposición venezolana afirmando que se había cometido “un enorme fraude cibernético”, pero los observadores internacionales sólo dictaminaron que “no hubo irregularidades suficientes como para alterar los resultados del plebiscito”.
El tema fue analizado en detalle por el periodista Andrés Oppenheimer en su libro “Cuentos chinos”. Oppenheimer, columnista de The Miami Herald, cubrió personalmente el desarrollo del referendo y advirtió que hubo elementos que permiten otorgar el beneficio de la duda a las conclusiones de los observadores internacionales. Recuerda en su libro que Chávez puso gran cantidad de trabas al monitoreo que debían realizar los veedores extranjeros y así logró que se retiraran, a días de la votación, los representantes de la Unión Europea. La mayor duda que quedó flotando apuntaba al sistema de votación electrónico, que era nuevo y se estrenaba en esa ocasión sin haber sido testeado antes en ninguna parte del mundo.
En la misma semana que el Ing. Saravia expresó su postura, la comunidad también se pronunciaba mayoritariamente en contra. Un diario on line local preguntaba: ¿Piensa que el voto electrónico puede favorecer maniobras fraudulentas? De las 980 respuestas enviadas, el 58,70% de ellas eran afirmativas, el 40,22 % no creía que el voto electrónico favoreciera al fraude mientras que al 1,09% restante la cuestión le resultaba indiferente.
El Dr. Rodolfo J. Urtubey, ex presidente de la Corte de Justicia de Salta 1991-1999 y ex presidente del Tribunal Electoral, en una columna publicada en 2009 por El Tribuno, expresaba que en el 2004 un dictamen del National Institute of Standar and Technology (NIST) consideró que el sistema de voto electrónico no era confiable en cuanto a la exactitud y resultaba susceptible de ser hackeado. La nota recordaba la elección presidencial del 2000 en EEUU que tuvo que ser dirimida por la Suprema Corte de ese país, algo que ocurría por primera vez en su historia, y que instaló la idea de que las máquinas “touch screen” -como las que se usan en Salta- habían sido manipuladas en el estado de Florida, gobernado en ese tiempo por el hermano del candidato presidencial. Señalaba el Dr. Urtubey que en EEUU tuvieron una vasta utilización en los "90, pero que ahora están descartadas poniendo como ejemplo el hecho de que en 2008, cuando fue elegido Barack Obama, prevaleció el voto con boletas de papel pero que estaban diseñadas de tal modo que permitían su escaneo óptico, el cual acelera el acceso a los resultados al suprimir el conteo manual.
Pareciera ser que por más de un motivo la exactitud de las “máquinas de votar” tiene un margen de duda que las hace cuestionables. Pero sería erróneo inferir de ello una conclusión excluyente: que esa potencial falencia beneficie únicamente a quien esté en el gobierno. La lógica indica que si la máquina es vulnerable, su vulnerabilidad puede favorecer la manipulación por parte de cualquiera, participantes o ajenos. Es que existe una larga cadena de sucesos enlazados entre sí: fabricación, provisión, traslado, instalación, mantenimiento, ajustes y otros eventos que involucran la participación de terceros que hacen pensar que el control absoluto resultaría materialmente imposible, o casi; la política no está exenta de travesuras. Por suerte, sólo se trata de meras cavilaciones conjeturales.
Las dudas sobre la transparencia que puede ofrecer el voto electrónico continúan. Desde las planteadas a mediados del año pasado por la senadora Sonia Escudero, fundamentadas en que el sistema no permite el control ciudadano, hasta la formulada hace pocos días por el Ing. Diego Saravia, especialista en informática, quien señaló que el sistema tiene potenciales problemas que restan garantías a los participantes, como por ejemplo la falta de publicación del código fuente del software, que permitiría saber con certeza cómo funciona el sistema. Frente a ese desconocimiento, dice el profesional, resulta obligado realizar una auditoría después de la votación que verifique por lo menos la mitad de las mesas para asegurarse de que resultan verdaderas las cifras que hayan emitido la máquinas. “Eso es lo que le pidió la Fundación Carter al presidente Hugo Chávez cuando le tocó auditar al sistema de los venezolanos, que es bastante parecido al nuestro” explicó. Se refería al referendo del 15 de agosto de 2004, cuya votación fue monitoreada por la Fundación Carter y por comisionados de la OEA. Esos comicios fueron cuestionados por la oposición venezolana afirmando que se había cometido “un enorme fraude cibernético”, pero los observadores internacionales sólo dictaminaron que “no hubo irregularidades suficientes como para alterar los resultados del plebiscito”.
El tema fue analizado en detalle por el periodista Andrés Oppenheimer en su libro “Cuentos chinos”. Oppenheimer, columnista de The Miami Herald, cubrió personalmente el desarrollo del referendo y advirtió que hubo elementos que permiten otorgar el beneficio de la duda a las conclusiones de los observadores internacionales. Recuerda en su libro que Chávez puso gran cantidad de trabas al monitoreo que debían realizar los veedores extranjeros y así logró que se retiraran, a días de la votación, los representantes de la Unión Europea. La mayor duda que quedó flotando apuntaba al sistema de votación electrónico, que era nuevo y se estrenaba en esa ocasión sin haber sido testeado antes en ninguna parte del mundo.
En la misma semana que el Ing. Saravia expresó su postura, la comunidad también se pronunciaba mayoritariamente en contra. Un diario on line local preguntaba: ¿Piensa que el voto electrónico puede favorecer maniobras fraudulentas? De las 980 respuestas enviadas, el 58,70% de ellas eran afirmativas, el 40,22 % no creía que el voto electrónico favoreciera al fraude mientras que al 1,09% restante la cuestión le resultaba indiferente.
El Dr. Rodolfo J. Urtubey, ex presidente de la Corte de Justicia de Salta 1991-1999 y ex presidente del Tribunal Electoral, en una columna publicada en 2009 por El Tribuno, expresaba que en el 2004 un dictamen del National Institute of Standar and Technology (NIST) consideró que el sistema de voto electrónico no era confiable en cuanto a la exactitud y resultaba susceptible de ser hackeado. La nota recordaba la elección presidencial del 2000 en EEUU que tuvo que ser dirimida por la Suprema Corte de ese país, algo que ocurría por primera vez en su historia, y que instaló la idea de que las máquinas “touch screen” -como las que se usan en Salta- habían sido manipuladas en el estado de Florida, gobernado en ese tiempo por el hermano del candidato presidencial. Señalaba el Dr. Urtubey que en EEUU tuvieron una vasta utilización en los "90, pero que ahora están descartadas poniendo como ejemplo el hecho de que en 2008, cuando fue elegido Barack Obama, prevaleció el voto con boletas de papel pero que estaban diseñadas de tal modo que permitían su escaneo óptico, el cual acelera el acceso a los resultados al suprimir el conteo manual.
Pareciera ser que por más de un motivo la exactitud de las “máquinas de votar” tiene un margen de duda que las hace cuestionables. Pero sería erróneo inferir de ello una conclusión excluyente: que esa potencial falencia beneficie únicamente a quien esté en el gobierno. La lógica indica que si la máquina es vulnerable, su vulnerabilidad puede favorecer la manipulación por parte de cualquiera, participantes o ajenos. Es que existe una larga cadena de sucesos enlazados entre sí: fabricación, provisión, traslado, instalación, mantenimiento, ajustes y otros eventos que involucran la participación de terceros que hacen pensar que el control absoluto resultaría materialmente imposible, o casi; la política no está exenta de travesuras. Por suerte, sólo se trata de meras cavilaciones conjeturales.
jueves, 7 de abril de 2011
Los trabajadores, entre aumentos de salarios y disminución de ganancias
JULIO MORENO, Cdor. Público Nacional, El Tribuno de Salta; 6 abr 2011
La semana pasada entre el Gobierno y la CGT se cerraron dos acuerdos. En el primero, el líder de la CGT, Hugo Moyano, fijó el tope del 24% de aumento de sueldos en la paritaria de los camioneros. La suba se cobrará en tres veces. En el segundo, la Presidenta aumentó un 20% el mínimo no imponible en el impuesto a las Ganancias que grava los salarios de los trabajadores.
Ambos hicieron las paces después de la amenaza de paro general. Entiendo que hubo un pacto, por cuanto Moyano tuvo que sacrificar un porcentaje significativo de aumento en las remuneraciones de los camioneros, para que quede como antecedente en futuras paritarias de otros gremios. Pero desde la Casa Rosada -por iniciativa y pedido de la CGT- la Presidenta anunció la disminución en el impuesto a las Ganancias como una forma de reconocer esta gestión.
Algunos dirigentes gremiales entienden que fue un triunfo, ya que la CGT logró lo que la oposición no pudo en la Cámara de Diputados por falta de quórum. En cambio, desde el Gobierno descartan cualquier lectura política en términos de acuerdo por el aumento del mínimo no imponible en el impuesto a las Ganancias, la paritaria sindical del gremio de camioneros y la relación entre el oficialismo y el líder de la CGT.
Varios dirigentes políticos cuestionaron el incremento del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias, por considerarlo insuficiente y también por la forma en que se instrumentó, ya que correspondía hacerlo por ley y no a través de una resolución de la Afip. Criticaron además la legalidad de esta medida, porque fue instrumentada desde el Gobierno para quitarle rédito político a la oposición.
Los alcances del aumento
El impuesto a las Ganancias grava, entre otros hechos, las retribuciones que obtienen los trabajadores en relación de dependencia. Para determinar el monto a pagar, se procede de la siguiente manera: al total de salarios cobrados por el trabajador durante un año se le restan primero lo que conocemos como mínimo no imponible y otras deducciones. A ese resultado se le aplica la escala progresiva que va del 0 al 36% y se determina así el importe a pagar. Esto implica que, a mayor retribución, mayor pago de impuesto.
Según información presentada por la Afip, de un total de 7,4 millones de asalariados registrados, con el aumento anunciado solamente 802.475 pasarán a tributar el impuesto a las Ganancias. El organismo aclaró que en 2010 entraron en este régimen 1,2 millones de asalariados.
A este dato le falta adicionar los trabajadores que volverán a ser contribuyentes cuando reciban los aumentos de sueldos acordados en las paritarias, situación que resulta obvia ya que los aumentos rondan el 24% y las deducciones aumentaron sólo el 20%. La lógica nos dice que aumentará la cantidad de trabajadores que deban tributar este impuesto.
Críticas y elogios
Un sindicato presentó un recurso que pide eliminar el “impuesto al salario”, calificándolo de “injusto e inconstitucional”. La CTA pidió derogarlo o subir al doble el mínimo no imponible. También la CGT propuso algo parecido, manteniendo la carga impositiva sólo para niveles jerárquicos.
Muchos autores coinciden en que el impuesto a las Ganancias de los trabajadores en relación de dependencia está mal llamado, por considerar que la retribución por el trabajo no es una ganancia y no debería estar grabado por esa ley.
En muchos países que lo cobran, lo denominan impuesto sobre los salarios o sobre los ingresos personales. Pero la discusión no debe pasar por la denominación, sino por instrumentar o no un nuevo tributo de base amplia y global que paguen todos los trabajadores por sus retribuciones.
Este impuesto que grava los sueldos de los trabajadores no es equitativo, ya que no lo pagan todos los trabajadores sino sólo los que más ganan. Además, la tasa del impuesto va creciendo a medida que aumentan los montos cobrados. Esto quiere decir que aparte de ser inequitativo, es doblemente progresivo.
Cualquier impuesto tiene que ser igual para todos. Se deben buscar la equidad tributaria y la equidad económica. En el caso del aumento del mínimo no imponible, solamente se buscó la equidad económica.
En realidad el aumento del mínimo no imponible en el impuesto a las Ganancias fue una propuesta de la oposición que el oficialismo capitalizó políticamente. Pero este tema dio para más, ya que lo pudieron analizar y capitalizar desde distintos sectores que se comprometieron y/o tienen participación directa o indirecta con estas medidas. Estos fueron los logros y mensajes de cada uno:
-Las empresas podrán mostrar que abonan mayores salarios.
-Los sindicalistas, que se preocupan por mejorar el ingreso de los trabajadores.
-Los políticos oficialistas capitalizan esta decisión opinando que mejorar el salario contribuye en la lucha por la distribución de la riqueza.
-Los políticos de la oposición exigen que se respeten las instituciones, reclamando que las modificaciones en los impuestos se deben hacer por ley y no por un simple anuncio del Poder Ejecutivo, en este caso una resolución de la Afip.
-Los medios de comunicación, porque instalaron el tema en la opinión pública.
-Los técnicos y algunos economistas piensan que el aumentar la cantidad de dinero en circulación y el consumo generará mayor inflación.
-Por último, los trabajadores que se beneficiaron con este anuncio, agradecidos.
En realidad este aumento del mínimo no imponible solamente implica mejoras para el 10% de los empleados registrados y apenas alcanza al 5% del total de los trabajadores ocupados.
¿Qué estamos haciendo con el sector de trabajadores informales que no tienen acceso a la salud o a la jubilaciones, entre otros beneficios? ¿Qué futuro les espera o cómo pueden reaccionar cuando nuestra presidenta anuncia que ha aumentado el mínimo no imponible a los trabajadores que están inscriptos y reciben su sueldo en blanco, cuando en realidad tendría que buscar que se termine el trabajo informal y que todas las medidas que se anuncien para beneficiar a los trabajadores sean para todo el universo de trabajadores y no para un 5%; es decir, para el 100% de las personas que trabajan en relación de dependencia?
El anuncio de medidas como éstas, en un marco preelectoral y debido a la poca significación de este anuncio, me hace acordar a un juego que jugamos y cantamos todos alguna vez y en el que una de sus frases dice así: “cada cual, cada cual atiende su juego”. ¿Quién no lo recuerda?
La semana pasada entre el Gobierno y la CGT se cerraron dos acuerdos. En el primero, el líder de la CGT, Hugo Moyano, fijó el tope del 24% de aumento de sueldos en la paritaria de los camioneros. La suba se cobrará en tres veces. En el segundo, la Presidenta aumentó un 20% el mínimo no imponible en el impuesto a las Ganancias que grava los salarios de los trabajadores.
Ambos hicieron las paces después de la amenaza de paro general. Entiendo que hubo un pacto, por cuanto Moyano tuvo que sacrificar un porcentaje significativo de aumento en las remuneraciones de los camioneros, para que quede como antecedente en futuras paritarias de otros gremios. Pero desde la Casa Rosada -por iniciativa y pedido de la CGT- la Presidenta anunció la disminución en el impuesto a las Ganancias como una forma de reconocer esta gestión.
Algunos dirigentes gremiales entienden que fue un triunfo, ya que la CGT logró lo que la oposición no pudo en la Cámara de Diputados por falta de quórum. En cambio, desde el Gobierno descartan cualquier lectura política en términos de acuerdo por el aumento del mínimo no imponible en el impuesto a las Ganancias, la paritaria sindical del gremio de camioneros y la relación entre el oficialismo y el líder de la CGT.
Varios dirigentes políticos cuestionaron el incremento del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias, por considerarlo insuficiente y también por la forma en que se instrumentó, ya que correspondía hacerlo por ley y no a través de una resolución de la Afip. Criticaron además la legalidad de esta medida, porque fue instrumentada desde el Gobierno para quitarle rédito político a la oposición.
Los alcances del aumento
El impuesto a las Ganancias grava, entre otros hechos, las retribuciones que obtienen los trabajadores en relación de dependencia. Para determinar el monto a pagar, se procede de la siguiente manera: al total de salarios cobrados por el trabajador durante un año se le restan primero lo que conocemos como mínimo no imponible y otras deducciones. A ese resultado se le aplica la escala progresiva que va del 0 al 36% y se determina así el importe a pagar. Esto implica que, a mayor retribución, mayor pago de impuesto.
Según información presentada por la Afip, de un total de 7,4 millones de asalariados registrados, con el aumento anunciado solamente 802.475 pasarán a tributar el impuesto a las Ganancias. El organismo aclaró que en 2010 entraron en este régimen 1,2 millones de asalariados.
A este dato le falta adicionar los trabajadores que volverán a ser contribuyentes cuando reciban los aumentos de sueldos acordados en las paritarias, situación que resulta obvia ya que los aumentos rondan el 24% y las deducciones aumentaron sólo el 20%. La lógica nos dice que aumentará la cantidad de trabajadores que deban tributar este impuesto.
Críticas y elogios
Un sindicato presentó un recurso que pide eliminar el “impuesto al salario”, calificándolo de “injusto e inconstitucional”. La CTA pidió derogarlo o subir al doble el mínimo no imponible. También la CGT propuso algo parecido, manteniendo la carga impositiva sólo para niveles jerárquicos.
Muchos autores coinciden en que el impuesto a las Ganancias de los trabajadores en relación de dependencia está mal llamado, por considerar que la retribución por el trabajo no es una ganancia y no debería estar grabado por esa ley.
En muchos países que lo cobran, lo denominan impuesto sobre los salarios o sobre los ingresos personales. Pero la discusión no debe pasar por la denominación, sino por instrumentar o no un nuevo tributo de base amplia y global que paguen todos los trabajadores por sus retribuciones.
Este impuesto que grava los sueldos de los trabajadores no es equitativo, ya que no lo pagan todos los trabajadores sino sólo los que más ganan. Además, la tasa del impuesto va creciendo a medida que aumentan los montos cobrados. Esto quiere decir que aparte de ser inequitativo, es doblemente progresivo.
Cualquier impuesto tiene que ser igual para todos. Se deben buscar la equidad tributaria y la equidad económica. En el caso del aumento del mínimo no imponible, solamente se buscó la equidad económica.
En realidad el aumento del mínimo no imponible en el impuesto a las Ganancias fue una propuesta de la oposición que el oficialismo capitalizó políticamente. Pero este tema dio para más, ya que lo pudieron analizar y capitalizar desde distintos sectores que se comprometieron y/o tienen participación directa o indirecta con estas medidas. Estos fueron los logros y mensajes de cada uno:
-Las empresas podrán mostrar que abonan mayores salarios.
-Los sindicalistas, que se preocupan por mejorar el ingreso de los trabajadores.
-Los políticos oficialistas capitalizan esta decisión opinando que mejorar el salario contribuye en la lucha por la distribución de la riqueza.
-Los políticos de la oposición exigen que se respeten las instituciones, reclamando que las modificaciones en los impuestos se deben hacer por ley y no por un simple anuncio del Poder Ejecutivo, en este caso una resolución de la Afip.
-Los medios de comunicación, porque instalaron el tema en la opinión pública.
-Los técnicos y algunos economistas piensan que el aumentar la cantidad de dinero en circulación y el consumo generará mayor inflación.
-Por último, los trabajadores que se beneficiaron con este anuncio, agradecidos.
En realidad este aumento del mínimo no imponible solamente implica mejoras para el 10% de los empleados registrados y apenas alcanza al 5% del total de los trabajadores ocupados.
¿Qué estamos haciendo con el sector de trabajadores informales que no tienen acceso a la salud o a la jubilaciones, entre otros beneficios? ¿Qué futuro les espera o cómo pueden reaccionar cuando nuestra presidenta anuncia que ha aumentado el mínimo no imponible a los trabajadores que están inscriptos y reciben su sueldo en blanco, cuando en realidad tendría que buscar que se termine el trabajo informal y que todas las medidas que se anuncien para beneficiar a los trabajadores sean para todo el universo de trabajadores y no para un 5%; es decir, para el 100% de las personas que trabajan en relación de dependencia?
El anuncio de medidas como éstas, en un marco preelectoral y debido a la poca significación de este anuncio, me hace acordar a un juego que jugamos y cantamos todos alguna vez y en el que una de sus frases dice así: “cada cual, cada cual atiende su juego”. ¿Quién no lo recuerda?
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