Dr. Ricardo Alonso
Geólogo
Hay un nombre que ha quedado indisolublemente unido a la
historia del petróleo en Argentina y es el de Leonardo Villa. Sin embargo, y a
pesar de todos sus esfuerzos por poner en marcha la producción nacional de
chapapote o kerosene, todos sus intentos chocaron de frente contra el muro
burocrático de la época. Su biografía ha desaparecido y su nombre es solo una
mención historiográfica menor. No obstante, debe reconocerse en él al verdadero
pionero en la idea de explotar una riqueza que aún no se vislumbraba de que iba
a mover los motores de los siglos venideros.
Esta historia transcurría en Jujuy a solo siete años que en
Estados Unidos se alumbraran los primeros pozos surgentes perforados en busca
de los reservorios ocultos de hidrocarburos. La tribu de los Sénecas extraía
petróleo con fines medicinales de un arroyo llamado Oil Creek en el estado de
Pensilvania. A ese petróleo de manaderos naturales se lo conocía como el
"Aceite de los Sénecas".
La compañía Rock Oil Co. encargó en 1857 al
coronel Edwin L. Drake que iniciará trabajos de perforación a orillas del
arroyo petrolífero y, a pesar de los medios rudimentarios utilizados, los
esfuerzos se vieron coronados dos años más tarde, cuando el 27 de agosto de
1859 brotó un chorro negro de las entrañas de la tierra. Este suceso dio
nacimiento a la era mundial del petróleo.
En Jujuy se conocía desde tiempos inmemoriales la presencia
de petróleo en Laguna de la Brea, un topónimo acorde con la existencia allí de
manaderos naturales. Leonardo Villa percibió la importancia de explotar
aquellos hidrocarburos y presentó en 1865 una solicitud ante las autoridades de
Jujuy a los fines de que se lo habilitara por el término de 15 años para
fabricar kerosene a partir de las breas jujeñas. La contestación fue una
denegatoria instándolo a que lo haga ante la autoridad competente, en este caso
el Poder Ejecutivo Nacional. Así lo hizo y otra vez la denegatoria diciendo que
el tema le correspondía al Congreso Nacional. Leonardo Villa se dirigió
entonces al Congreso Nacional solicitando que se le concedan algunas cuadras de
terreno donde están situadas las minas de Jujuy para la fabricación y
elaboración de aceite mineral. La Cámara de Diputados de la Nación tomó cartas
en el asunto y en primer lugar pidió que se analizase la muestra enviada. Para
ello se requirieron los servicios del Dr. Miguel Puiggari (1827-1889), notable
químico español que enseñaba en la Universidad de Buenos Aires. Puiggari
presentó su informe por escrito el 7 de julio de 1865 en lo que probablemente
sea el primer análisis químico oficial de una muestra de petróleo en la
Argentina. Según Puiggari, la "lignita de Jujuy" estaba formada por
un 45% de naftas, petróleo o kerosene; 37% de coque, 9% de bencina y 5% de brea
negra y viscosa. Para él, el resultado era muy satisfactorio ya que todos los
productos obtenidos eran utilizables. El dictamen de comisión, firmado por
cinco diputados del interior, fue favorable a Villa y a su pedido de privilegio
para la explotación de minas de betún o chapapote por el término de diez años.
Sin embargo, el 12 de julio de 1865, en la sesión del Congreso que abarcó la
totalidad de la jornada parlamentaria, se trató el tema que terminó con una
votación negativa de 16 votos contra 14. Esto es muy significativo ya que se
trató del primer debate legislativo sobre la cuestión del petróleo en el
Congreso Nacional. También quedó en claro el desconocimiento general que
existía entonces sobre la temática abordada. Al punto que se llegó a discutir
si se trataba de un descubrimiento, de un invento o de una industria. Si era
aplicable la ley de minas o si tenía que ver con una cuestión de patentes como
lo estipulaba la ley 111 del año anterior. También la discusión acerca de si
había o no privilegios en las concesiones mineras. Y finalmente uno de los
temas que han marcado la agenda petrolera desde entonces es si la jurisdicción
del otorgamiento de las concesiones correspondía a la Nación o a las
provincias. Es interesante que se impusiera entonces que eran las autoridades
provinciales las que debían conceder con lo cual quedaba explícito que las
dueñas del recurso eran las provincias.
Entre muchos vaivenes, la Constitución de 1949 le dio
potestad a la Nación en el manejo de los recursos hidrocarburíferos. Sin
embargo, en la reforma de 1994 se volvió a ceder el dominio a las provincias.
La nueva estatización de YPF marcó una agenda con fuerte influencia de la
Nación sobre las provincias que se incrementó con la discusión sobre el control
de los recursos no convencionales, tal el caso de Vaca Muerta.
Volviendo al tema, la votación negativa que sufrió la
petición de Leonardo Villa dio por concluida la primera iniciativa
industrializadora privada del petróleo argentino. Nada recuerda a este
auténtico visionario que puso al petróleo en la agenda nacional. Lo curioso del
caso es que ese mismo año y solo un par de meses después de la denegatoria a
Villa, un grupo de 42 notables ciudadanos jujeños constituyó el 20 de
septiembre de 1865 la Compañía Jujeña de Kerosenes S.A., con los mismos
argumentos y solicitando los mismos privilegios que había esbozado Villa, pero
esta vez directamente al gobierno de Jujuy. La Legislatura y el gobernador
Pedro José Portal (1807-1888) dieron esta vez curso favorable al pedido. La
empresa se estableció con un capital de 75.000 pesos bolivianos de 400 gramos,
divididos en 3.000 acciones de 25 bolivianos cada una. Tampoco se sabe qué pasó
finalmente, pero la sociedad debió tener una vida efímera sin lograr los
resultados que se buscaban. El dato importante es que esta Compañía Jujeña de
Kerosenes S.A., donde se destacan apellidos como Alvarado, Puch, Iturbe,
Castañeda, Games, Fascio, Segada, Belaunde, Lozano, entre otros, pasó a la
historia como la primera empresa petrolera argentina.
En Salta se tienen viejas referencias al petróleo de la mano
de frailes franciscanos que hacían la ruta a Tarija en el siglo XVIII; del Dr.
Joseph Redhead, médico de Belgrano, quien le entregó muestras al minero inglés
Joseph Andrews en 1826; o las menciones a manaderos naturales de José Idelfonso
Álvarez de Arenales citando la navegación por el Bermejo de Pablo Soria en
1828; o bien las observaciones que aporta el viajero Víctor Martín de Moussy en
1858. Pero el dato que vale la pena rescatar es el papel cumplido en 1871 por
dos alemanes radicados en Salta, Federico Stuart y Francisco Host, quienes
expusieron muestras de un petróleo natural y de otro refinado en la Exposición
Nacional de Córdoba organizada por Domingo F. Sarmiento. Si ese petróleo
expuesto era refinado como se declaró, quiere decir entonces que en Salta se
estaba trabajando en la destilación artesanal de petróleo en la década de 1860,
y esto abre una nueva y muy interesante ventana de investigación histórica.