martes, 26 de mayo de 2015

El chapapote de Villa



Dr. Ricardo Alonso
Geólogo








Hay un nombre que ha quedado indisolublemente unido a la historia del petróleo en Argentina y es el de Leonardo Villa. Sin embargo, y a pesar de todos sus esfuerzos por poner en marcha la producción nacional de chapapote o kerosene, todos sus intentos chocaron de frente contra el muro burocrático de la época. Su biografía ha desaparecido y su nombre es solo una mención historiográfica menor. No obstante, debe reconocerse en él al verdadero pionero en la idea de explotar una riqueza que aún no se vislumbraba de que iba a mover los motores de los siglos venideros.
Esta historia transcurría en Jujuy a solo siete años que en Estados Unidos se alumbraran los primeros pozos surgentes perforados en busca de los reservorios ocultos de hidrocarburos. La tribu de los Sénecas extraía petróleo con fines medicinales de un arroyo llamado Oil Creek en el estado de Pensilvania. A ese petróleo de manaderos naturales se lo conocía como el "Aceite de los Sénecas". 

La compañía Rock Oil Co. encargó en 1857 al coronel Edwin L. Drake que iniciará trabajos de perforación a orillas del arroyo petrolífero y, a pesar de los medios rudimentarios utilizados, los esfuerzos se vieron coronados dos años más tarde, cuando el 27 de agosto de 1859 brotó un chorro negro de las entrañas de la tierra. Este suceso dio nacimiento a la era mundial del petróleo.
En Jujuy se conocía desde tiempos inmemoriales la presencia de petróleo en Laguna de la Brea, un topónimo acorde con la existencia allí de manaderos naturales. Leonardo Villa percibió la importancia de explotar aquellos hidrocarburos y presentó en 1865 una solicitud ante las autoridades de Jujuy a los fines de que se lo habilitara por el término de 15 años para fabricar kerosene a partir de las breas jujeñas. La contestación fue una denegatoria instándolo a que lo haga ante la autoridad competente, en este caso el Poder Ejecutivo Nacional. Así lo hizo y otra vez la denegatoria diciendo que el tema le correspondía al Congreso Nacional. Leonardo Villa se dirigió entonces al Congreso Nacional solicitando que se le concedan algunas cuadras de terreno donde están situadas las minas de Jujuy para la fabricación y elaboración de aceite mineral. La Cámara de Diputados de la Nación tomó cartas en el asunto y en primer lugar pidió que se analizase la muestra enviada. Para ello se requirieron los servicios del Dr. Miguel Puiggari (1827-1889), notable químico español que enseñaba en la Universidad de Buenos Aires. Puiggari presentó su informe por escrito el 7 de julio de 1865 en lo que probablemente sea el primer análisis químico oficial de una muestra de petróleo en la Argentina. Según Puiggari, la "lignita de Jujuy" estaba formada por un 45% de naftas, petróleo o kerosene; 37% de coque, 9% de bencina y 5% de brea negra y viscosa. Para él, el resultado era muy satisfactorio ya que todos los productos obtenidos eran utilizables. El dictamen de comisión, firmado por cinco diputados del interior, fue favorable a Villa y a su pedido de privilegio para la explotación de minas de betún o chapapote por el término de diez años. Sin embargo, el 12 de julio de 1865, en la sesión del Congreso que abarcó la totalidad de la jornada parlamentaria, se trató el tema que terminó con una votación negativa de 16 votos contra 14. Esto es muy significativo ya que se trató del primer debate legislativo sobre la cuestión del petróleo en el Congreso Nacional. También quedó en claro el desconocimiento general que existía entonces sobre la temática abordada. Al punto que se llegó a discutir si se trataba de un descubrimiento, de un invento o de una industria. Si era aplicable la ley de minas o si tenía que ver con una cuestión de patentes como lo estipulaba la ley 111 del año anterior. También la discusión acerca de si había o no privilegios en las concesiones mineras. Y finalmente uno de los temas que han marcado la agenda petrolera desde entonces es si la jurisdicción del otorgamiento de las concesiones correspondía a la Nación o a las provincias. Es interesante que se impusiera entonces que eran las autoridades provinciales las que debían conceder con lo cual quedaba explícito que las dueñas del recurso eran las provincias.
Entre muchos vaivenes, la Constitución de 1949 le dio potestad a la Nación en el manejo de los recursos hidrocarburíferos. Sin embargo, en la reforma de 1994 se volvió a ceder el dominio a las provincias. La nueva estatización de YPF marcó una agenda con fuerte influencia de la Nación sobre las provincias que se incrementó con la discusión sobre el control de los recursos no convencionales, tal el caso de Vaca Muerta.
Volviendo al tema, la votación negativa que sufrió la petición de Leonardo Villa dio por concluida la primera iniciativa industrializadora privada del petróleo argentino. Nada recuerda a este auténtico visionario que puso al petróleo en la agenda nacional. Lo curioso del caso es que ese mismo año y solo un par de meses después de la denegatoria a Villa, un grupo de 42 notables ciudadanos jujeños constituyó el 20 de septiembre de 1865 la Compañía Jujeña de Kerosenes S.A., con los mismos argumentos y solicitando los mismos privilegios que había esbozado Villa, pero esta vez directamente al gobierno de Jujuy. La Legislatura y el gobernador Pedro José Portal (1807-1888) dieron esta vez curso favorable al pedido. La empresa se estableció con un capital de 75.000 pesos bolivianos de 400 gramos, divididos en 3.000 acciones de 25 bolivianos cada una. Tampoco se sabe qué pasó finalmente, pero la sociedad debió tener una vida efímera sin lograr los resultados que se buscaban. El dato importante es que esta Compañía Jujeña de Kerosenes S.A., donde se destacan apellidos como Alvarado, Puch, Iturbe, Castañeda, Games, Fascio, Segada, Belaunde, Lozano, entre otros, pasó a la historia como la primera empresa petrolera argentina.
En Salta se tienen viejas referencias al petróleo de la mano de frailes franciscanos que hacían la ruta a Tarija en el siglo XVIII; del Dr. Joseph Redhead, médico de Belgrano, quien le entregó muestras al minero inglés Joseph Andrews en 1826; o las menciones a manaderos naturales de José Idelfonso Álvarez de Arenales citando la navegación por el Bermejo de Pablo Soria en 1828; o bien las observaciones que aporta el viajero Víctor Martín de Moussy en 1858. Pero el dato que vale la pena rescatar es el papel cumplido en 1871 por dos alemanes radicados en Salta, Federico Stuart y Francisco Host, quienes expusieron muestras de un petróleo natural y de otro refinado en la Exposición Nacional de Córdoba organizada por Domingo F. Sarmiento. Si ese petróleo expuesto era refinado como se declaró, quiere decir entonces que en Salta se estaba trabajando en la destilación artesanal de petróleo en la década de 1860, y esto abre una nueva y muy interesante ventana de investigación histórica.

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