ARMANDO FREZZE,Abogado, 22 de Nov 2011, para El Tribuno
El principio rector para la reparación de perjuicios que establece el Código Civil es relativamente simple: la persona que realiza una acción que causa un daño a otra está obligada a repararlo si actuó con culpa o negligencia, responsabilidad que resulta extensiva al daño ocasionado por cosas que estén a su cuidado o bajo su dependencia. La solución es justa, es lógica, es sabia.
En este punto, cuando la ley habla de personas, se refiere tanto a las personas físicas como a las personas jurídicas, sean éstas públicas o privadas. Y entre las personas jurídicas públicas el Código incluye a los municipios. De ese modo, un parque de juegos infantiles que esté gerenciado por una sociedad comercial, persona jurídica privada, en principio, la empresa será responsable por los eventuales daños que puedan causar esos juegos; si éstos están instalados dentro de un local solos o junto a otros comercios, los peloteros son un ejemplo, el principio es el mismo.
Pero si los juegos infantiles están bajo la dependencia y el cuidado de un municipio -como usualmente ocurre en las plazas -la responsabilidad por eventuales perjuicios derivados de culpa o negligencia corresponderá a la comuna. Como se ha mentado que la solución del Código es justa, además de simple, permite que dadas ciertas circunstancias las personas se eximan de la responsabilidad por el daño ocurrido, circunstancias que son varias y que no es necesario referirlas porque no hacen a la finalidad de estas reflexiones, que tienen como origen un daño causado por la comuna de Salta en razón de conducta culpable o negligente que ha sido públicamente reconocida por ella.
El hecho ocurrió el pasado lunes en una plaza ubicada en barrio Ciudad del Milagro, donde un menor, al deslizarse por un tobogán en mal estado, sufrió la amputación traumática de parte del dedo anular izquierdo. No resulta necesario verificar demasiado sobre la conducta culpable de la comuna, si se atiende a las declaraciones de funcionarios municipales sobre este caso, que resultan una confesa aceptación de que no se trató de un caso fortuito, imprevisible o inevitable. En todo caso, admiten todo lo contrario.
Reconocen que el municipio no está en condiciones de contratar 600 placeros para las 300 plazas de la ciudad. Esa imposibilidad de por sí nada tiene de reprochable. Lo que merece el cuestionamiento es que sabiendo la imposibilidad de mantener en buenas condiciones esos juegos infantiles, no se haya procedido a retirar un número tal que permitiera el buen mantenimiento de los restantes con el presupuesto y personal afectado a esos fines. Reconocer que el municipio está desbordado en este tema, que no puede atender el mantenimiento de todos los juegos infantiles existentes en los sitios públicos, y, al mismo tiempo ,aceptar voluntariamente como posibilidad que algún niño sufra una herida seria por ese mal mantenimiento, coloca al hecho al filo del delito de lesiones, culposas, pero delito al fin.
Que el vandalismo exista, no exime de responsabilidad al municipio, porque siendo un resultado previsible optó por la solución más peligrosa: no desmantelarlos sino permitir que continuaran en uso a pesar de su precariedad evidente y de lo predecible del daño. Agrava lo erróneo de la decisión la existencia de denuncias de la comunidad sobre este estado de cosas. Hace más de una década, el domingo 29 de octubre de 2000, El Tribuno publicaba la queja del Sr. Miguel Angel Sarmiento sobre el tema; no fue la única pero se la señala como un precedente por su antigüedad.
“La plaza es la prolongación natural del hogar: es el jardín del barrio. Allí se conjugan nuestras vivencias personales con las sociales”, definió hace un tiempo Sonia Berjman, doctora en Historia del Arte e investigadora del Conicet.
Los parque y las plazas se construyen en terrenos fiscales y con fondos públicos, su valor excede lo económico porque incluye lo estético, lo científico, lo histórico, la valoración de la comunidad. Nosotros les vamos otorgando significado y los incorporamos a nuestra memoria personal y colectiva, convirtiéndolos en hitos urbanos. Todo adulto asocia indefectiblemente una parte de su infancia a alguna plaza en particular, ese lugar que es algo más, bastante más, que sus metros cuadrados, sus árboles o sus juegos.
Pensando el futuro regional desde el disenso. Las ideas expresadas son exclusiva responsabilidad de los autores. De ninguna manera reflejan una opinión grupal, colectiva ni tampoco del administrador del Grupo.
jueves, 1 de diciembre de 2011
Los empresarios junto a la Chancha y los 20
JULIO MORENO, CPN, 1 de Dic de 2011, para El Tribuno
Nuestra Presidenta nos sorprendió a todos con la maratónica cantidad de visitas que está realizando. Primero, por el perfil de los lugares que visitó, entre los que se cuentan fábricas e industrias de automotores. Mantuvo además reuniones con empresarios de la Unión Industrial Argentina y de la Cámara de la Construcción, entre otros. Sugestivamente y por el tenor de los discursos, deducimos que fueron dirigidos a empresarios directamente relacionados con la inversión y el empleo.
En segundo lugar, la Presidenta dejó muy claro que la economía sigue creciendo, marcó la necesidad de volver a los superávit gemelos (fiscal y comercial), reconoció por primera vez que la inflación existe y que entre todos debemos contribuir a bajarla para tener -y mantener- una economía competitiva.
Pero como no estamos en campaña política y la doctora Cristina Fernández reasume la presidencia del país en pocos días más, podemos deducir de sus mensajes y visitas que está buscando nuevos aliados políticos y económicos. Apuntó en esta oportunidad a los referentes del mundo empresarial y los jugadores del poder económico en Argentina, un perfil quizá distinto a los que fueron sus aliados en los anteriores gobiernos kirchneristas.
Sintonía fina
“Sintonía fina” fue la frase usada para abordar los problemas que con gran velocidad se presentan en nuestra economía. Entre ellos se cuentan la disminución de los superávit fiscal y comercial y la probable merma de la cantidad de dólares que obtendremos de las ventas al exterior, especialmente de soja. Esto hace prever una probable disminución de la actividad económica por los “ajustes” que se deben hacer para disminuir los subsidios y sincerar las “tarifas”, especialmente las del gas, luz y agua. Esto ocurre en un escenario internacional adverso, lo que genera presiones a la baja en los precios de los productos que exportamos, con el riesgo de que se pierdan puestos de trabajo.
Es necesario no generar incertidumbre ni temor por los ajustes que deben hacerse al “modelo de crecimiento”. Quizás por eso estos discursos fueron acompañados por palabras de aliento de varios ministros asegurando, por ejemplo, que “los subsidios se mantendrán a las personas que realmente lo necesiten”, o “estos anuncios son un mensaje a los mercados”. Falta decir si se harán gradualmente o de una sola vez.
El desafío será lograr una economía competitiva. Para ello se debe disminuir la inflación y aumentar las inversiones que generen fuentes de trabajo. Para aumentar las inversiones se necesita disponer de créditos, sin olvidarse de las Pymes. Hoy, para evitar que nuestros inversores compren dólares porque están baratos, los bancos aumentaron la tasa de interés, lo que por un lado resuelve un problema pero crea otro a nuestros emprendedores, ya que es difícil y caro el acceso al crédito para aplicarlo a inversiones productivas, generar valor agregado y crear empleos genuinos.
Si realmente se quiere apoyar al empresario argentino generando una economía competitiva, primero se debe resolver entre otras cosas el acceso y el costo del crédito. El panorama es el siguiente: la tasa de interés para préstamos en pesos en Argentina está por encima del 30% (que incluye inflación y costo del dinero). En cambio, un inversor de los EEUU, por ejemplo, consigue dólares a tasas menores del 5%, y puede realizar inversiones productivas en nuestro país, ya que el dólar sube menos que la inflación. Se generan así distorsiones que quitan competitividad a nuestros empresarios en nuestro propio país. Esta es la realidad que enfrentan hoy los que quieren invertir.
Control de precios y salarios
Poder controlar la suba de precios y salarios será el desafío para el próximo año. La Consultora Ecolatina dijo en un informe reciente: “Dado que no esperamos mayores cambios en materia de inflación antes del arranque de las paritarias del 2012, estas tendrán un rol crucial para lograr la convergencia: la pregunta clave a dilucidar es si los trabajadores agremiados aceptarán subas cercanas al 20% o si van a negociar en base al pasado o al futuro”.
Entre las razones que tienen los gremios para solicitar mayores subas, podemos citar:
a) la disminución de los subsidios a los servicios públicos, que si son progresivos no incidirán tanto en los costos, ahora si se eliminan totalmente, aumentarán las tarifas;
b) las expectativas de inflación que estiman serán altas, y
c) la relación conflictiva entre el Gobierno y el líder de la CGT, que pueden aclararse después de las elecciones de junio de 2012 o negociando la suba del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias.
Por otro lado, los argumentos para lograr un menor incremento de salarios son:
a) que durante el 2011 la suba de sueldos superó a la inflación, en algunos casos;
b) que la recesión en los EEUU y la crisis en Europa pueden provocar en 2012 una baja de los precios internacionales y una disminución en la generación de empleos, y
c) que se prevé que la inflación de 2012 sea menor que la de este año.
Cambiaron los tiempos
Hoy la situación es más compleja que años anteriores ya que los empresarios confirmaron la desaceleración de la economía y el Gobierno, con la suba de la tasa de interés, la eliminación de los subsidios, la moderación en su política de gastos, y un panorama externo no muy optimista, da señales de que el crecimiento será menor al de años anteriores. El Gobierno quiere mantener alto el consumo interno. Antes lo hacía con el excesivo gasto público, pero debido a las causas analizadas se debe trasladar el paradigma a uno nuevo y jugar con nuevos actores. Entiendo que solamente nos queda la generación de fuentes de trabajo incentivando las inversiones y cuidando a nuestros emprendedores para que puedan crecer.
Lograr un “modelo productivo” apoyado en la industria es el objetivo de la Presidenta en esta nueva etapa. Quizás el término “sintonía fina” refiera a que para lograr ese objetivo necesitará de los empresarios. Y esa no es una definición menor.
Nuestra Presidenta nos sorprendió a todos con la maratónica cantidad de visitas que está realizando. Primero, por el perfil de los lugares que visitó, entre los que se cuentan fábricas e industrias de automotores. Mantuvo además reuniones con empresarios de la Unión Industrial Argentina y de la Cámara de la Construcción, entre otros. Sugestivamente y por el tenor de los discursos, deducimos que fueron dirigidos a empresarios directamente relacionados con la inversión y el empleo.
En segundo lugar, la Presidenta dejó muy claro que la economía sigue creciendo, marcó la necesidad de volver a los superávit gemelos (fiscal y comercial), reconoció por primera vez que la inflación existe y que entre todos debemos contribuir a bajarla para tener -y mantener- una economía competitiva.
Pero como no estamos en campaña política y la doctora Cristina Fernández reasume la presidencia del país en pocos días más, podemos deducir de sus mensajes y visitas que está buscando nuevos aliados políticos y económicos. Apuntó en esta oportunidad a los referentes del mundo empresarial y los jugadores del poder económico en Argentina, un perfil quizá distinto a los que fueron sus aliados en los anteriores gobiernos kirchneristas.
Sintonía fina
“Sintonía fina” fue la frase usada para abordar los problemas que con gran velocidad se presentan en nuestra economía. Entre ellos se cuentan la disminución de los superávit fiscal y comercial y la probable merma de la cantidad de dólares que obtendremos de las ventas al exterior, especialmente de soja. Esto hace prever una probable disminución de la actividad económica por los “ajustes” que se deben hacer para disminuir los subsidios y sincerar las “tarifas”, especialmente las del gas, luz y agua. Esto ocurre en un escenario internacional adverso, lo que genera presiones a la baja en los precios de los productos que exportamos, con el riesgo de que se pierdan puestos de trabajo.
Es necesario no generar incertidumbre ni temor por los ajustes que deben hacerse al “modelo de crecimiento”. Quizás por eso estos discursos fueron acompañados por palabras de aliento de varios ministros asegurando, por ejemplo, que “los subsidios se mantendrán a las personas que realmente lo necesiten”, o “estos anuncios son un mensaje a los mercados”. Falta decir si se harán gradualmente o de una sola vez.
El desafío será lograr una economía competitiva. Para ello se debe disminuir la inflación y aumentar las inversiones que generen fuentes de trabajo. Para aumentar las inversiones se necesita disponer de créditos, sin olvidarse de las Pymes. Hoy, para evitar que nuestros inversores compren dólares porque están baratos, los bancos aumentaron la tasa de interés, lo que por un lado resuelve un problema pero crea otro a nuestros emprendedores, ya que es difícil y caro el acceso al crédito para aplicarlo a inversiones productivas, generar valor agregado y crear empleos genuinos.
Si realmente se quiere apoyar al empresario argentino generando una economía competitiva, primero se debe resolver entre otras cosas el acceso y el costo del crédito. El panorama es el siguiente: la tasa de interés para préstamos en pesos en Argentina está por encima del 30% (que incluye inflación y costo del dinero). En cambio, un inversor de los EEUU, por ejemplo, consigue dólares a tasas menores del 5%, y puede realizar inversiones productivas en nuestro país, ya que el dólar sube menos que la inflación. Se generan así distorsiones que quitan competitividad a nuestros empresarios en nuestro propio país. Esta es la realidad que enfrentan hoy los que quieren invertir.
Control de precios y salarios
Poder controlar la suba de precios y salarios será el desafío para el próximo año. La Consultora Ecolatina dijo en un informe reciente: “Dado que no esperamos mayores cambios en materia de inflación antes del arranque de las paritarias del 2012, estas tendrán un rol crucial para lograr la convergencia: la pregunta clave a dilucidar es si los trabajadores agremiados aceptarán subas cercanas al 20% o si van a negociar en base al pasado o al futuro”.
Entre las razones que tienen los gremios para solicitar mayores subas, podemos citar:
a) la disminución de los subsidios a los servicios públicos, que si son progresivos no incidirán tanto en los costos, ahora si se eliminan totalmente, aumentarán las tarifas;
b) las expectativas de inflación que estiman serán altas, y
c) la relación conflictiva entre el Gobierno y el líder de la CGT, que pueden aclararse después de las elecciones de junio de 2012 o negociando la suba del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias.
Por otro lado, los argumentos para lograr un menor incremento de salarios son:
a) que durante el 2011 la suba de sueldos superó a la inflación, en algunos casos;
b) que la recesión en los EEUU y la crisis en Europa pueden provocar en 2012 una baja de los precios internacionales y una disminución en la generación de empleos, y
c) que se prevé que la inflación de 2012 sea menor que la de este año.
Cambiaron los tiempos
Hoy la situación es más compleja que años anteriores ya que los empresarios confirmaron la desaceleración de la economía y el Gobierno, con la suba de la tasa de interés, la eliminación de los subsidios, la moderación en su política de gastos, y un panorama externo no muy optimista, da señales de que el crecimiento será menor al de años anteriores. El Gobierno quiere mantener alto el consumo interno. Antes lo hacía con el excesivo gasto público, pero debido a las causas analizadas se debe trasladar el paradigma a uno nuevo y jugar con nuevos actores. Entiendo que solamente nos queda la generación de fuentes de trabajo incentivando las inversiones y cuidando a nuestros emprendedores para que puedan crecer.
Lograr un “modelo productivo” apoyado en la industria es el objetivo de la Presidenta en esta nueva etapa. Quizás el término “sintonía fina” refiera a que para lograr ese objetivo necesitará de los empresarios. Y esa no es una definición menor.
Los Incas y el medio ambiente
RICARDO N. ALONSO,Geologo, 21 de nov 2011, para El Tribuno
Perú y Bolivia, que fueron el centro de extracción de oro y plata durante el dominio español, pasaron a depender, a mediados del siglo XIX, del comercio del guano. Los excrementos de aves marinas de la costa peruano-boliviana alcanzaron tal valor en Europa como fertilizantes, que su dominio -junto al de los nitratos-llevó a la Guerra del Pacífico de 1879. A consecuencia de ello, cambió el mapa geopolítico de la América del Sur, con el avance de Chile sobre el desierto de Atacama y la consecuente pérdida del litoral para Bolivia y de las provincias australes para el Perú.
La formación del guano tiene que ver con especiales causas biológicas y geológicas. La actual costa norte chilena y sur peruana es el teatro del intercambio oceanográfico entre la corriente fría de Humboldt, de origen antártico, y la corriente cálida ecuatoriana. La primera es riquísima en nutrientes y pobre en fauna, mientras que la otra es exactamente lo inverso. Por ello, y a expensas de los caldos orgánicos microscópicos, se desarrollan enormes cardúmenes de peces plateados que atraen y sirven de alimento a inmensas colonias de aves marinas que viven en la costa e islotes próximos.
Sus excrementos se acumulan en capas que crecen continuamente en razón de la hiperaridez de la región. No hay que olvidarse de que se trata del desierto más árido del planeta, donde a causa de la elevación de los Andes -que actúa de barrera a los vientos húmedos- y otras razones climáticas, no ha llovido en los últimos millones de años. Gracias a ello, el guano ha podido acumularse hasta alcanzar grandes espesores, convirtiéndose en la parte más profunda en una materia mineral donde se observa cristales de oxalatos, carbonatos, cloruros y sulfatos de amoniaco, así como ácido úrico. El guano de aves marinas es el mejor fertilizante natural conocido, a causa de sus equilibradas proporciones de nitrógeno, fósforo y potasio. Esto lo sabían muy bien los incas, quienes lo explotaban sin alterar a las aves ni el equilibrio ecológico y lo usaban para abonar sus tierras. Garcilaso de la Vega escribió sobre el tema en 1604, acerca del uso del abono y el celo en cuidar a las aves productoras del estiércol “so pena de la vida”.
Los incas cuidaron sus aves y fueron buenos ecologistas o defensores del medio ambiente, como diríamos ahora. Hicieron también una red vial a través de todo el imperio desde Ecuador hasta Mendoza, con epicentro en el Cuzco. El Altiplano y la Puna están llenos de los “caminos del inca” que en muchos casos pasan por yacimientos mineros que ellos descubrieron o explotaron. Los incas fueron grandes mineros y tuvieron una metalurgia descollante. Pedro Cieza de León cuenta en 1535 que cuando llegó al Cuzco encontró un galpón lleno de barretas de cobre que los incas usaban en las faenas mineras. Los incas tenían un léxico abundante para designar los distintos minerales, herramientas, tipos de labores y formas de beneficio.
Llamaban así “cori” al oro, “colqui” a la plata, “llimpi” al mercurio, “anta” al cobre, “tacana” al sulfuro de plata, “soroche” al sulfuro de plomo argentífero, entre otros. El orden en que utilizaron los metales en la región centroandina fue: primero, los minerales preciosos oro y plata, además de cobre, y luego, los bronces en distintas aleaciones arsenicales y estanníferas. Además los incas adoraban los baños en las aguas termales (Incachule, cerca de San Antonio de los Cobres, significa justamente “baños del inca”). Las aguas eran lugares especiales de descanso y, por ello, los caminos incaicos las unían. Los españoles, so pretexto, desconfiaron de los manantiales termales, aduciendo que las aguas sulfuradas y su olor a azufre les recordaban el Averno.
Ahora bien, los españoles que conquistaron Perú encontraron un territorio feraz que había sido transformado en un vergel por el hombre andino. Los incas y sus predecesores vivían en armonía con la naturaleza, siguiendo claras pautas ecológicas en lo que a conservación y manejo de los suelos y las aguas se refiere. Cuidaban celosamente el medio ambiente. Prueba de ello son las increíbles andenerías que se observan por doquier, cuando se recorre el país.
Los andenes fueron la solución inteligente para poder desarrollar cultivos en las escarpadas laderas montañosas. Los andenes consistían en un muro de piedra vertical y el relleno del espacio entre este y la ladera del cerro hasta lograr una superficie horizontal. La construcción se hacía levantando paredes verticales de piedra, rellenando luego el espacio vacío con cascajo, en la parte inferior, y tierra, en la superior. Los muros de contención tenían un frente que, en muchos casos, era de piedra labrada y que demuestra un esmerado trabajo de cantería.
Cuando se observa un andén derruido, es sorprendente ver cómo estaba compuesto su interior. Se trata de la reconstrucción artificial de un suelo verdadero, donde existen una serie de capas estratificadas que evidencian hasta qué punto manejaron la ciencia de la edafología. Así, arriba del cascajo grueso usado como relleno, se disponen unos 60 cm de “tierra”, diferenciada en varios horizontes. Hay capas de arcilla para impermeabilizar y prevenir un drenaje demasiado rápido del agua y capas de materia orgánica abajo y de tierra agrícola en la superficie. Los suelos eran preparados de acuerdo con las regiones y los cultivos que se quería realizar. Las cenizas volcánicas, que a veces constituían parte del terreno, el guano de las aves y los excrementos de camélidos se utilizaban como fertilizantes.
Los andenes respetaban las curvas de nivel, siguiendo un riguroso trazado geométrico. Ello prueba, por un lado, que manejaban técnicas topográficas y, por otro, que tenían claro el problema de la erosión. La erosión es, precisamente, uno de los flagelos de los suelos cultivables del hombre moderno. Además, el sistema de regadío, con el agua bajando gravitatoriamente desde un andén superior a otro inferior, permite ver cuán ajustados estaban los mecanismos de irrigación.
En este sentido, son dignos de apreciar los trabajos de canales, algunos de varias decenas de kilómetros de longitud, que les permitían llevar agua desde las vertientes en las montañas a lejanos sembradíos. Maravilla todavía observar la ligera pendiente de los canales, las obras de arte para sortear escollos, el frenado y acelerado del agua según las circunstancias, que prueba los acabados conocimientos de las ciencias hidráulicas con que contaban los antiguos pueblos peruanos. A ello debe sumarse los trabajos de captación de agua subterránea o las excavaciones (cochas) para acercar los cultivos al nivel freático, todo lo cual se observa en regiones áridas. Los pueblos andinos alcanzaron un alto grado de desarrollo en cuestiones agrícolas y prueba de ello son el millón de hectáreas de andenería que dejaron a la posteridad y de las cuales se aprovecha actualmente una mínima parte.
En verdad, impresiona pensar en la cantidad de energía humana que fue necesaria para llevar adelante las obras, lo cual fue posible por el empleo organizado de la mano de obra, llamado “mittani”. Los incas y sus predecesores fueron excelentes ingenieros, geólogos, arquitectos, agrónomos e hidráulicos, con ideas ecológicas claras, cuya ciencia debería hoy recuperarse en orden a salvar miles de años de experiencia empírica.
Perú y Bolivia, que fueron el centro de extracción de oro y plata durante el dominio español, pasaron a depender, a mediados del siglo XIX, del comercio del guano. Los excrementos de aves marinas de la costa peruano-boliviana alcanzaron tal valor en Europa como fertilizantes, que su dominio -junto al de los nitratos-llevó a la Guerra del Pacífico de 1879. A consecuencia de ello, cambió el mapa geopolítico de la América del Sur, con el avance de Chile sobre el desierto de Atacama y la consecuente pérdida del litoral para Bolivia y de las provincias australes para el Perú.
La formación del guano tiene que ver con especiales causas biológicas y geológicas. La actual costa norte chilena y sur peruana es el teatro del intercambio oceanográfico entre la corriente fría de Humboldt, de origen antártico, y la corriente cálida ecuatoriana. La primera es riquísima en nutrientes y pobre en fauna, mientras que la otra es exactamente lo inverso. Por ello, y a expensas de los caldos orgánicos microscópicos, se desarrollan enormes cardúmenes de peces plateados que atraen y sirven de alimento a inmensas colonias de aves marinas que viven en la costa e islotes próximos.
Sus excrementos se acumulan en capas que crecen continuamente en razón de la hiperaridez de la región. No hay que olvidarse de que se trata del desierto más árido del planeta, donde a causa de la elevación de los Andes -que actúa de barrera a los vientos húmedos- y otras razones climáticas, no ha llovido en los últimos millones de años. Gracias a ello, el guano ha podido acumularse hasta alcanzar grandes espesores, convirtiéndose en la parte más profunda en una materia mineral donde se observa cristales de oxalatos, carbonatos, cloruros y sulfatos de amoniaco, así como ácido úrico. El guano de aves marinas es el mejor fertilizante natural conocido, a causa de sus equilibradas proporciones de nitrógeno, fósforo y potasio. Esto lo sabían muy bien los incas, quienes lo explotaban sin alterar a las aves ni el equilibrio ecológico y lo usaban para abonar sus tierras. Garcilaso de la Vega escribió sobre el tema en 1604, acerca del uso del abono y el celo en cuidar a las aves productoras del estiércol “so pena de la vida”.
Los incas cuidaron sus aves y fueron buenos ecologistas o defensores del medio ambiente, como diríamos ahora. Hicieron también una red vial a través de todo el imperio desde Ecuador hasta Mendoza, con epicentro en el Cuzco. El Altiplano y la Puna están llenos de los “caminos del inca” que en muchos casos pasan por yacimientos mineros que ellos descubrieron o explotaron. Los incas fueron grandes mineros y tuvieron una metalurgia descollante. Pedro Cieza de León cuenta en 1535 que cuando llegó al Cuzco encontró un galpón lleno de barretas de cobre que los incas usaban en las faenas mineras. Los incas tenían un léxico abundante para designar los distintos minerales, herramientas, tipos de labores y formas de beneficio.
Llamaban así “cori” al oro, “colqui” a la plata, “llimpi” al mercurio, “anta” al cobre, “tacana” al sulfuro de plata, “soroche” al sulfuro de plomo argentífero, entre otros. El orden en que utilizaron los metales en la región centroandina fue: primero, los minerales preciosos oro y plata, además de cobre, y luego, los bronces en distintas aleaciones arsenicales y estanníferas. Además los incas adoraban los baños en las aguas termales (Incachule, cerca de San Antonio de los Cobres, significa justamente “baños del inca”). Las aguas eran lugares especiales de descanso y, por ello, los caminos incaicos las unían. Los españoles, so pretexto, desconfiaron de los manantiales termales, aduciendo que las aguas sulfuradas y su olor a azufre les recordaban el Averno.
Ahora bien, los españoles que conquistaron Perú encontraron un territorio feraz que había sido transformado en un vergel por el hombre andino. Los incas y sus predecesores vivían en armonía con la naturaleza, siguiendo claras pautas ecológicas en lo que a conservación y manejo de los suelos y las aguas se refiere. Cuidaban celosamente el medio ambiente. Prueba de ello son las increíbles andenerías que se observan por doquier, cuando se recorre el país.
Los andenes fueron la solución inteligente para poder desarrollar cultivos en las escarpadas laderas montañosas. Los andenes consistían en un muro de piedra vertical y el relleno del espacio entre este y la ladera del cerro hasta lograr una superficie horizontal. La construcción se hacía levantando paredes verticales de piedra, rellenando luego el espacio vacío con cascajo, en la parte inferior, y tierra, en la superior. Los muros de contención tenían un frente que, en muchos casos, era de piedra labrada y que demuestra un esmerado trabajo de cantería.
Cuando se observa un andén derruido, es sorprendente ver cómo estaba compuesto su interior. Se trata de la reconstrucción artificial de un suelo verdadero, donde existen una serie de capas estratificadas que evidencian hasta qué punto manejaron la ciencia de la edafología. Así, arriba del cascajo grueso usado como relleno, se disponen unos 60 cm de “tierra”, diferenciada en varios horizontes. Hay capas de arcilla para impermeabilizar y prevenir un drenaje demasiado rápido del agua y capas de materia orgánica abajo y de tierra agrícola en la superficie. Los suelos eran preparados de acuerdo con las regiones y los cultivos que se quería realizar. Las cenizas volcánicas, que a veces constituían parte del terreno, el guano de las aves y los excrementos de camélidos se utilizaban como fertilizantes.
Los andenes respetaban las curvas de nivel, siguiendo un riguroso trazado geométrico. Ello prueba, por un lado, que manejaban técnicas topográficas y, por otro, que tenían claro el problema de la erosión. La erosión es, precisamente, uno de los flagelos de los suelos cultivables del hombre moderno. Además, el sistema de regadío, con el agua bajando gravitatoriamente desde un andén superior a otro inferior, permite ver cuán ajustados estaban los mecanismos de irrigación.
En este sentido, son dignos de apreciar los trabajos de canales, algunos de varias decenas de kilómetros de longitud, que les permitían llevar agua desde las vertientes en las montañas a lejanos sembradíos. Maravilla todavía observar la ligera pendiente de los canales, las obras de arte para sortear escollos, el frenado y acelerado del agua según las circunstancias, que prueba los acabados conocimientos de las ciencias hidráulicas con que contaban los antiguos pueblos peruanos. A ello debe sumarse los trabajos de captación de agua subterránea o las excavaciones (cochas) para acercar los cultivos al nivel freático, todo lo cual se observa en regiones áridas. Los pueblos andinos alcanzaron un alto grado de desarrollo en cuestiones agrícolas y prueba de ello son el millón de hectáreas de andenería que dejaron a la posteridad y de las cuales se aprovecha actualmente una mínima parte.
En verdad, impresiona pensar en la cantidad de energía humana que fue necesaria para llevar adelante las obras, lo cual fue posible por el empleo organizado de la mano de obra, llamado “mittani”. Los incas y sus predecesores fueron excelentes ingenieros, geólogos, arquitectos, agrónomos e hidráulicos, con ideas ecológicas claras, cuya ciencia debería hoy recuperarse en orden a salvar miles de años de experiencia empírica.
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