jueves, 29 de septiembre de 2011

Tecnología y educación - Parte 1

Lic. félix González Bonorino, Sociólogo, 29 sept 2011, El Cronista del NOA

Hace pocas semanas me visitó un sobrino llegado de los EEUU. Gastón, así se llama, siempre fue volcado a la tecnología, así que cuando comenzó a desempacar tenía más aparatitos que Garbarino. Teléfonos, notebooks, iPad iban saliendo a medida que quería contar algo, mostrar fotos, pasar música que tenía archivado en alguno de estos adminículos. Dentro de este menú de miniaturizados peló un Kindle.
Yo también soy bastante informático, por lo que lo conocía desde 2007, año de su lanzamiento al mercado de EEUU, aunque nunca lo había tocado. Para quienes no lo conocen, se trata de un soporte para libros electrónicos de Amazon, la mega tienda virtual que comenzó con los libros y hoy te vende hasta cerveza.
Todos los de nuestra generación nos educamos con libros, nos distrajimos con libros y nos rompimos las espaldas con libros, algunos de los cuales eran soberanos mamotretos. Ir a una biblioteca para estudiar de libros que si no era imposible conseguir, ya sea por su precio o porque estaban agotados en las librerías, era algo normal para un estudiante universitario. Los profesores se ocupaban de solicitar libros que estuvieran en la biblioteca y si no estaban recibían un llamado de atención del centro de estudiantes respectivo. Así era la cosa. Detenernos horas en la calle Corrientes de Buenos Aires, revolviendo entre los viejitos a $5 era la oportunidad de pasar un fin de semana de lectura divertida.
Los libros en su forma actual han permanecido en nuestra civilización desde el Alto Medioevo, época en que los monjes copiaban a mano los escritos realizados también a mano, con pluma de ganso y cortaplumas (de allí viene el nombre de nuestro actual adminículo de camping y se utilizaba para recuperar, mediante un corte al bies, el trazo de la pluma que se iba deformando a medida que avanzaba la escritura sobre el papel), por los autores de la época, en general ensayos y reflexiones religiosas, pero también poesía, música e incluso algunas novelas como “La Chanson de Roland” de fines del S.XI.
La aparición de la Imprenta de Gutemberg en el S. XV, con sus tipos móviles, le dio al libro su forma actual. Desde entonces hemos mejorado la calidad del papel, de las tintas, de los encuadernados, las imprentas, el offset, las composiciones informáticas, las imprentas laser, etc. es decir, hemos mejorado cada una de las partes físicas de un libro y de su proceso de impresión, pero el libro se mantuvo igual. “The song remains the same” diría Led Zeppelin.
Hasta ahora. Y aquí volvemos al Kindle.
Los libros electrónicos no son nuevos. Como simple ejemplo, el Proyecto Gutemberg, que consiste en la puesta a disposición de todo el mundo libros a través de redes informáticas, que luego serían la web, data de principios de los ’70. Yo conocí el Proyecto a mediados de los ’90 y ya tenía miles de libros digitalizados, la mayoría en ingles. Entre medio me debo haber leído unas cuantas decenas que he bajado a mi computadora. Pero lo que no había era un soporte apto. Un medio “amigable” que pudiera rivalizar con un buen libro. Leer desde la pantalla, incluso de una notebook, era un suplicio. Y sin ver el adminículo, sin tenerlo en la mano, pensaba que este tampoco cumplía con esta cualidad.
Es que las letras en una pantalla terminan agotando a la vista, incluso en las muy mejoradas pantallas LED. Vaya sorpresa, resulta que esto es diferente. Parece papel, no es broma. Es la tecnología de Tinta Electrónica creada por el MIT que no tiene retroiluminación.
Gastón, mi sobrino tecnológico, ha sido desde pequeño un ávido lector, de esos que en lugar de ver tele, leen. Si ya sé que casi no los conocemos, pero alguien seguro que se los contó. Bueno, yo tuve suerte y lo vi, son bastante normales le digo. La gran pregunta era cual era su diagnóstico sobre la tableta. Y fue muy franco. “Hace un año y medio casi no toco un libro de papel y sabés cuantos libros tengo ahí adentro, cerca de 1500” (habrá leído 20, pero ahí están) La biblioteca tenía 23 x 18 cm y medio cm de espesor. Afortunadamente ya hay cientos de miles de libros digitales en inglés y decenas de miles en español.
Aunque parezca, esto no es una publicidad del producto de Amazon, que por otro lado no es el único, también están Kobo, Sony Reader, Nook, iPad, Papyre, booq, entre otros, con sus diferentes tecnologías. Lo que quiero reflexionar es sobre las implicancias.
Un estudiante de Medicina ingresa a la Facultad, se anota en las materias de primer año y pasa por la Biblioteca o la librería. Paga una tarifa y retira un Kindle, sigo con el ejemplo, con toda la bibliografía necesaria para la carrera. Toda en un aparato que pesa 300 g y puede costar 150 dólares. O todos los tratados de Derecho, de Ingeniería o de Arquitectura. Si el alumno carece de recursos aplica a una beca que le cubre este costo, beca que pueden financiar empresas filantrópicas. Se trata de un enorme igualador de oportunidades. Los centros de estudiantes, con su curro de las fotocopiadoras tiemblan.
Pero claro, para llegar a la universidad hay que superar el primario, incluso aprender a leer y resolver cuentas básicas. Nuevamente, ¿Cuánto costarían los manuales que entregan los gobiernos si fueran electrónicos? ¿Cuántos cuadernillos de trabajos prácticos en lengua, matemáticas, naturales, sociales, música y otros se pueden hacer e incorporar a la pequeña tableta? Se decide modificar alguna información en el manual: un clik y listo, un archivo es reemplazado por el otro. Chau Falklands. Buen día Malvinas Argentinas.
El niño está en 7º grado e ingresa al Secundario, (por suerte nos devolvieron nuestros queridos nombres para la escuela). No hay problema, se acerca a la escuela, o se conecta a la web y allí le recargarán su tableta con los manuales, cuadernillos, libros de lectura, música, etc. correspondientes a sus materias de Primer Año.
El niño se encontraría con todo el material que necesita y además estaría presentado de manera moderna, como el tendrá que utilizarla en su vida laboral y social en el futuro. Por supuesto que queda a resolver el problema de los derechos de autor y esas cosas, que son todas manejables.
Se trata de un cambio conceptual. No puede ser solo cambiar el soporte. Solo pasar a tener una biblioteca compacta, cosa que ya es bueno. La nueva tecnología permite nuevas oportunidades. Comunicarse en red con otros compañeros o con el profesor, integrar al libro imágenes que se pueden buscar en la web en el momento, utilizar la tableta como editor de texto y otras cosas, bueno, todo lo que hacemos en nuestros trabajos, pero que no hacen nuestros alumnos, en definitiva el sistema educativo debe preparar a los alumnos para ingresar al mercado laboral de hoy, no del Medioevo.
El mundo va en este sentido. Hay que subirse pronto.

Jaime Dávalos y su "Zamba de los mineros"

RICARDO ALONSO,Doctor en Ciencias Geológicas, 26 sept 2011, El Tribuno

El salteño Jaime Dávalos (1921-1981) fue un poeta profundo, de amplio espectro creativo, politemático. Su poesía hurgó en las raíces del hombre, de la tierra y del cosmos. En su obra encontramos permanentes referencias a lo telúrico, a lo geológico y a lo mineral. Veamos si no los admirables versos de la primera estrofa con que inicia la “Vidala del nombrador”: “Vengo del ronco tambor de la luna / en la memoria del puro animal, / soy una astilla de tierra que vuelve / hacia su oscura raíz mineral”. O en la estrofa del poema a la Puna, donde con escasos elementos configura, al mismo tiempo, un paisaje real y surrealista cuando dice: “La Puna, metal y cielo, / es suma de cielo y sal, / moliendo en el viento blanco / el esqueleto del mar”. También frases que definen en pocas palabras la geografía continental como aquella de “la copla bajó por sobre el geológico espinazo cordillerano del continente, atando lenguas y corazones, fijando un alma y un idioma comunes, poniéndole palabras a nuestros desmesurados silencios planetarios”. En fin, hay estudios académicos precisos sobre la poesía de Dávalos que interpretan la profundidad de su pensamiento como los excelentes trabajos de Mercedes Puló de Ortiz y de Irene Noemí López, entre otros.

En este artículo me interesa profundizar sobre la historia de la “Zamba de los mineros”, que escribió Dávalos y a la cual le puso música nuestro inmortal “Cuchi” Leguizamón. Zamba que ha sido cantada por grandes intérpretes en escenarios nacionales e internacionales, entre ellos y de manera sublime por Mercedes Sosa. Pero también por el riojano Chito Zeballos, al igual que Jorge Cafrune, Bruno Arias, Chany Suárez, Patricio Jiménez, Enrique “Chichí” Ibarra, el Dúo Coplanacu, Juan Falú y tantos otros. Fuera del ambiente artístico es la zamba que se convirtió en el “himno de los mineros” y en tal sentido se la canta en muchas de las peñas que se realizan en los congresos o reuniones geológicas.

En 1999, al finalizar la cena de un seminario de minería del que participamos argentinos de la mayoría de las provincias cordilleranas y que se llevó a cabo en la Universidad de Texas, en los Estados Unidos, el representante de Jujuy y a la vez geólogo, minero y cantor, César Lizárraga, actuó como maestro de ceremonia y puso a cantar la famosa zamba a todos los presentes.

Gran sorpresa de los académicos americanos, que no entendían la letra pero sí la fuerza de la entonación y la extraordinaria libación de los presentes. Decía que la zamba tiene una linda historia que escuché en alguna tertulia. Se cuenta que Jaime Dávalos fue invitado por amigos mineros salteños que habían hecho contrato para explotar las minas de oro de Culampajá en Catamarca.

En una estanciera de la época viajaron por Cafayate, Santa María y Hualfín hasta Corral Quemado, en una travesía que duraba al menos un par de días. En Corral Quemado hicieron campamento en el almacén de ramos generales de don Marcelino Ríos. Los mineros partieron hacia la montaña y Jaime decidió permanecer allí el tiempo que durara la misión. Cuentan que el paisaje, las historias del oro que contaban los parroquianos que acudían a la pulpería de Marcelino y el rico vino morado, lo fueron inspirando para escribir la zamba.

Refieren también que la adición se hizo por demás onerosa y que cuando estaban listos para volverse a Salta, Marcelino se encargó de recordarles lo que le debían, a lo cual Jaime le dijo que cómo les iba a cobrar si él con la canción que escribiría en su honor lo iba a hacer famoso. Hombre práctico, don Marcelino ejecutó la cuenta olvidándose de la supuesta y futura fama.

Con los años, se vio cumplida la profecía en la medida que llegaban los viajeros a Corral Quemado a preguntar por lo de Marcelino Ríos, “­el de la zamba de los mineros de Dávalos y Leguizamón!”. Veamos lo que dice la zamba: “Pasaré por Gualfín / me voy a Corral Quemao / a lo de Marcelino Ríos / para corpacharme con vino morao”. Deja entrever que viene desde el norte y que va a lo de Marcelino a corpacharse con vino morado. El mismo Dávalos aclara que “corpacharse” es espiritarse con alcohol, componer el cuerpo. Luego dice: “Yo soy ese cantor / nacido en el carnaval / minero de la noche traigo / la estrella de cuarzo del Culampajá”. Resulta del mayor interés la metáfora de los dos últimos versos.

Las minas de Culampajá son vetas de cuarzo aurífero a 3.600 msnm. Se explotaron desde tiempos antiguos en galerías subterráneas. Cuando dice que el minero trae de la noche se está refiriendo a la absoluta oscuridad de los profundos socavones. El cuarzo suele presentarse en cristalizaciones perfectas en huecos llamados drusas o geodas. Esos cristales debieron de sugerirle a Dávalos una estrella de cuarzo comparable a las estrellas del firmamento en la noche oscura del cosmos. La tercera estrofa dice: “Molino del Maray, / que muele con tanto afán, / Marcelino pisando el vino, / Paredes, el oro de Culampajá”. Aquí también realiza una comparación analógica entre don Paredes, el minero que muele el oro en un molino indígena de piedra llamado Maray, y don Marcelino que pisa uvas tintas para hacer el vino patero. La última estrofa dice: “Yo no sé, yo no soy / andoy porque andoy nomás. / Cuando a mí me pille la muerte / tan solo la zamba me recordará”. El famoso estribillo de la zamba reza así: “­La zamba de los mineros! / ­Tiene solo dos caminos! / Morir el sueño del oro / Vivir el sueño del vino”. Oro y vino, minas y mineros, vida y muerte, recuerdo y olvido, conforman el teatro del mundo que Dávalos desentraña desde su privilegiada posición de poeta cósmico. A mediados de septiembre de 2011 viajé especialmente a Corral Quemado, un pequeño oasis en las áridas montañas catamarqueñas, a buscar las raíces de la “Zamba de los mineros”. La vieja casona de Marcelino Ríos se conserva pintada de rosado, pero ahora es casa familiar.

Don Marcelino está enterrado en el primer panteón del cementerio. Su hija Eulalia Ríos, que fue directora de la escuela, falleció hace un par de años. Las minas de Culampajá están abandonadas. La memoria de aquellos hechos se borra lentamente, pero la zamba está viva, proféticamente viva, como la soñó nuestro eximio poeta Jaime Dávalos, allá lejos y hace tiempo.

martes, 27 de septiembre de 2011

Sarmiento, un torrente vital

Gregorio A. Caro Figueroa, Sept 2011, para "Todo es Historia"

En un país donde casi todo estaba por hacer, Sarmiento se propuso hacerlo casi todo. Terminó haciendo lo que pudo, o lo que la época y los retardatarios no le pudieron impedir hacer. Las más de las veces, hizo contra todos los que se sentían desbordados por la desmesura de su talento, por su independencia y su voluntad.

A dos siglos de su nacimiento, su vigorosa personalidad no puede ser negada, aunque sea distorsionada por dos miradas divergentes que en algún punto se tocan: en el recelo a su impulso transformador. A veces, el denuesto ahoga la admiración. A veces, el panegírico rebaja el genio.

Una, despojándolo de su carnalidad y rebeldía, lo recluye en un silencioso panteón laico: es su “jornal de veneraciones”. La otra, atontando su genio y sus ideas, lo erige como clamoroso paradigma de lo extranjero y lo antinacional: es su “jornal de injurias”.

Aún se mueve esa mano que escribe historia menospreciando o expulsando de sus páginas a este eminente “testigo de la patria”, como dijo Borges, y al “más profundo de nuestros criollos”, como señaló Luis Franco. Parece políticamente correcto manipular o recluir en el desván los Bicentenarios: 1810, Alberdi y Sarmiento, fechas y nombres del maldito liberalismo criollo.

La sola mención de su nombre polarizó actitudes en su vida, y las siguió polarizando mucho después de muerto. Ambas coincidieron en equivocarse simplificando a Sarmiento. Coincidieron en el propósito de embalsamar a un hombre cuya vitalidad fue más allá de panegiristas y detractores.

Recordamos a Sarmiento, nacido al año y tres meses de la Revolución de Mayo, en San Juan cuando éste era un pequeño caserío de tres mil almas dibujado en unas pocas manzanas que se acurrucaban en torno a la plaza principal.

Nació en esa aldea llamada ciudad, la más importante de la región de Cuyo. De origen humilde, su padre era un arriero de mulas y su madre, pobre-decente heredera de una “menguada herencia”, accedió a la educación primaria al resquebrajarse el orden estamental y sus prejuicios sobre el color de piel, intactos en la vida lugareña.

En aquella periferia de un país en ciernes, surgió un joven que leyó con admiración la ética del esfuerzo que brotaba de la vida de Benjamín Franklin. Que una mente tan fértil y una voluntad tan robusta hayan salido de esa aldea, prueba que es verdad que “puede haber países subdesarrollados pero no inteligencias subdesarrolladas”, como anotó Octavio Paz.

Sarmiento se abrazó a las ideas como modo de asir parte de esa realidad aún en gestación: un espacio territorial infinito, desértico pero dotado ricamente por la naturaleza. Admiró en Franklin “el ejercicio de la inteligencia como instrumento de trabajo”. Condenó la indolencia: “Lo que más degrada a una sociedad es el desprecio al trabajo”.

Nada más falso que ver en Sarmiento un ideólogo carente de sentido práctico y fantaseador. Amasó el presente con ideas y barro, mirando el horizonte. Tenía impaciencia por realizar sus intuiciones. Creyó que esa fuerte voluntad podría sacudir el ambiente, renovando tradiciones. Labró un duro terreno donde el reconocimiento se mezquina y llega tarde.

Sin fortuna, sin partido, sin redes familiares y sin armazones políticas, Sarmiento se modeló a sí mismo: fue autopropulsado. “Nunca fui un político. Mi propósito, aún desde joven, era construir una república”. Confesó: “En política soy siempre maestro de escuela”. No se plegó a los rumbos de la opinión pública: trabajó, pensó y escribió para orientarla hacia nuevos caminos, expresó.

Explicó: “Quisiera que entremos en la realidad de la república, a saber que las elecciones fuesen reales, que la representación fuese real, que el poder fuese real. Algo más querría y es que la moral también forme parte de la política”.

Esa república imaginada debía ser una gran escuela porque “las escuelas son la democracia” y el único escudo de nobleza es el que otorgan la capacidad y el mérito. Es obligación de los gobiernos “educar al pueblo sin distinguir al hombre de la mujer, ni al chino ni al mulato de los que se llaman nobles, ni al hijo legítimo del ilegítimo”, señaló.

“La educación es un capital puesto a interés por las generaciones presentes para las futuras”; la instrucción primaria gratuita para todos es un derecho, observó un siglo antes que los expertos internacionales en educación advirtieran que la educación no es un gasto “sino una inversión altamente retributiva”, anotan Gregorio y Félix Weinberg.

Provocó deliberadamente lanzando rayos para sacudir ese ambiente rutinario, demasiado ocupado en rumiar en viejas creencias. Comenzó por educarse a sí mismo y jamás dejó de hacerlo. Puso empeño, con “la paciencia y tenacidad del presidiario”. Se abrió a la humanidad aunque su carácter argentino es más auténtico que el de muchos de sus detractores.

No fue un encandilado admirador de Europa ni propuso jamás el plagio de esa sociedad que conoció y a la que criticó sin concesiones, por sus injusticias y su atraso. Captó con sutileza las diferencias entre el Viejo Mundo y la sociedad que se estaba modelando en Estados Unidos.

“No hay principios norteamericanos, como no los hay franceses. Hay los derechos del hombre, y los progresos de la inteligencia humana universal que piden su aplicación en todos los puntos de la tierra”, observó mucho antes que se hablara del carácter universal, integral, indivisible e interdependiente de esos derechos.

Descubrió que la democracia allí no tenía sólo su fundamento en la igualdad de oportunidades o en un equitativo acceso a la riqueza, a la tierra y al ahorro, sino porque el pueblo norteamericano participaba en la vida de la Nación a través de una red de asociaciones civiles.

Sarmiento buscó situarse en una dirección que tenía sus distancias con el revolucionarismo que en Europa había dado frutos agrios, y del conservadorismo que había afianzado en la Argentina a un sector pequeño de gran poder económico y de poder político.

Quería pues hacer un país moderno difundiendo no sólo la educación para formar ciudadanos, sino también facilitando el acceso a la propiedad y distribuyendo la riqueza, cimientos de una democracia política estable. “El peor enemigo de la educación popular en nuestra América son las clases cultas”, denunció.

No sólo quería difundir la lectura y escritura. Su idea fue más amplia. Sembró bibliotecas públicas y vio con claridad que el trabajo era un factor de formación que no podía separarse de la instrucción intelectual. “De la educación de las mujeres depende la suerte de los Estados”.

Sarmiento fue la contradicción viva. Precisamente porque era una inteligencia rebosante de vida. Sarmiento es “un lujoso espectáculo de energía bullente”. Eligió ser provinciano en Buenos Aires y porteño en provincias.

Fue un liberal no conservador que usó la imprenta, dirigió periódicos, divulgó la ciencia, trepó al caballo y se alistó en ejércitos. Arremetió contra España, de modo español, observó Unamuno. Octavio Amadeo advirtió que en Sarmiento “las ideas tenían uñas, pelos y dientes”.

Conducta, austeridad, defensa y sostenimiento de la democracia, logro del bienestar general, crecimiento económico, paz entre los argentinos. Esos valores no están anclados en el pasado: son parte de nuestro horizonte de expectativas. Este grande, común y solitario hombre, vivió y sufrió por el país que le tocó en suerte por patria.-

Corregir distorsiones

Por Julio Moreno, Contador Público, 14 sept 2011, El Tribuno

Me he sorprendido gratamente al escuchar de nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en sus recientes discursos ante distintos sectores vinculados con la producción, el pedido de que “la ayuden a corregir distorsiones”, ratificando además el famoso y controvertido “modelo económico”.

A pesar del apoyo que recibió en las pasadas elecciones primarias y con la posibilidad cierta de obtener aún más votos en octubre, podemos interpretar que esos dichos son solo mensajes de campaña. Es que ella solamente menciona los logros alcanzados en nuestra economía, pero no aclara cómo solucionará los problemas como la inflación, los subsidios o la pérdida de competitividad.

Con respecto al modelo, quiero hacer algunas reflexiones que quizá contribuyan para aclarar las discusiones entre los economistas. La mayoría de ellos sostiene que “está agotado”, y aconsejan realizar ajustes, pero están los que entienden que puede seguir profundizándose.

Si entendemos que profundizar el modelo significa consolidar el proceso de industrialización a través de la sustitución de importaciones, avanzar en la diversificación y el crecimiento de las exportaciones y que esto genere altos niveles de empleo y mejores condiciones de vida de los trabajadores, creo que nadie estará en desacuerdo con la frase “profundizar el modelo”. Ahora, si no se cumplen con estos objetivos, entendería que el modelo sí está agotado.

Además, escuchamos de nuestra Presidenta proyectos como los llamados “Planes 2020”, que incluyen propuestas para mejorar las cadenas de valor en los sectores industriales y agroalimentario, y el probable ingreso del plan energético, completando estos anuncios con mensajes optimistas y factibles. Entre ellos están:

a) que, a fines de esta década, la Argentina duplicará su producto bruto industrial;
b) que aumentarán las exportaciones de manufacturas;
c) que la producción total de granos se incrementará en más de un 60%;
d) que las exportaciones de alimentos pasarán los 100.000 millones de dólares;
e) y que la inversión privada ascenderá al 28% del producto bruto interno (PBI).

Es evidente que son todos deseos y proyecciones. Pero necesitamos saber cosas concretas que hoy nos preocupan. Por ejemplo, si seguirán las trabas a las exportaciones como las vigentes en trigo, maíz y carne, o si se mantendrán las trabas para importar insumos industriales, si la política cambiaria -que influye en la determinación de los precios en dólares-será la misma, si la presión tributaria seguirá siendo tan alta o si aumentará o bajará el excesivo gasto público, entre otras.

También nos hacemos preguntas como si al crecimiento económico lo acompañará la producción energética o si los costos para importar combustibles y gas se trasladarán a las tarifas o seguirán subsidiadas. Es que aún no encontramos las medidas que nos expliquen cómo haremos para materializar los anuncios.
Hay temas que no se tocarán, como por ejemplo cómo se combatirá la inflación o si el Indec seguirá aplicando el mismo criterio de medición. Debe ser porque estamos en campaña.

Mejorar el tipo de cambio

En el marco de la política cambiaria, uno de los temas que más desvela a los empresarios es mejorar el tipo de cambio para que sea competitivo ante la elevada inflación en dólares que padecemos. Tendría que haber alguna explicación.

Recordemos que se debe cumplir con el compromiso de consolidar el proceso de industrialización y desarrollo en el país. Es necesario articular todos los instrumentos de política económica para que los procesos de industrialización, de sustitución de importaciones y de crecimiento de nuestras exportaciones sea una realidad. Y aún no sabemos cuáles serán los instrumentos de política económica que se aplicarán para cumplir con estos objetivos.

Para mejorar el tipo de cambio me he permitido analizar tres formas de hacerlo que no quiere decir serán las utilizadas, pero servirán para explicar caminos alternativos para cumplir con este objetivo.
La primera es devaluar, es decir, con un dólar se podrán comprar más pesos. Con esta medida se logrará en forma rápida mejorar la competitividad, porque recibiremos más dinero por nuestros productos. La experiencia nos dice que esta medida es inflacionaria, ya que todos los precios en Argentina están cotizados también en dólares, y si el valor del dólar aumenta aumentarán también los precios en pesos, necesitando nuevamente volver a devaluar.

Esta medida debería ir acompañada de recetas para disminuir la inflación, como por ejemplo bajar los gastos del Estado, aplicar un estricto control de precios y controlar las importaciones para que los precios de las mismas no perjudiquen a la industria local.

La segunda medida sería aplicar un sistema de cambios múltiples, que consistiría en mantener un tipo de cambio para las exportaciones y otro para las importaciones, dejando la cotización del dólar billete en una flotación controlada como hasta ahora. Con esta medida se podrá incentivar las exportaciones de determinados bienes o servicios producidos en Argentina, promover las importaciones de bienes de capital para adquirir tecnología de punta y castigar con una cotización alta la importación de bienes que perjudiquen a nuestra industria local.

La tercera sería implementar un esquema de subsidios o disminución de retenciones a las exportaciones e instrumentar un sistema de gravámenes o derechos a las importaciones de productos que compitan con nuestra industria. Con esto se podría lograr competitividad sin tocar el tipo de cambio.

Estas son solo sugerencias que ayudarán a explicar el “cómo hacerlo”, que es solo uno de los temas que requieren urgente definición del Gobierno para lograr un tipo de cambio competitivo. De más está decir que no es el único tema que preocupa.

Origen y evolución de la minería en Salta

RICARDO ALONSO, Doctor en Ciencias Geológicas, lunes 19 sept 2011, El Tribuno

El pasado 9 de septiembre de 2011, las autoridades de la Fundación Copaipa, del Consejo Profesional de Agrimensores, Ingenieros y Afines, nos convocaron al señor presidente de la Cámara de Minería de Salta, Lic. Facundo Huidobro, y al suscripto a disertar sobre el pasado, presente y futuro de la minería de Salta. Fue una buena oportunidad para realizar un homenaje al Ing. Francisco “Pancho” García, recientemente desaparecido, quien no solo supo conducir con certeza los objetivos de la fundación, sino que además fue un hombre altamente comprometido con el ideal de un gran destino para Salta en el concierto de las provincias argentinas y de su posición clave en el centrooeste sudamericano.

Mi conferencia estuvo centrada en la minería histórica de Salta que ahora sintetizo como un homenaje a su persona. Cabe señalar que ya nuestros pueblos indígenas habían avanzado en aspectos esenciales de la actividad minera explotando distintos tipos de minerales. No solo obsidiana u otras rocas silíceas que les servían para las puntas de flechas, proyectiles, armas o herramientas; sal gema, para intercambio comercial; “coipa” o carbonato de sodio. para su uso como jabón natural y fijador de tinturas; variedad de arcillas, para cerámicas; numerosos óxidos de hierro y manganeso, para decoración; etcétera, sino que también habían logrado explotar metales, fundirlos en rústicos hornos llamados “huayras” e incluso realizar objetos metalúrgicos de gran calidad y belleza.

La llegada de los primeros conquistadores apuntó al potencial de metales preciosos, entre ellos el oro del Valle Calchaquí. Pronto dieron con las minas de plata del Acay y la mina Concordia de San Antonio de los Cobres, las que aparecen citadas desde comienzos del siglo XVII. Sin embargo, lo que pondría a Salta en una situación estratégica fue el hallazgo del cerro Rico de Potosí. Aunque parezca una metáfora, esta “montaña de plata” fue descubierta en una región desértica desprovista absolutamente de cualquier insumo. De allí que todo el consumo debía de llevarse de regiones vecinas. Pronto la ciudad alcanzó a 160 mil habitantes, superó a las principales capitales europeas en habitantes, logró un alto grado de riqueza y fue premiada con el título de “Villa Imperial”. Nuestras viejas ciudades de Esteco, tanto la Esteco vieja, como la Esteco nueva -la que fuera destruida por el terremoto de 1692- fueron grandes proveedoras de miel, cera y turrones secos.

Cuentan los distintos viajeros, entre ellos Diego Alonso de Ocaña, que pasó por allí en 1600, de la enorme cantidad de esos productos que se llevaban a Potosí, siguiendo la ruta de los caminos reales. De alguna manera había comenzado a funcionar el sistema de proveedores mineros hacia ese gigantesco atractor que consumía cantidades inconmensurables de carnes, yerba mate, frutas, granos, madera, vestimenta, herramientas, leña, comida, bebida y también mulas. Precisamente mulas fue otro de los servicios que a Potosí brindaron los viejos salteños.


Decenas de miles de mulas provenientes de todo el noroeste argentino y del centro del país, llegaban al Valle de Lerma, donde se las engordaba para iniciar su viaje sin retorno al Potosí. Allí eran útiles para todas las faenas relacionadas con la explotación de la plata, molienda de los minerales, amalgamación, metalurgia y amonedación. Salta se convirtió durante los siglos XVII y XVIII en la principal feria de mulas del mundo. Y así quedó registrado por el viajero Concolorcorvo, funcionario español encargado de postas y correos, en su obra “El lazarillo de ciegos y caminantes desde Buenos Aires hasta Lima” (1773). Los entretelones religiosos y económicos de este fenómeno, asociados a la feria y fiesta de Sumalao, han sido rescatados recientemente por el Lic. Felipe Medina en un libro de su autoría. Cuando Potosí comenzó a declinar, una nueva situación coyuntural puso otra vez a la economía de Salta en un lugar de privilegio. En el litoral boliviano y peruano de Atacama se descubrieron enormes reservas de minerales fertilizantes, tanto en las covaderas de guanos fósiles de aves marinas como en la pampa nitratera.

Los exhaustos suelos de Europa necesitaban imperiosamente de ese nitrógeno, potasio y fósforo que estaba allí contenido. Pronto cientos de barcos surcaban el océano portando esos valiosos productos. La Guerra del Pacífico, de 1879, cambió la geopolítica del recurso a manos de Chile. Una vez más, la sustancia mineral se encontraba en un lugar desprovisto de cualquier clase de insumos en el más inhóspito e hiperárido desierto de Atacama. Todas las provisiones debían ser llevadas desde afuera. Una de ellas era carne vacuna para el consumo de los mineros pampinos. Salta tenía valles aptos, con buenos pastos y agua para engordar el ganado. Es así como comienza el envío de animales a pie, toros herrados que cruzaban la cordillera con destino a las faenas de la pampa salitrera. Juan Carlos Dávalos plasmó en su “Viento Blanco” aquellas peripecias de la mano de un mítico arriero como fuera don Antenor Sánchez.

Mientras tanto en nuestra Puna, un grupo de mineros alemanes, entre ellos los Boden, los Beckert, los Augspurg y los Korn, ponían en marcha las minas de plomo y plata de San Antonio de los Cobres y exportaban el metal hacia Hamburgo. También para esa época comenzó la era de los boratos. Con la puesta en marcha de la mina Tincalayu, en el salar del Hombre Muerto, durante la década de 1950 por parte de la vieja empresa Boroquímica Samicaf, Salta se convirtió en la principal productora de bórax de América del Sur. Desde 1940 a 1980, Salta fue la principal productora nacional de azufre con la mina Julia y el Establecimiento Azufrero Salta (EAS) de La Casualidad. Ello dio vida a la Puna y al ferrocarril minero ramal C-14, Huaytiquina. También se posicionó como la principal productora de uranio de la Argentina con la mina Don Otto, desde 1960 a 1980, abasteciendo con materia prima nacional a nuestras plantas nucleares.

El borato común de los salares (ulexita) permitió una creciente y sostenida industria de producción de ácido bórico y productos afines, liderando la producción nacional y alcanzando exportaciones a 42 países de los cinco continentes. A ello debe agregarse el valioso trabajo de pequeños mineros que explotaron sal, perlita, sulfato de sodio, ónix, yeso y otros minerales no metalíferos y rocas de aplicación.

Debí explayarme en una hora sobre cinco siglos de historia, condensando lo expresado a lo largo de tres centenares de páginas de mi reciente libro: “Historia de la minería de Salta y Jujuy, siglos XV a XX”. Alonso, R. N., 2010. Mundo Gráfico Salta Editorial, Ediciones del Bicentenario, ISBN 978-987-1618-19-4, 332 págs. Salta.

Sirva esta ajustada síntesis para rescatar el origen y evolución de la minería, de los proveedores mineros y, en especial, de sus momentos estelares.

lunes, 12 de septiembre de 2011

CUANDO LA PLAZA 9 DE JULIO SE CONVIERTE EN UN SANTUARIO A CIELO ABIERTO

Felipe Hipólito Medina, Lic. en Ciencias Religiosas, 12 sept 2011, para Blog del Grupo Salta.

Comienza el Tiempo del Milagro. Las campanas de la Catedral repican a duelo, en lastimoso sonido que recuerda los días funestos de aquel "terrible castigo" del 13 de setiembre de 1692, donde Salta se derrumbó por los "espantosos terremotos". Cada 6 de setiembre, la Plaza 9 de Julio, merecería llamarse Plaza del Milagro, porque todo el paisaje urbano cambia abruptamente. La novena empezó. La gente se agolpa en la Catedral y ella se prolonga en la calle España, Mitre, y toda la Plaza, como un gran templo natural donde se rinde culto a aquel Cristo olvidado durante cien años, y que fuera sacado como un estigma contra los terremotos, en un rito que sigue inalterable desde hace 319 años. Se genera un clima de fiesta, tensión, nerviosismo.

Nerviosismo y tensión que involucra a toda la sociedad, incluso al ámbito político, a los creyentes y a los que no lo son. Es una marca registrada en la cultura salteña, y por esta historia y por esta cultura, independientemente, de la religión que se profese, se han dictado una serie de normas para la organización de los festejos. Esta interrelación entre las fuerzas vivas de una sociedad, los organismos de gobierno y las autoridades de la Iglesia católica se ven con más naturalidad y claridad en los pueblos del interior de cualquier provincia del norte argentino, y de modo peculiar en la ciudad de Salta. Algo tan natural para nosotros, es inaudito para el mundo urbano globalizado donde la cristiandad, prácticamente, ha desaparecido.

Sin embargo, aún reconociendo un justo laicismo en las relaciones del estado con las instituciones religiosas, el Milagro invade las calles y rutas de la provincia con los peregrinos que expresan sus sentimientos en el caminar hacia el Santuario, lugar elegido por Dios para realizar un pacto o alianza, que se renueva año a año. El caminar es uno de los ritos o acción propia del pueblo cristiano, que es común a las tradiciones religiosas más antiguas. El que camina para llegar a un "lugar santo" es llamado peregrino. Este término designa al hombre que se siente extraño en el medio en que vive, donde no está sino de paso en busca de la ciudad ideal. Peregrino es un símbolo religioso que corresponde a la situación terrenal del hombre que cumple su tiempo de prueba, para acceder, al morir, a la tierra prometida.

El símbolo del peregrino está relacionado con la idea de expiación, purificación y homenaje a la persona que reside en el santuario (Cristo, Mahoma, Osiris, Buda) y que santifica los lugares del peregrinaje. Para la Iglesia católica todos los bautizados son peregrinos, "Jesús ha dado cumplimiento en sí mismo al misterio del templo (cfr. Jn 2,22-23) y ha pasado de este mundo al Padre (cfr. Jn 13,1), realizando en su persona el éxodo definitivo... Toda su vida es un camino hacia el santuario celeste y la misma iglesia se dice que es "peregrina de este mundo". En las ciudades más grandes de Europa estas manifestaciones tienen connotaciones culturales y turísticas. En Salta son la expresión interior de los pobres que piden protección, ofrecen sacrificios y renuevan un pacto de fidelidad con Cristo.

El rezo de la novena marca el inicio de la fiesta. Esta novena escrita en el año 1760 por el Pbro. Dr. Francisco Fernández, (cuestionada por algunos por su lenguaje y su teología, defendida por otros porque expresa de modo singular, la relación histórica con el Señor del Milagro), es rezada por ancianos, adultos, jóvenes y niños, portando el "librito" en diferentes ediciones; se reza en la mañana, la tarde, la noche y la trasnoche, aún con la Catedral cerrada, haciendo de la Plaza mayor de Salta un Santuario al aire libre.

La gente va hacia la Plaza a "Milagrear", un neologismo que indica movimiento, interacción, puesta en marcha de todo lo que acontece en las fiestas del Milagro. La gente sencilla, más allá de cualquier conflicto institucional o político, expresa su religiosidad. Esa religiosidad popular, reconocida por la Iglesia como "piedad popular" según la expresión del Papa Pablo VI. Es una característica propia de muchos pueblos, donde la Iglesia está establecida desde hace muchos siglos, como es el caso de América Latina. Son expresiones que "reflejan una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer. Que hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los atributos profundos de Dios: la paternidad, la providencia, la presencia amorosa y constante. Engendra actitudes interiores que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego, aceptación de los demás, devoción."(cfr. Evangelii Nuntiandi 48-Ed. Paulinas, Bs. As., 1975).El Papa Benedicto XVI destacó en Aparecida la “rica y profunda religiosidad popular, en la cual aparece el alma de los pueblos latinoamericanos".

El Milagro reúne estas expresiones de modo particular con la llegada de los peregrinos, quienes año a año, se preparan e inician desde sus comunidades un largo caminar, y lo digo literalmente, porque ellos, atravesando cerros y montes, ríos y quebradas, llegan después de varios días para postrarse a los pies del Cristo crucificado. Recorren algunos, más de 400 Km hacia la ciudad de Salta, y van llegando entre cantos y bailes con sus trajes típicos. La Plaza se inunda de color en los ropajes y la piel de los peregrinos de todas las edades, quienes caminan varias jornadas recibiendo muestras de afecto y solidaridad a lo largo de su recorrido, trayendo las alforjas llenas de sufrimientos y dolencias, de bendiciones y acción de gracias.

No es un espectáculo montado para el turismo, es expresión genuina del sentir de la gente y de su religiosidad. El canto se mezcla con lágrimas de alegría y desahogo para quienes el sacrificio y el sufrimiento tiene un sentido de redención y no de castigo, como un grito de liberación.

Por eso, no debería existir un divorcio entre la cultura y las expresiones de fe. Desde la cultura se debe enriquecer estas expresiones religiosas, y la religiosidad del pueblo sencillo es una expresión del ethos cultural del pueblo latinoamericano.
La gente viene a "milagrear" y los días de angustia se convierten en alegría el día 15 de setiembre llevando las imágenes del Señor y la Virgen por las calles de la ciudad. Si bien la alegría es una experiencia del corazón, su expresión más frecuente, que es el gozo, es un sentimiento compartido por los demás, de modo que el espacio tiempo de la alegría es la fiesta, y la fiesta es el símbolo vital de la fe, y algunas realidades festivas, como la música y la danza entran a formar parte del concierto de esta celebración de la vida, tanto espiritual como corporal.

El clima de fiesta es propio de la expresión de religiosidad de nuestro pueblo, como lo fue para el pueblo de la biblia. El Milagro es tiempo de penitencia que se convierte en acción de gracias, y la acción de gracias en alabanzas. El Milagro es fiesta. Y la fiesta nos debe traer paz. Paz personal y paz social.

El Milagro, entre la razón y la fe

Dr. Ricardo Alonso, Geólogo, 12 sept 2011, para El Tribuno


El terremoto de 2010 dio pie a una serie de interpretaciones que rozan el límite entre la ciencia y la religión.

El Milagro es recordar las procesiones cuando se era niño de la mano del papá y de la mamá.

El Milagro es la fiesta mayor de los salteños. El Milagro es recordar las procesiones cuando se era niño y se iba de la mano del papá y la mamá; es la apoteosis de esas imágenes gigantescas, que se elevaban desde la mirada asombrada del pequeño; son los perfumes de los naranjos de septiembre; es la llegada de columnas de lejanos peregrinos y promesantes; son las campanadas, despidiendo las imágenes a la oración; y también las manzanas confitadas y los dulces y golosinas que se recibían esos días.

Digo que el Milagro es algo serio, algo profundo que llevamos muy adentro los salteños nacidos en este suelo, más allá de ser o no ser creyentes. Pero veamos qué se sabe del origen del culto del Milagro. Para ello tenemos que remontarnos a la vieja ciudad de Esteco, que fuera fundada por los españoles en el Chaco salteño a la vera del río Juramento en el siglo XVI.

Esta ciudad colonial fue destruida por un fuerte terremoto de magnitud cercana a 7,5 un fatídico martes 13 de septiembre de 1692 a las 11 de la mañana. La ciudad de Salta sufrió los duros remezones provenientes de las ondas epicéntricas que golpearon todo el noroeste argentino y regiones vecinas.

Fue allí cuando nuestros viejos comprovincianos descubrieron que tenían mal guardadas dos imágenes que habían llegado desde el Alto Perú. La idea de la época era muy clara: los terremotos y otros desastres naturales eran un castigo divino a las acciones pecadoras de los hombres, como un recuerdo atávico de las viejas ciudades de Sodoma y Gomorra. Ese mismo 1692, otra “ciudad pecadora”, Port Royal, en Jamaica, desapareció por un terremoto seguido de tsunami con igual intensidad al de nuestra Esteco. También allí se echaron las culpas a la vida licenciosa y a la falta devocional.

En el caso de Jamaica, bebida, sexo y piratería fueron el cóctel ideal para que sufrieran el castigo reparador. En Salta el sismo fue una severa alerta para los viejos españoles que moraban en nuestro suelo colonial. Las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro fueron sacadas en procesión y quedo el 15 de septiembre como día del Pacto de Fidelidad entre lo celeste y lo terrenal.

Comenzaron a transcurrir los siglos y desde entonces la región se ha visto golpeada en repetidas oportunidades por sismos de diferentes intensidades que han causado daños de distinta consideración a la vida y a los bienes de los habitantes.

Entre ellos podemos mencionar el de enero de 1826 en Trancas, que no solo destrozó esa pequeña villa tucumana sino que destruyó también el viejo pueblo de Rosario de la Frontera. No sabemos qué repercusión tuvo este terremoto en la ciudad de Salta y otros pueblos del Valle de Lerma.

El hallazgo de un manuscrito inédito correspondiente al “Diario Personal” de un comerciante español radicado en Guachipas desde fines del siglo XVIII arroja luz sobre el evento. Se trata de José Domínguez de Morón (casado en primeras nupcias con Josefa Benita Escobar Castellanos y en segundas, con doña Petrona Ubierna y Cámara), quien el 19 de enero de 1826 escribió lo siguiente: “En este día jueves, al nacer el sol, en este mismo instante, tembló la tierra con tan espantoso terremoto que quedamos todos los vivientes conturbados, aturdidos y como sin sentido” (Una copia del manuscrito se encuentra en la Biblioteca J. Armando Caro, Cerrillos, Salta).

Es interesante resaltar que en el sismo de Salta de febrero de 2010, se repitió la misma sensación en la gente e incluso en las aves -que dejaron de cantar- y se produjo un largo silencio. A este le siguieron los de 1844, 1863, 1871, 1874, 1899, 1908 y 1930. Este último destruyó completamente el viejo pueblo de La Poma en vísperas de Navidad, dejando un luctuoso saldo de más de 36 muertos y decenas de heridos.

Fue sin dudas el peor terremoto en la historia de Salta por el número de víctimas, ya que nada sabemos de lo que pasó en Esteco en este sentido. Además el único que ocurrió al oeste de la provincia, cuando todos los demás, por arriba de magnitud 5, se produjeron al este.

Luego sucedería el de 1948, a la misma latitud de la ciudad de Salta, pero al este del departamento de Gral. Gemes, todavía grabado en la memoria colectiva a través de padres y abuelos.

También hubo sismos de mayor o menor intensidad en 1959, 1966, 1973, 1974, 1993 y 2010, este último en pleno Valle de Lerma. A la sazón véase mi reciente libro (Alonso, R. N., 2010. “Riesgos geológicos en el norte argentino. Terremotos, volcanes, avalanchas, inundaciones, desertización y otros fenómenos naturales”. Mundo Gráfico Salta Editorial, ISBN 978-987-1618-50-7, 244 págs. Salta), donde se analizan los fenómenos naturales desde la óptica científica. Sin embargo, el terremoto de 2010 dio pie a una serie de interpretaciones que rozan el límite entre la ciencia y la religión.

Desde el punto de vista sismológico fue considerado como un “terremoto anómalo”, ya que por su profundidad, intensidad y cercanía epicentral, debería haber causado daños mayores a la ciudad. La energía se disipó hacia la Quebrada del Toro, la cual quedó severamente dañada, pero permitió que la ciudad de Salta solo sufriera un fuerte remezón con consecuencias menores. Esto dio pie a que los salteños de fe lo consideraran un “acto de Dios”, de advertencia, que contó con la protección de los patrones tutelares. Precisamente este tema lo hemos debatido desde la religión y desde la ciencia con el señor arzobispo de Salta, monseñor Mario Antonio Cargnello, y un nutrido grupo de sacerdotes católicos en un evento organizado a este propósito en la capilla de San Lorenzo el 12 de abril de 2011.

El domingo 4 de septiembre de 2011, en una entrevista realizada a monseñor Pedro Lira en El Tribuno, este sabio sacerdote, de 96 años de vida, se explayó sobre diferentes facetas de la espiritualidad. Cuando la periodista le preguntó sobre los terremotos, dijo que había que realizar “una cruzada de 400 mil salteños, para que entre todos paremos los terremotos” (pág. 37). Comentó que “tenemos que pedírselo al Señor y a la Virgen, son nuestros patronos y para ellos no hay nada imposible, si nosotros se lo pedimos con fe”. Y recalcó que “si todos nos uniéramos en este pedido con intensidad, podríamos detener los fenómenos naturales”. La historia demuestra que los terremotos se han seguido produciendo independientemente de cuanta fidelidad hayamos demostrado los salteños a nuestros patronos a lo largo de los siglos. Lo que sí está claro es que ni 400 mil salteños, ni 40 millones de argentinos, ni tampoco 4.000 millones de humanos rezando pueden frenar un terremoto, aunque, obviamente, sería maravilloso que así fuera.

jueves, 1 de septiembre de 2011

UNASUR, avanza el diseño de estrategias económicas

JULIO MORENO, Contador Público, para El Tribuno, 1 Sept 2011

La Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) es un organismo intergubernamental de ámbito regional, formado por doce repúblicas independientes de Sudamérica, y está integrada por miembros de la Comunidad Andina (CAN) como Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador; y del Mercosur, como Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Los otros países miembros son Chile, Surinam y Guyana. México y Panamá también están incluidos como países “observadores”.

Las legislaturas de cada uno de estos países ya aprobaron el tratado constitutivo que se firmó el 23 de mayo de 2008 en la ciudad de Brasilia, donde se estructuró y oficializó esta organización. La entonces presidenta de Chile, Michelle Bachelet, fue la primera jefa de Estado pro témpore, que asumió con un mandato de un año.

La Unión de Naciones Sudamericanas tiene proyectada la integración regional, construyendo de manera participativa y consensuada un espacio de unión entre sus integrantes en lo cultural, social, económico y político. Utiliza para ello el diálogo político, las políticas sociales, la educación, la energía, la infraestructura, la financiación y el medio ambiente. Se propuso, además, utilizar todos estos objetivos para eliminar la desigualdad socio económica, lograr la inclusión social, apostar a la participación ciudadana y fortalecer la democracia.

Recordemos que el pasado 4 de mayo de 2010, en la cumbre extraordinaria realizada en Campana, provincia de Buenos Aires, con el propósito de darle un liderazgo político a nivel internacional a esta organización, se eligió y designó por unanimidad a Néstor Kirchner como primer Secretario General de la Unasur por un período de dos años

Una agenda muy cargada

El pasado 24 de agosto se reunieron en Buenos Aires los cancilleres de los países que forman la Unasur para aprobar por unanimidad, entre otros puntos, la creación del Consejo Electoral, que tendrá como principal actividad analizar los distintos procesos electorales de los países miembros del bloque regional.

Pero el objetivo estratégico de ese encuentro fue aprobar la creación del Consejo Sudamericano de Economía y Finanzas de la Unasur y un paquete de medidas que se había propuesto en la última reunión de Ministros de Economía de los países miembros, realizada en Lima la primera semana de agosto de este año.

En la reunión de Ministros de Economía de los países miembros se discutieron varias propuestas para tomar como bloque. Entre las más importantes se destacan las siguientes: a) avanzar en el desarrollo de un sistema multilateral de pagos en monedas locales, dejando atrás al dólar;

b) crear una banca de desarrollo propia de la región; y,

c) coordinar el uso de reservas con el objetivo de avanzar hacia la creación de un fondo de reservas.

En base a estas ideas y dentro del encuentro que terminó el pasado viernes en Buenos Aires, se acordó la instalación de tres mesas de trabajo que confeccionarán propuestas que presentarán los Ministros de Economía a los presidentes de los países miembros en la Cumbre del Unasur a llevarse a cabo en octubre próximo en Uruguay.

Ante la inminencia de los hechos, un tema que también se conversó fue la crisis que atraviesan varios países europeos y la probable recesión de los EEUU. Se analizaron las consecuencias que ese hecho traerá para los países que integran la Unasur y se propusieron ideas para elaborar un plan de acción anticrisis y crear un fondo financiero para blindar a la región. Fueron todos temas discutidos pensando siempre en colocar a Sudamérica entre los principales motores económicos del mundo.

Hito histórico

El encuentro llevado a cabo en el flamante Consejo Sudamericano de Economía y Finanzas fue calificado como “hito histórico para la región” por la importancia a “nivel político” que tuvo. Es que, además de analizar los desafíos que presenta la crisis financiera internacional para Sudamérica, también buscaron alternativas para consensuar medidas y enfrentar este percance mundial de manera conjunta.

Nuestro ministro de Economía, Amado Boudou, afirmó durante la cumbre que “los países de la región se encuentran muy bien preparados para enfrentar la crisis y que están trabajando en la creación de un fondo anticíclico regional alimentado por sus bancos centrales”. Destacó además que “el acta constitutiva (del Consejo Sudamericano de Economía y Finanzas de la Unasur) aprobada ese día será vista en el tiempo como un paso histórico y que va a ser el marco para tomar decisiones concretas, acciones en conjunto, para lograr que el crecimiento se sostenga en el tiempo”. Y argumentó que “la voluntad de todos es encarar la crisis con políticas en conjunto”.

También dijo que la reunión cerró con gran expectativa sobre la creación del Banco del Sur y la comercialización con monedas de la región, “dejando a un lado el dólar”.

Son todos temas muy controvertidos y con una alta dosis de ideología, que nos colocarían a la vanguardia de nuevas prácticas financieras y comerciales a utilizarse a partir de estas decisiones políticas que modificarían las prácticas utilizadas actualmente.

Visión estratégica

Coincido con varios estadistas y pensadores que este siglo será de mayor crecimiento para los países productores de alimentos y que el eje del desarrollo dejará de ser el Atlántico para apoyarse en el Pacífico.

También que esta es una oportunidad histórica y un desafío para que nos desarrollemos con equidad de la mejor forma posible, apoyados en la integración y complementación regional, ya que muchos países cuyas economías están creciendo fuertemente, hoy están funcionando en bloques.

Cualquier intento de integración regional es importante. Latinoamérica ensayó muchas formas: Mercosur, Comunidad Andina, Zicosur; en Argentina el Norte Grande, los tratados de libre comercio entre México y los EEUU, etcétera, y ahora la Unasur. Pero lo más importante ante estos acuerdos es que se dejen de lado ideologías y rencores de cada país y de países entre sí, para que juntos construyamos la Sudamérica o la América Latina que nos merecemos.

En plena Pandemia, ¡A reformar la Constitución se ha dicho!

Lic. Félix González Bonorino Sociólogo Nos llega la noticia de que el Gobierno Provincial ha pesentado su propuesta de modificac...